28 marzo, 2024

Mujer: ¡despierta!, ¡te están robando la felicidad! (II)

Según la Biblia, la salvación entró al mundo por la mujer

Cuando Dios piensa salvar al género humano del pecado, que, como decimos, entró en el mundo a través de “la mujer” (Eva), lo primero que hace es pensar en “la Mujer pensante” (María), la mujer serena, racional (no racionalista, porque creyó y creyendo confió en que para Dios nada hay imposible7). Por supuesto que la Virgen era una mujer poseedora de un muy rico mundo afectivo; pero Dios, absolutamente respetuoso de la persona humana, no entra en contacto con la Mujer por el camino de los simples sentimientos, sino que entabla con Ella una relación de Persona a persona, a través de lo racional.

Los Evangelios no hablan fundamentalmente de María, sino de Jesús. Pero, aún dentro de lo poco que habla de Ella, se destaca muy vivamente la ‘racionalidad’ de María. Así, pensante, sensata, razonante se la ve a María en los Evangelios. Por ejemplo, en la anunciación hace una pregunta inteligente ante la propuesta del Ángel de que sea madre: Entonces dijo María al ángel: ¿Cómo será esto, pues yo no conozco varón? [8]; es decir, ¿cómo puedo ser madre siendo a la vez virgen como soy? En la adoración de los pastores no se limita a vivir emocionada los acontecimientos, sino que los profundiza: “María, por su parte, guardaba y ponderaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”[9]. Igual en la escena de la pérdida del Niño; “María guardaba estas cosas en su corazón”[10]. Lo mismo puede constatarse en su reacción ante la noticia de que la anciana Isabel está encinta: no se sumerge en un mar de sentimientos y emociones, sino que María piensa y actúa: capta que su prima, anciana, necesita de ayuda porque está en los últimos meses de su embarazo puesto que el Ángel le he dicho que ya está de seis meses la anciana que era estéril; y sale hacia la montaña de prisa para asistirla11. característico

Dios comienza la redención del género humano con la mujer, pero hace de Ella misma la primera redimida12 ya que Ella es la Inmaculada, la que no tuvo nada que ver con el pecado: Yahvé dijo a la Serpiente: “Enemistad establezco entre tú y la Mujer…”[13] Cuando llegó la ‘plenitud de los tiempos’, en la Anunciación, Dios pide la colaboración libre de esa Mujer;y esta es la absoluta novedad del evangelio: Dios comienza por la mujer y con la mujer. En el AT, cuando Dios quiere estipular su alianza con la humanidad, se dirige sólo a hombres (Abraham, Isaac, Jacob); en cambio, para la Alianza nueva y eterna con la humanidad entra en diálogo con la mujer, María Virgen, en la Anunciación. Así lo dice el Papa14.

También hoy Dios quiere salvar el mundo, pero comenzando con y por la mujer

Hoy Dios quiere continuar la obra de la Redención, pero ¿quiere también comenzar por la mujer y con la mujer? ¿Cuál es el papel de la mujer? ¿Sigue siendo actual ese papel primero y protagónico que Dios otorgó a María, la ‘Mujer?’[15]Por supuesto, también hoy Dios quiere contar con la mujer para continuar su obra; y quiere comenzar con la misma mujer; y, más aún, Dios quiere comenzar por la mujer y quiere contar con la mujer para rescatar a la mujer de manos de la mujer.

Definitivamente, el Redentor quiere contar con la mujer en el rescate redentor de la mujer. Vamos a explicar esto que parece un trabalenguas.

Para entenderlo, comencemos preguntándonos: la mujer ¿es sólo víctima? o ¿es también no pocas veces causante y responsable de su propia ‘indignificación’? No es justo negar que la mujer, no pocas veces, es culpable de su propia postración, porque negar esto es fomentar más su “minoría de edad”. Ella también es culpable y responsable, cómplice y encubridora de la postración a la que a veces el hombre la somete. No es correcto negarlo. Aquí sucede como con los médicos y los enfermos: Si un médico quiere salvar la vida del enfermo, no podrá jamás comenzar negando la enfermedad del enfermo o cerrando como el avestruz los ojos ante la enfermedad. Igualmente, si queremos salvar a la mujer, debemos comenzar afirmando sus errores, fallos, pecados y desenfoques en su relación con los varones; y sólo una vez que los hayamos detectado, conocido y reconocido, sólo entonces podremos emprender la obra de la salvación de la mujer. Lo primero que tenemos que conocer y aceptar es que en muchísimos casos la mujer es víctima del hombre porque ella así lo quiere, así lo permite y así lo tolera.

Dos ejemplos

Un ejemplo: la madre soltera, con un niño en los brazos, con un destino totalmente incierto, con muy pocas posibilidades de encontrar un hombre que quiera hacerse cargo de su destino y el de su hijo… Salvo los casos de violación, la madre soltera, no es sólo una pobrecita víctima de la maldad del hombre. Ella, en un momento, decidió entregarse al hombre, dando la espalda a Dios y sus mandamientos, a su propia dignidad, a su propio destino, a sus padres… decidió entregarse en los brazos del hombre, sin exigirle ninguna garantía, sin esperar al Sacramento, sin acercar a Dios a ese hombre (Confesión, Comunión, Dirección espiritual de la pareja…), sin conocer al ‘príncipe azul’ de turno, que ahora la tiene abandonada. Seamos sinceros: ¿Es la madre soltera sólo victima del hombre?

Otro ejemplo: La esposa ‘desgraciada’, ¿no pudo haber entablado su relación de amor con más exigencias, con más hondura, con menos pasión, con más cabeza? En la convivencia matrimonial siempre aflora lo profundo del ser varón (las virtudes y los vicios) y eso determina la felicidad o infelicidad de la mujer. Sin embargo, cuando una chica es una persona superficial o vacía, sólo se fija sólo en la ‘fachada’ del hombre. La mujer profunda ve lo profundo; la superficial ve sólo lo superficial (si baila lindo, si es simpático…) y es incapaz de captar lo profundo. La superficial, vive entre hombres superficiales, elige a un hombre superficial y se casa sin conocer el fondo del compañero de toda su vida. Lo elige a lo loco, y luego ha de lamentar para siempre una decisión mal tomada, a la ligera.[16]

Toda historia tiene su prehistoria: la historia de la esposas desgraciadas la escribieron muchas veces novias vacías, superficiales, novias que dieron la espalda a los mandamiento del Señor sobre al castidad y la pureza, que se entregaron a todo tipo de ‘pruebas de amor’, y cavaron su propia tumba, porque jamás se preocuparon de que su novio fuera un hombre religioso, puro, casto, honesto, sano… Despreciaron lo profundo y ahora deben llorar por culpa de lo profundo que brota en la convivencia diaria de la persona del hombre que libremente eligieron (vicios, lujurias, infidelidades, prepotencias, egoísmos, insinceridades…) Seamos sinceros. ¿Es la mujer sólo víctima del hombre? ¡En modo alguno! En la misma medida en la que ha sido libre para optar por sus propias decisiones, ella es responsable de su destino. La Iglesia les previno pidiéndolas: castidad, respeto, vida de gracia (Confesión, Comunión), sinceridad con los padres de familia… Hicieron todo lo contrario, y ahora que saborean las amarguras de la superficialidad y la desobediencia a Dios, dicen que la Iglesia es inhumana por que les dice que el matrimonio es para siempre. Fácilmente se casaron y fácilmente quieren ahora ‘descasarse’…

[6] Fenómeno, no exclusivo, pero sí más propio de la mujer.
[7] Lc 1,37
[8] Lc 1,34
[9] Lc 2,19
[10] Lc 2,51
[11] Lc 1,39-56
[12] Enchiridion de la Familia = EF 805, Ediciones Palabra
[13] EF 804
[14] EF 805
[15] Jn 2,4; Jn 19,26
[16] En honor a la verdad, lamentablemente, no sólo la mujer obra así.

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