23 abril, 2024

La izquierda ecuatoriana y sus pares iberoamericanos

Por estos días en la ciudad de Quito tuvieron concierto agrupaciones que públicamente se reconocen de izquierda, socialistas, comunistas, marxistas, rojas; y aderezadas de chavismo, bolivarianismo y ahora hasta alfarismo. ¡Vaya ensalada ideológica difícil de definir y de digerir!

A esa cita acudieron de varios países organizaciones de hecho que sin que se les arrugue la cara sostienen la insurgencia armada como opción de inmediata puesta en práctica en beneficio de la vigencia de sus tesis revolucionarias. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) también tuvieron escaño, voz y presencia en este foro; todo esto luego de unas semanas en que la comunidad colombiana radicada por todo el orbe salga a las calles de todas las ciudades -desde Tokio hasta Londrés, pasando por Guayaquil- a manifestarse en rechazo a la terrorífica violencia armada de estos facinerosos. Luego de tamaña reunión continental de agitadores, aunque no es oficial, se puede decir sin seña de equívoco alguno que Ecuador es un paraíso para estas gentes. Paraíso legal, paraíso económico, y paraíso de descanso.

Narcoguerrilla, guerrilleros, paramilitares, la CCB (Coordinadora Continental Bolivariana), activistas de izquierda; cualquier mote que empleen no deja cubierta la verdadera intención de estos movimientos: alzarse con el poder en Iberoamérica no en las urnas, pero sí por las armas. A lo Fidel en Cuba. En medio del nuevo siglo de las luces, donde la tecnología sigue acortando las ya abreviadas distancias; la ciencia lucha por permitirle al hombre más felicidad con respeto a su entorno, es inefable que estos grupos empujen desde sus respectivas atalayas a las naciones de Hispanoamérica volver al pasado. Increíble pero cierto, como tan cierto es que nuestro Gobierno Nacional permita reuniones de este tipo en nuestro suelo. El dolor y la tragedia que de inmediato implica la desaparición de víctimas, de secuestros de objetivos militares – humanos, de desplazados de sus casas se rinde ante el servilismo ideológico de tesis fracasadas que siguen los de manos limpias, corazones ardientes y mentes lúcidas implantando en nuestra sociedad, desayunando a mesa llena del Estado.

El panorama es desalentador. No existe política de Estado que haga frente al problema de nuestro vecino Colombia. La insurgencia armada de las FARC y sus pares nos afecta directamente como país, pues cientos de ciudadanos ecuatorianos viven con injustificados e ilegales arrestos en sus propias casas o fincas, solo para no delatar a los “compañeros hermanos de la revolución”. Claro, pedir a gritos acción eficaz de protección a los órganos encargados de tal rol (Policía Nacional, Policía Judicial, Ministerio Público, Función Judicial, Defensoría del Pueblo) cuando la capacidad de gestión de aquellos es muy elemental, hace hasta injusto tal reclamo. ¿Con qué y cómo nos protegen si no tienen con qué? Si la Policía Nacional administra la seguridad física y patrimonial de los ecuatorianos del siglo 21 como en la incipiente pesquisa de la Francia de los Capetos, demos gracias al Cielo de que ninguna organización criminal armada pulula por nuestras calles. Seríamos presa de innumerables males.

Como estamos en épocas de revolución ciudadana, vale cualquier cosa que emane del oficialismo, pues la intención es que la revolución aquella fragüe. ¿A qué costo? No lo sabemos; el perjuicio nacido de la incertidumbre comercial e inseguridad jurídica es harto complejo de cuantificar. Es como una bola de nieve en pleno descenso que crece con cada rotación.

Ya hay índice de la Constitución de Alianza País. No ha sido producto de debate interno en las mesas constituyentes. Con tanta visita que reciben, viajes que emprende por la geografía patria y escándalo que florece como maleza en invierno, las mesas constituyentes debaten nimiedades y el grueso de la labor viene hecho para legitimarse a punta de votos en masa. Aunque suene repetitivo y cansón para algunos que leen esta columna y no ponen por escrito sus reparos, reitero mi añejo y sesudo reclamo: mientras la oposición siga ensimismada en pequeñeces, seguiremos atestiguando cómo Alianza País y sus aparejos hacen de Ecuador, “su” país y no el de todos.

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