La gota que derramó el vaso
La protesta de la policía nacional para evitar que el gobierno de Rafael Correa Delgado conculque sus derechos (según sus propias declaraciones), que, económicamente, permitía a sus miembros sobrevivir, aunque a medias, en una sociedad en crisis permanente como la actual, fue el camino que abrió las posibilidades para que Ecuador quede al desnudo, ante la propia ciudadanía y los países extranjeros.
Al parecer, y ojalá así suceda, todos abran los ojos… ¿Dónde está el llamado “buen vivir” para quienes, siendo la mayoría poblacional, no tienen ni pan, ni ropa, ni voz? ¿Dónde está la justicia para encerrar en las cárceles a los delincuentes de saco y corbata, que viven de las comisiones y coimas de los grandes contratos, entregados a dedo? ¿Dónde está el respeto de los acuerdos entre los partidos representados en la Asamblea Nacional, que son rotos según el capricho del presidente Correa? ¿Dónde está el respeto a la Constitución que el mismo presidente y su movimiento Alianza País pelearon tanto, a un costo económico, moral y social tan caro para la nación, si el gobierno y la propia Asamblea la violan cotidianamente, según sus antojos, sus emotividades o sus resentimientos? ¿Dónde está la seguridad de la ciudadanía, que aunque de acuerdo a la Constitución debe proteger a los ecuatorianos, en la práctica el sicariato, a vista y paciencia del desgobierno, hace de las suyas?