El destino universal de los bienes no consiste simplemente en repartir la fortuna de todos para que quede en partes iguales entre todos. Recuerdo la anécdota del millonario americano al que un conocido le insistía en que le de lo que le correspondía de su fortuna, ya que él, según decía, no tenía un centavo y su amigo, millonario, debía repartir sus bienes. El millonario preguntó a su secretaria a cuanto ascendía su fortuna y le contestó que a cinco mil millones de dólares, luego le preguntó al conocido cuantos habitantes habían en el planeta y éste de dijo que cinco mil millones, de modo que abrió su cartera, le dio un dólar y le dijo: "Ésta es la parte que te corresponde"
El destino universal de los bienes se refiere al principio fundamental de la cuestión social, que exige que los bienes creados por Dios para todos los hombres sean participados equitativamente a todos (Rm, Sertum laetitiae, 1˚-11-39,14)
En cuanto al destino universal de los bienes, debemos separar dos grupos, no por defender la propiedad privada, como veremos más adelante, sino por justicia, ya que los bienes privados tienen un dueño particular y todos los habitantes del país o dependiendo del caso, del mundo, somos dueños de los bienes públicos.
En la parte de los bienes privados, es obligación del que los posee, tenerlos produciendo, no es justo estos estén abandonados, sin producir nada. Tienen que darle utilidad a alguien. Si los bienes están produciendo y sirviendo a los demás, generando trabajo, etc., deben seguir en poder de su legítimo dueño. Es diferente con los productos del sector público, pues estos no pertenecen al Estado ni a quien los está administrando, sino a todos los habitantes del país. Por esta razón, son injustos los contratos colectivos que firman las Instituciones públicas con gran beneficio para sus trabajadores, pues crea dos clases de ciudadanos, los empleados públicos, altamente favorecidos por esos injustos contratos y el resto de la población que reciben sólo lo que les corresponde por ley. Todo contrato colectivo tiene que ser equitativo y regulado por las leyes para evitar se creen diferencias y se produzcan injusticias. Los bienes públicos (petróleo, telefónicas, eléctricas, de agua potable, etc.) y las Instituciones gubernamentales son del Estado, es decir, los habitantes del país son los dueños de estas instituciones. ¿Qué pensaría o qué haría usted, siendo accionista minoritario de una Compañía, en la que cada accionista posee sólo una acción, es decir, todos son minoritarios, y se ha puesto a uno como Gerente y éste firma un contrato para favorecer al grupo mínimo de accionistas que trabajan en esa Empresa? Lo mínimo sería unirse como una mayoría de accionistas para despedir al inepto pillo y dar marcha atrás a lo que este individuo ha otorgado.
Por este motivo también es un ataque grave al destino universal de los bienes el vandalismo, el destruir la propiedad pública o privada en las manifestaciones, y el parar los servicios públicos con huelgas por cualquier motivo. Todos los ciudadanos tienen derecho a la atención de salud, educación, transporte, etc. El derecho a protestar queda anulado por el derecho de los demás a recibir una atención digna.
Publicado en "El Telégrafo" el sábado 31 de marzo de 2007
El verdadero socialismo puede ser muy bueno para un pueblo, pero la ignorancia y la avaricia no permiten que los gobernantes lo apliquen correctamente.