29 marzo, 2024

Igualdad y discriminación

Todos los seres humanos somos dignos e iguales. La época abominable de los esclavos ya pasó y las discriminaciones por cualquier causa: sexo, raza, clase económica, preferencias, etc., son y deben ser parte del pasado. Hay ciertas diferencias que sí van a prevalecer y que van a marcar una diferencia, pero estas tienen que ver con la persona. Algunas son positivas y otras son negativas.

Entre las diferencias positivas están el afán de superación, el esfuerzo, la dedicación, la inteligencia y varias otras virtudes más que tienen que ver con la capacidad de la persona. El que más estudia, más aprende. El que más sabe, más lejos puede llegar. El que más se esfuerza, el que pone todo de sí, va a destacar más. Por esto insisto en que el mantener al pueblo acostumbrado a recibir bonos de pobreza y a mantenerse en un anonimato de miseria, es la manera de reducir un país a la falta de producción y a un atraso criminal en una época en que el desarrollo va creando nuevas formas de destacar y crecer.

Hay diferencias negativas y tienen que ver ya no con virtudes, sino con defectos. Entre estas están la falta de honestidad, la pillería, la sapada, el robo, la malversación, el narcotráfico, el narcolavado y muchas otras formas de enriquecimiento ilícito, que permiten subir a los que no tienen ya sea la capacidad para hacerlo honestamente, o la dedicación para lograrlo, pero que lo buscan de cualquier forma.

Debemos reclamar ya que las minorías tienen ventaja y las mayorías desventaja. En realidad no cabe en los momentos actuales hablar de grupos discriminados. La igualdad está dada por la igualdad de oportunidades, por la igualdad de acceso a la tecnología y por el acceso a los préstamos para desarrollar las ideas. ¡De esto debe ocuparse el Gobierno! A nadie le debe importar si es hombre, mujer, gay o de otra preferencia sexual, ni si es indio, blanco, negro, amarillo o mestizo. Todos somos iguales. La diferencia estará dada por el esfuerzo, el afán de progreso y la tenacidad para lograrlo y esto no puede ni debe ser regulado por el Gobierno. Hacerlo es cortar las alas de desarrollo al país.

Asusta ver la reglamentación para elegir Fiscal General, en la que ser pobre o desviado sexual le da preferencia para lograr el puesto. Eso ya está hablando de un tipo peor de discriminación, pues la persona con estas características puede tener complejos que le impidan ejercer con honestidad y sapiencia el cargo por el que compite. Mientras tanto, no se pone como característica para ser elegido, pasar un test sicométrico en un Hospital Psiquiátrico que avale la idoneidad de la persona a ser elegida.

Creo peligrosa la forma como se están expidiendo estas leyes. El Gobierno debe meditar seriamente sobre esto y corregir. Olvidemos la ridiculez de escoger por sexo alternadamente dignatarios. A las personas se las debe escoger por capacidad. Si hay un grupo de mujeres brillantes y capaces que pueden ir al parlamento, no encuentro nada de malo que todas ellas encabecen la lista, dejando a los varones y a los gay a un lado. Lo que necesita el país es un grupo de gente trabajadora y honesta a carta cabal, que piense primero en su patria, para poder salir adelante.

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He venido haciendo ciertos ejercicios mentales, buscando la respuesta exacta al porque de todos los males que están aquejando a muestro país, y saltan por mi cabeza infinidad de flashes, cuyos contenidos bien pueden ser una especie de imágenes comparativas que reflejan esa realidad que dolorosamente nos embarga. De tal forma que los invito a que conjuntamente analicemos un tanto en detalle nuestra sui géneris situación ecuatoriana.

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  1. TOTALMENTE DE ACUERDO, y esta discriminación y preferencia sólo por el físico viene desde el colegio. Recuerdo un día que la rectora de mi colegio escogió a dos chicas de mi promoción para que desfilen en el más galardonado carrito alegórico y recuerdo tanto que ella les había dicho: «las escogí a ustedes porque son las más guapas», eran 3 rubias con ojos claros, por supuesto que las preferirían a pesar de ser vacíos mentales, los que de verdad debieron ir en ese carro alegórico eran los más destacados en notas o en actividades extracurriculares que ni los tomaron en cuenta en las olimpiadas anuales del colegio, sólo por no ser «rubios y ojos claros». Que pena me da saber que desde el colegio influyen los adultos a preferir la imágen de una persona, nada más!

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