Dejémonos de vainas

Sucedió en la base aérea a propósito de los 87 años de la creación de la FAE. Rafael Correa lanzó primero los halagos: calificó a las FFAA como defensoras de “las ideas soberanas” quedándole a él la facultad de señalar el alcance nacionalista de su soberanía. Hasta ahí lo petitorio. Luego la paga: ofreció inversiones para la modernización de la infraestructura militar, mejoras salariales, y finalmente habló  de regresar a la DAC a través del Estado  una participación en la rentabilidad de los aeropuertos de Guayaquil y Quito, aeropuertos que ellos mismo lucraron con gran ineficiencia durante 40 años. Ya veremos que hace la DAC con esos dineros. Hablará alguien de ello luego de otros 40 años.

Previamente, y bajando del avión a su regreso de Roma y luego de haber comulgado de manos del Papa en compensación por no haberle dado la cita privada como Jefe de Estado, habló de atracos en las concesiones aeroportuarias. Vaya comunión recibida, que contradice con sus acciones no cristianas, pues calumniar hasta mi época, si era pecado. Y la calumnia es irrogar un delito por el ventilador de sus palabras, para luego buscar la protección de las armas y olvidar la ineficiencia palpable en el manejo de los aeropuertos durante los anteriores 40 años, que si no los hubiese habido, a nadie se le hubiese ocurrido darlas en concesión luego. Pero las concesiones se reflejaron para bien de inmediato y obtuvimos un nuevo aeropuerto, al que Rafael Correa no perdona que lo hayamos bautizado con el nombre de un personaje guayaquileño, reemplazando a otro personaje de Venezuela que no vino a libertarnos, sino a reconquistarnos. Sugiero que cuando se rebautice el aeropuerto de Guayaquil nuevamente, le pongan directamente el nombre de Hugo Chávez,  el nuevo libertador de America. Esa es la soberanía que se invocó durante aquella ceremonia. ¡Dejémonos de vainas!

Ya los militares administraron Trasnave y Ecuatoriana de Aviación. Con todas las prerrogativas de ser jueces y partes mientras eran dictadura y durante la época de la democracia vigilada por ellos, que al parecer no termina todavía. Fueron quiebras caudalosas que nadie sabe cuanto costaron, pues cuando las armas cuidan las arcas, a nadie se le ocurre meter las manos. ¡Dejémonos de vainas!

La DAC ha sido para Guayaquil la peor tranca en nuestro desarrollo. Los vuelos los centralizaron en Quito pese a sus desventajas geográficas. Las frecuencias aéreas fueron manipuladoras, y siempre se apuntó hacia un solo aeropuerto porque en el Ecuador no se podía dar el lujo de tener dos aeropuertos internacionales. Una vez concesionados ha sido posible construir un aeropuerto decente en Guayaquil, sin blindarlo con la garantía del Estado tal como ha sucedido con el aeropuerto de Quito. Que investiguen donde apesta y dejen a Guayaquil tranquilo. ¡Dejémonos de vainas!