Barcelona de mis amores… Ayer, hoy y siempre!

La trayectoria de Barcelona, una institución deportiva que embriaga de pasión a la mayoría de los ecuatorianos, muy en especial a los guayaquileños, y por los sucesos del día de ayer sábado luego de los resultados de su partido contra Liga de Portoviejo, en el que presa de la desesperación salvó el peligro de descender a la categoría “B”, esta vez me obliga a tener que recurrir a hacer ciertos comentarios que, sin presumir en creerme un experto comentarista deportivo, espero nos sirvan para hacer profundas reflexiones en beneficio del futro que ahora le espera.

Cuando hablamos de Barcelona y experimentamos en lo más profundo de nuestro ser aquel indescriptible sentimiento que hace que nuestros corazones vibren y palpiten aceleradamente debido a las grandes e incomparables jornadas cumplidas en diferentes estadios; tanto nacionales cuanto internacionales, hace que a la vez nos avoquemos a pensar que este emblemático e idolatrado equipo de futbol merezca hoy por hoy mejor suerte.

La grandeza del Barcelona de ayer hoy y siempre nos obliga constantemente a reeditar sus gloriosas hazañas, y no es nada justo que tengamos que conformarnos esta vez con el hecho simple de haber salvado el descenso de categoría. Todo el país sabe que al mencionar el nombre de Barcelona, estamos refiriéndonos a una entidad deportiva que representa una importante faceta de la historia de una ciudad que en memorables momentos, aquel importante barrio del astillero de Guayaquil, aglutinó a unos aguerridos futbolistas junto a personas de gente con buen sentido dirigencial.

Sería atroz si echamos por la borda aquella identidad de garra, esfuerzo y valor deportivo que con inmenso sabor a gloria nos legaron los Chuchuca, los Lecaro, los Macías, los Ansaldo, los Marín, los Bolaños, los Chanfle Muñoz, los Spencer, los Cañarte, los Pajarito Cantos, los cholo Zambrano, los Quijano, los Carlitos Muñoz, los Gavica, etecetera , etecetera, etecetera.

Sabemos que el peso de dirigir a un equipo como este no es cosa fácil, pero sabemos también que nuestra hinchada que siempre está allí, apoyando y gritando y sudando y riendo y llorando, merece todo el respeto del mundo. No voy a ser critico de nada ni de nadie, pero con un simple ejemplo solo quiero puntualizar lo que sucedió el campeonato del año pasado en el cual la dirigencia de Barcelona hizo ciertas gestiones económicas recibiendo del Banco del Pichincha 10 millones de dólares, cambiándole incluso el nombre al estadio. Que pasó entonces… Y que pasó ahora..?. ¡No se logró absolutamente nada!. Mas sin embargo aquel entonces el Deportivo Quito, con una inversión de 2 millones de dólares, logró ser el campeón nacional.

A pesar de la grave crisis deportiva por la que Barcelona estuvo atravesando este campeonato, y por motivo del partido contra Liga de Portoviejo este último sábado, hizo que el grave problema de la huelga de los indígenas amazónicos prácticamente pase a ser noticia de segundo plano. Bueno, ¡ESO ES BARCELONA!. Que es además una identidad que nos pertenece a todos los guayaquileños, así como a una gran mayoría de ecuatorianos a lo largo y ancho del país. Esperemos entonces que luego de haber experimentado aquella amarga experiencia sepamos aprender muy bien la lección. Razón que nos obliga y compromete a nunca más olvidar que Barcelona es la gloria y la grandeza deportiva de todo un país, que mas allá de amarla, de reír y hasta llorar por ella, tanto su dirigencia cuanto su cuerpo técnico y sus jugadores, deben respetar a una hinchada que lo entrega todo.

Aquella multitudinaria masa humana que desde los graderíos alienta con fervor a su equipo. Que así como sienten alcanzar la gloria cuando su equipo triunfa, sienten también el dolor de sus derrotas. Pero que por sobre todo, viven orgullosamente de sentirse “TOREROS” hasta la muerte.