25 abril, 2024

Más allá

A veces creemos que todo está escrito. Pero mientras exista el pensamiento, el conocimiento es inagotable y siempre motivo de búsqueda y exploración.

Y este, cada vez es más especializado como los peldaños de una escalera, en que solo podemos comprender o llegar más arriba en la medida que vamos aprendiendo, conociendo y construyendo poco a poco cada una de las gradas de la misma. Ya no basta con saber leer y escribir, y creer que nuestra igualdad humana estriba en la asequibilidad a todo lo escrito, cuando si no conocemos debidamente algo, una interpretación errónea puede ser más fatal que mejor no haber tenido acceso a la misma.

Traigo todo esto a colación, que sin excluirme de haber sido también parte de la improvisación (de ambos lados), esta, desde su nacimiento ya nace muerta, y esto sigue siendo un causante directo de los errores que nuestra sociedad sufre, y muy en especial en la política, pero por el nefasto hecho que toma decisiones que involucra el destino de las personas y de las naciones.

Vemos lo que nuestros sentidos alcanzar a visualizar, y creemos que todo está bien. Con frecuencia nuestra capacidad para dar una respuesta rápida hacia la supervivencia se dispara ante reacciones que desde nuestros ancestros llevamos implícitos para tratar de cuidarnos o sobrevivir. Pero amenazas como las que el mundo está pasando actualmente como la alarmante contaminación o el calentamiento global, que en nuestro día a día no dispara ese tipo de señales “visibles” hace que la necesidad de respuestas automáticas nuestras no se activen y que sea mucho más difícil ver mas allá y lograr compromisos, peor aún decisiones colectivas para intentar cambiar algo.

Aprecio, luego de analizar profundamente, y con muchísimas posibilidades de equivocarme, que solo aquel sistema económico que propicie el trabajo, la libertad, y la competitividad es la mejor alternativa para que progresen los pueblos. Sin embargo, sí veo que este modelo de mercado, por esta carrera absurda en equivocar valores en satisfacciones y búsquedas falsas de felicidad en un consumismo desenfrenado, se enfocó al corto plazo en toda fuente de producción, ahorro e inversión, atentando el futuro de las siguientes generaciones y comiéndonos los recursos del planeta, cuando el único camino que tenemos es retomar el enfoque al largo plazo (ahorro e inversión) y el manejo sostenible de la economía y de los recursos.

Otro aspecto de nuestra mirada simple del mundo es la valoración básica y aritmética de todos los bienes y servicios producidos en la economía de un país o sociedad (PIB), y no incorporar en los mismos, verdaderos índices de valores que son por los que valen la pena vivir la vida y trabajar sobre este único mundo que tenemos. Mientras las economías no integren realmente estos reales valores o no le demos un significado económico al daño que hacemos, seguiremos bajo una falacia.

Tratamos con esfuerzos voluntarios e individuales de tener otra forma de vida, pero en todo caso tenemos conciencia plena que solo los compromisos y decisiones colectivas son los que pueden cambiar o desviar un poco el compás de un rumbo inexorable que cada vez se torna más difícil.

La educación es básica para el desarrollo de los pueblos. Exijamos aunque sea en los que nos rodean o en quienes podemos influir, que se eduquen y capaciten bien, para que tal vez sus visiones puedan ver mas allá de lo que muchos no vimos o no vemos, y sigan creando esa masa crítica necesaria para las verdaderas revoluciones que ahora sí puedan salvar a las naciones y al planeta.

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El muñeco parlante y sus tres ventrílocuos.

Dicen que el dueño de la patria ya es de todos, es un inteligente líder que encabeza un proyecto autoritario de gobierno. No lo creo así. Lo veo más bien como un muñeco parlanchín que solo repite lo que tres ventrílocuos le ordenan.

Es un monigote gordito, frecuentemente bravito y a veces sonriente, al que semanalmente le dicen lo que debe repetir.

No lo considero muy inteligente ni coherente.

Sin embargo, es la imagen visible de tres ventrílocuos que son sus verdaderos dueños y los que piensan por el. Cada uno se turna para hacerlo repetir las cosas que quieren que repita.

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