28 marzo, 2024

¡Los contraejemplos!

Desde la vertiente constructivista cognitiva, y refiriéndonos a la metodología basada en procesos, Margarita Amestoy de Sánchez –la eximia educadora venezolana que tanto bien hizo al Ecuador y al mundo con sus investigaciones- acostumbraba a decirnos a sus alumnos que los aprendizajes que se dan en todo proceso educativo escolarizado y no escolarizado pueden ser adquiridos a través de los ejemplos y… ¡de los contraejemplos!.

Recordemos la educación otrora y la sabiduría implícita en el mensaje de los abuelos cuando nos exponían a “razonables” peligros de forma tal que pudiésemos aprender a manejarnos en la vida… ¿no era acaso ponernos en el camino de los “contraejemplos”?

El pensamiento lateral y la creatividad… ¿pueden trabajarse desde la educación regular?

Ningún problema puede ser resuelto en el mismo contexto en el cual se creó, porque la imaginación es más importante que el conocimiento”. Albert Einstein.

¿Por qué hay tanta gente que insiste en querer resolver los problemas nuevos con tratos y soluciones otrora exitosas?. ¿Cuál es la razón para que las personas siempre apliquen pensamiento vertical y se pierdan la riqueza del enfoque creativo?. ¿Cómo hacer para que la educación escolarizada promueva otras formas para la resolución de problemas y no las tradicionales?. ¿Cuáles son los procesos educativos que me llevan a formar a las nuevas generaciones en el reconocimiento del valor que tiene la innovación?.

La “caja negra”… aprendizajes memorísticos

Después de un accidente aviatorio los expertos no dudan en buscar la famosa… “caja negra”, entre los escombros. ¿Para qué?, ¿qué es lo que ella contiene que la hace tan valiosa para los investigadores aeronáuticos?. Información, tan sólo eso, pura información que durante el vuelo ha ido acumulándose como resultado de la travesía.

En altísimo porcentaje de los casos allí está la respuesta para entender por qué ocurrió un accidente y si éste fue por causa humana o mecánica, en fin… es un recurso impresionantemente útil para la evaluación ulterior.

Antídotos

Cuando escuchamos esa palabra la asociamos de inmediato con “salvación de vidas”, por supuesto, en los casos de los ataques de serpientes venenosas, por ejemplo, los antídotos pueden ser milagrosamente útiles para la víctima. Hoy, aprovechando este espacio, esta ventana hacia su intelecto quisiera transferir el concepto señalado hacia otro tipo de “salvación”, aquella que puede darse cuando hemos sido contaminados con los fatales venenos de los filtros cognitivo-afectivos o con los siempre peligrosos contagios de los antivalores y sus subsecuentes actitudes humanas evidenciadas en la conducta.

¿Es posible?. Si la prevención no surtió efecto porque ni siquiera nos dimos cuenta del proceso por el cual se nos “enfermó” de soberbia, de rigidez mental, de polarización de la mente, etc, por nombrar sólo tres de los más comunes filtros mentales; si en clara oposición a los principios universales inmutables como el respeto a la vida, el cuidado de la naturaleza, la comunicación interpersonal asertiva, etc,

Pensamiento positivo… ¿realidad o utopía?

Soy uno de los que piensan que todo suceso o proceso, independientemente de su evaluación humana –bueno, malo, complicado, sencillo, etc-, tiene en sí mismo algo de lo cual podemos aprender… ¡para bien!. Podría afirmar que es la esencia del pensamiento positivo y, por supuesto, los cimientos de una vida sana, psicológica, corporal y espiritualmente… ¿verdad?

El logro del pensamiento positivo, por otro lado, no es algo que se obtiene y ya, muy por el contrario es una lucha permanente, de todos los días, que cuesta mucho porque implica la toma de conciencia de la mismísima existencia, así como el rompimiento con antiguos filtros y paradigmas, sin dejar de lado la solidez del carácter basado sobre todo en los principios universales y los valores humanos concomitantes.

Intoxicación cognitiva

“Tiene un doctorado, dos maestrías, sabe tanto… ¿por qué no consigue un buen trabajo?”.

“Habla tan difícil, no le entiendo nada… ¡debe ser muy inteligente!”.

En las líneas anteriores expreso en palabras dos abstracciones que me he cansado de escuchar durante mi vida, por supuesto en diferentes contextos y en distintos tonos, aunque ambas dejan traslucir el hecho de que muchas personas asocian el éxito personal y profesional con el número de títulos que acumule –“enfermedad” a la que suelo llamar “titulitis”-, en tanto otras tantas están convencidas que el sólo hecho de conocer cosas garantiza la inteligencia… ¡ambas premisas totalmente falsas, irreales y limitantes!

LFC… ¡el valor de ser coherente!

Cuando suelo hablar de “coherencia”, o congruencia y lo relaciono con el liderazgo, las relaciones humanas o los valores organizacionales, no dudo de poner como ejemplo la actitud política de León Febres-Cordero. En efecto, para mis particulares fines educativos, los estudiantes llegan a entender que el éxito muchas veces no tiene que ver con otra cosa que con la generación de confianza y credibilidad en otros seres humanos, todo lo cual puede lograrse a partir de pensar, decir y actuar en consonancia, reiterada y permanentemente.

No debe pensarse en la “santidad”, no es ese el tipo de coherencia al cual quiero referirme, el ciudadano, el político coherente simplemente es, con igual fuerza y frontalidad frente al rico que al pobre, al serrano que al costeño, a la familia o a los extraños, simplemente se… “es”, igual en todas partes. Y esa, a mi humilde entender es en gran parte el legado del patriarca. Con él todos sabían a qué atenerse…

¡Mediocridad!… ¿una postura ante la vida?

Sí, en efecto, muy poca gente busca la constante superación personal desde la vertiente de su sano desarrollo psíquico. La gran mayoría piensa que siguiendo tal o cual profesión, obteniendo un título o haciéndose de una experiencia que más tiene que ver con la mecanización que con la automatización se logran resultados exitosos en la vida… ¡nada más equivocado!.

Se descuida, y con largueza, aspectos tan importantes como vitales para una vida sana y equilibrada, tal cual el desarrollo emocional. Los obscuros aprendizajes enraizados en nuestro intelecto y representados por los filtros cognitivo-afectivos, las emociones destructivas, los antivalores y las creencias obnubilantes hacen que el raciocinio no muestre todas sus potencialidades.

La Cultura del “no me ayudes”

Hace varios años, el Rotary International, una organización mundialmente conocida por sus esfuerzos para la paz y el mejoramiento del mundo, se “atrevió” a proponer a varias escuelas fiscales de Guayaquil, un programa metodológico de alta calidad con el fin de apoyarlas y por ende ayudar a que los niños y niñas que allí se educan puedan contar con perspectivas distintas para el futuro.

Fui parte de esa propuesta que muy motivados preparamos y para la cual recibimos un rotundo “no” de los maestros fiscales consultados en diez o quince escuelas de nuestra ciudad, “no queremos que nos ayuden”. ¡Increíble!, dijimos… ¿cómo es posible que alguien se niegue a ser ayudado sobre todo cuando se trata del mejoramiento educativo de los ecuatorianos?, pero en efecto, las razones fueron de lo más interesantes…

¿Para qué educamos?

“Aunque la sociedad no lo mencione, el principal valor del conocimiento y de la educación es el de ayudarnos a comprender la importancia de disciplinar la mente y de comprometernos en acciones más sanas. El adecuado uso de la inteligencia y del conocimiento debe llevarnos a emprender los cambios internos necesarios para alentar la bondad”

… Dice el Dalai Lama, líder espiritual de los Tibetanos en el mundo cuando analiza las razones para que los procesos educativos no logren coherentemente “empatar” con las acciones que se emprenden para mejorarlos. La pregunta más importante sigue siendo… “¿para qué educamos?”

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