19 abril, 2024

Las fuerzas que se oponen

Cuando se produce algún tipo de desajuste en nuestro quehacer diario no hay nada más saludable y confortable que elevar los ojos al cielo y comprobar que lo que se mueve mucho más allá de nuestras cabezas lo hace con una exquisita dosis de equilibrio y serenidad.

La luna se mueve y lo hace trasladándose alrededor de la Tierra, ésta alrededor del Sol y éste alrededor del centro de la galaxia a la que pertenecemos todos nosotros; se mueven así desde tiempos inmemoriales, lo siguen haciendo y continuarán de igual modo durante mucho tiempo.

¿Qué pasa? Es que en el universo el sistema de gobierno que impera es el despotismo? “Yo, cual estrella dominante, como soy más grande que tú, miserable planeta, te exijo que des vueltas a mi alrededor eternamente”. Y el planeta, que así se mueve sin rechistar, se relame en su giro mientras le recuerda en voz baja a la estrella que a ella también le corresponde trasladarse alrededor de alguien más grande mientras mira de reojo, con regocijo y desahogo, a su satélite que da vueltas en torno a él.

¿Qué pasó después del 21 de diciembre?

Qué ocurrió después del 21 de diciembre?
Un resplandor cósmico nos cegó y envió al
Más Allá? Pues parece que no, lo que
ocurrió simplemente y como era de
esperar es que llegó el 22 de diciembre
como un día más, sin sobresalto alguno. Y
como seguimos todos aquí pues aprovecho
para reflexionar sobre este asunto.

Cómoes posible que en estos tiempos que
corren ya tan avanzados haya gente que
interprete de escritos antiguos que el fin
del mundo está predicho y es verídico y
cómo es posible que haya gente que se lo
crea.

Es posible que en tiempos remotos
existieran personas, por muy inteligentes
que fueran, capaces de predecir que en un
día determinado de su futuro muy
avanzado un fenómeno natural causase el
final de los tiempos?. Es posible que por
motivos religiosos algún adivino embebido
de la mística sideral e iluminado por su
sumo hacedor predijera que en algún lugar
de la Tierra o en alguna época
determinada ocurriera un desastre
equiparable al fin del mundo?.

Un gesto caprichoso de la historia

Un médico, una ciudad, un microrganismo
contaminante, un balneario. Sacude
vuestra curiosidad el espacio de la
memoria hasta el punto de querer enlazar
esos cuatro elementos?

Pues si es así, os encontraréis sin remedio en el teatro, con
su escenario, las bambalinas colgando del
techo, los actores preparándose en sus
camerinos, los bastidores y nosotros
acomodados en el palco de butacas
asistiendo a una representación de Henrik
Ibsen en la que un doctor se enfrenta a
todo un pueblo por defender que no se
debe usar el agua del balneario por estar
contaminada y claro los poderosos del
lugar y la mayoría de sus habitantes se
niegan a aceptar lo que supondría una
debacle económica pues el balneario es la
fuente principal de ingresos, gracias al
turismo.

Viaje al pasado

Hoy me siento nostálgica y el trabajo me desborda, pero hay una
sensación de alivio que alcanzo a encontrar viajando al pasado.

Hace no sé cuantos millones de años el continente africano era un
paraíso verde y no me obliguéis por favor a complaceros con la
fecha exacta pues si tengo que contar año tras año no acabaré
nunca el artículo.

Allí vivían los simios. Pero de pronto, en un
período de tiempo determinado, surgió el valle del Rift y las
mesetas se encumbraron varios miles de metros de altitud aislando
la parte oriental del resto del continente y qué supuso eso?, pues
que cambió el clima en esta parte tornándose más seco y mientras
los simios de la parte occidental seguían tan felices colgados de sus
árboles y haciendo malabarismos con las bananas, si es que existían
claro está, los de la parte oriental se fueron quedando sin arboleda
y sin verde y sin humedad, y desaparecieron?

Mundo cuántico

En el día de hoy me animo a descender a lo más pequeño, ¡no!, no voy en busca de Alicia y su maravilloso país, mi precipitación es mucho más profunda, me voy a sumergir, aunque sólo sea por un instante, en el mundo cuántico, el de los átomos.

Siento curiosidad por conocer cómo ejercen los protones y sus inseparables electrones y en este preciso momento parece que reina la calma absoluta; aquí impera un secretismo total así que no puedo contaros en qué elemento químico me encuentro, pero sí puedo deciros que mientras los protones descansan plácidamente en su núcleo, los electrones giran dentro de sus órbitas respectivas y curiosamente ninguno fuera de ellas y eso que estoy buscando y no encuentro electrón alguno fuera de las órbitas, ¡vaya!, con la ilusión que me hacía pillar a alguno fuera de su puesto, pues no ha podido ser. ¡Vaya meneo!, ¡menuda convulsión!, he de sujetarme bien pues acabamos de chocar con otro objeto atómico y estamos recibiendo energía y contemplo cómo un electrón aprovecha esa energía para ascender de nivel, alejándose más del núcleo, pero no penséis que se coloca donde quiera, ¡noooo!, se sitúa en el siguiente nivel u órbita y aún le sobra algo de esa energía que como no es suficiente para ascender al siguiente nivel la libera en forma de luz o color, del rojo al violeta, qué hermosura, qué subidón. Yo resumiría lo que estoy observando con dos palabras: sabiduría y belleza; sabiduría por el orden, el equilibrio, la armonía, la serenidad y belleza por el colorido.

Certificación

Como Presidenta del Grupo CTO, con una intensa actividad docente en España y en Latinoamérica, paso una gran parte de mi tiempo volando entre ambos continentes. Los vuelos transoceánicos se han convertido en una parte importante de mi actividad profesional, y en último término de mi vida. ¿Pueden imaginar cómo sería mi quehacer diario si en cada vuelo dudara de la cualificación de los pilotos? Ninguno de nosotros subiría a un avión si no estuviera completamente seguro de que las personas encargadas de llevarlo a su destino saben perfectamente lo que están haciendo, y desempeñan su trabajo con la máxima responsabilidad. A las compañías aéreas les exigimos que nos aseguren la aptitud de sus pilotos para hacer volar semejantes moles. Del mismo modo, las propias compañías evalúan a su personal, y no mantendrán en plantilla a un piloto insuficientemente preparado. Como este ejemplo podríamos citar otras muchas circunstancias cotidianas en las que damos por hecho que estamos en buenas manos. ¿Cómo no vamos a ser incluso más exigentes cuando se trata de nuestra propia salud?

La inquietud de la sociedad para garantizar que el médico en el que deposita su confianza es digno de ella, ha sido una constante en la relación médico-paciente desde la antigüedad. Ya desde el Código de Hamurabi, que data del año 1760 a.C., el estado ha tratado de intervenir en este aspecto de diversas maneras. Pero no podemos olvidar que la medicina es una práctica compleja, admirada y considerada por la Sociedad a la vez una ciencia y un arte, lo que convierte en difícilmente justas las apreciaciones sobre la buena práctica clínica y la capacidad del médico cuando son emitidas por personas ajenas a la profesión.

Estreno como columnista

En mi estreno como columnista de este medio de comunicación me acerco a vosotros para invitaros a realizar un viaje que os prometo será breve en el tiempo, pues soy consciente de que estamos todos muy ocupados y os preguntaréis, ¿hacia dónde nos dirigimos?, ¿qué medio de transporte será capaz de albergar tanto personaje junto?, a lo que gustosamente responderé sabiendo que tanta gente me está leyendo y es muy sencillo, con algo que todos disponemos, con la imaginación, que nos permitirá por un lado dar descanso durante un ratito a los pensamientos y sentimientos que diariamente nos invaden y por otro lado, adentrarnos en ese mundo que sólo conocen los estudiosos del tema, los cosmólogos, pues sí, mis queridas amigas y amigos, estamos en el universo y nuestro guía y experto en la materia nos dice que tan solo nos puede enseñar el 4% del mismo, que es la parte que se corresponde con la materia ordinaria, dentro de la cual están las estrellas y que el resto, lo desconocido, lo forman materia y energía oscura.

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