19 abril, 2024

Un S.O.S. de la basura política

Todo tirano tiene siempre sus días de poder contados. Tarde o temprano la justicia formal
o la del pueblo, que ha sufrido sus insanas presiones, le piden y exigen cuentas. Muy
pocos quedan tras las rejas cuando caen. La mayoría pierden la vida a manos de la ira
callejera o de la traición siempre a la espera… Al parecer Bashar Al Assad, el heredero
de la tiranía siria sabe ya que está solo. Los miles y miles de muertos ordenados y
permitidos por la soberbia de su incapacidad gubernamental gritan por ser escuchados
en su inocencia. La información del periódico israelí Haaretz, sobre el asunto, da una
clarinada. Eso de enviar a sus amigos del festín a solicitar asilo, habla del cosquilleo de
la piel al sentir acercarse el fin de su sangriento mandato. ¿Quién podría darle asilo,
sin embargo, a un individuo que ha cometido crímenes de lesa humanidad?

El reconocimiento de Palestina en Naciones Unidas

Sólo la necedad, la ausencia de sentido histórico y el exacerbado dominio del poder no ha
permitido, hasta ahora, que el pueblo palestino formalice su hábitat socio jurídico como
Estado. Después de la aceptación en la UNESCO como miembro de pleno derecho ,
tal cual ocurrió hace un año atrás, el reconocimiento de Naciones Unidas, en este mes
de noviembre de 2012, de Palestina como Estado observador es, definitivamente, el
paso decisivo para entrar en un futuro de progreso y paz. A mi entender para ambas
sociedades, israelíes y palestinos. No puede seguirse insistiendo en mantener la injusticia
cometida contra Palestina, después de la segunda guerra mundial. Hay que recordar que,
so pretexto de dar hogar a los sobrevivientes del holocausto judío, quedó desmembrada la
tierra palestina, y su pueblo expatriado de su hogar. Ahora, tratando de sobrellevar la
desgracia de ayer, es tiempo de convertir la tempestad en calma.

Es penoso, por decir lo menos, que la señora Hilary Clinton juegue, a estas alturas de la
vivencia mundial, con cartas marcadas por un espíritu imperial en decadencia. Para la
secretaria de estado “sólo a través de las negociaciones directas entre las partes es como los
israelíes y palestinos podrán alcanzar la paz que merecen”. Aparentemente cierto. Pero, en
realidad, muy mentiroso el planteamiento. ¿Es que cuando Israel, allá por mayo de 1948,
es declarado Estado y aceptado por Naciones Unidas, fue el resultado de una consulta y
acuerdo con el pueblo palestino, o simplemente un amarre geopolítico de estrategia
de guerra entre Francia, la URSS, Estados Unidos e Inglaterra? ¿Acaso el mundo no es
testigo, de la desequilibrada forma política de tratar el problema palestino- israelí, desde
el poder del veto de Estados Unidos en las alturas de los organismos internacionales, y el
dejar hacer, dejar pasar de la mayoría de las grandes potencias cuando se trata del uso de
la fuerza israelí?

Miseria Política y Miseria Social

Hay muchas maneras de observar, vivir o proyectar la miseria humana… Pero la miseria
social y la miseria política son, quizás, las que más han confrontado la paciencia,
promovido la impotencia, generado multiplicidad de aberraciones. Ambas tienen como
esencialidad una condición humana deteriorada y en un proceso de tugurización
espiritual interminable. Sin embargo poseen una identidad individual que las diferencia a
cada una. A ver si comprendemos bien este fenómeno de las relaciones socio culturales…

¿Una democracia Presidencialista?

Este criterio, para los momentos del siglo que corre, como que no va más! El
estado-nación, que ha venido procesando su estadía política, desde mediados
del siglo XVII, hoy, casi 4 siglos después, ha colmado definitivamente las
funciones de la estructura republicana. Más aun… Con esta situación, aunque
gestionando algunas alternativas para subsistir en su accionar democrático,
puede decirse que ha sido rebasado. Por propia diligencia en la búsqueda de
solución a sus graves contradicciones. Es cierto que lo nuevo no siempre es
sinónimo de lo mejor. Pero está!

Hoy, sin embargo, con las fronteras del estado nacional quedadas del
tiempo, y avasalladas por la tecnología comunicacional sin esperanzas de
recuperación, de facto la exigencia de más alternabilidad social, más
libertad individual, más participación por derecho, resalta en prioridad.
Negar este hacer es invocar la toma del poder de cualquier forma del
autoritarismo político, definitivamente en desuso. Algo que, ciertamente,
genera en su manifestación socio cultural, inestabilidad jurídica, deterioro
de los derechos sociales, dependencia política de los valores y normas
institucionales… Es que el presidencialismo en una democracia contradice su
esencia misma, al dar paso a la existencia de una dictadura camuflada. Claro,
aparentemente protegida por los mismos criterios constitucionales que la
denuncian.

Las dictaduras populistas

¿Puede concebirse un populismo no dictatorial? Difícilmente. O al menos,
por estas tierras latinoamericanas no ha existido este fenómeno. Es que
el populismo responde a caudillismos oligárquicos que tienen expresión,
aparentemente, a través de un líder. Sin embargo, lo que siempre está
presente son intereses de grupos. Un tanto de aventura. Un tanto de pandilla.
Dan la cara como protectores
de alguna insólita redistribución del
capital productivo. Hay comisiones que reparten bonos, cargos públicos,
representaciones… Es el pago económico y social para mantener, con un
respaldo espurio, la vigencia del poder.

Ningún populismo sabe de principios. ¿Es que acaso el poder por el ´poder
los necesita? La estructura básica de todo populismo está construida
desde una ideología de la violencia. No hay otra opción. La expresión
populista, conceptual y práctica, no es más que la extensión del instinto
de la supervivencia primaria. Y así, tal cual es, así apela a su clientela de
seguidores. La relación populista de masas es, netamente, estomacal. Con
cualquier tipo de populismo el logro máximo no pasa de la conciencia
intestinal. De ninguna manera avanza este objetivo ni al umbral de
una conciencia social, pese a casi siempre justificarse con la oferta de
satisfacciones a las típicas necesidades vitales.

Aprender a desaprender

Cuando alguien habla de aprender significa, en referencia a la mayoría, que
está recibiendo información sobre algo útil para su interacción social. Para
los diccionarios, sin embargo, suficiente es con “recibir el conocimiento de
una cosa”. En opinión general, aprender es aumentar saberes. ¿El sentido
de comprensión de un aprendizaje es, entonces, de facto, acumulativo?.
Hay quienes piensan, incluso, teniendo en cuenta el estatus por su proceso
formativo, que el aprender es ilustrarse, en detalle, de cada asunto, cada
vez más. ¿Hay que sobrepasar, por lo tanto, lo aprendido ayer como parte
del proceso de tener más sapiencia mañana…?

¿Hasta dónde lo antes indicado responde, afirmativamente, a una realidad
socio formativa cierta? Es necesario entender, antes que nada, que el
aprendizaje, que tiene que ver con un sin número de mensajes no siempre
bien estructurados, sufre un proceso de filtración sicológica, por lo común
en tiempos diferidos. Todo usuario receptor, de acuerdo a las circunstancias
mediáticas, demora en asimilar los contenidos, en tanto perjudique o no
a su identidad, de acuerdo al grado de contradicción o aprobación de sus
valores…En esto consiste, y es válida, la “disonancia cognoscitiva” del teórico
de la comunicación León Festinger.

Ecuador: Un desgobierno permanente

La liberación no puede venir más que del ataque, no a uno u otro de estos efectos,
las raíces mismas de la racionalidad política. Michel Foucault.

Sí! Permanente… Pues esto de mañosamente hacerse del poder, y envilecer con su
gestión la sociedad que lo promueve, no es de hoy. La inseguridad ciudadana, el
autoritarismo administrativo, la corrupción financiero económica, la persecución
y el chantaje político, provienen desde los primeros días del republicanismo. Las
dictaduras, sucedidas frecuentemente, desde entonces, de corbata o de uniforme,
sólo han sido el reflejo del caos social, emanado de un Estado sin consistencia
institucional. Decía Rocafuerte a comienzos del siglo XIX: “Es ciertamente un
grave mal para un gobierno naciente que aspira a los honores de la más genuina
democracia, verse en la precisión de sostener una fuerza armada para contener
los extravíos de la ambición, y para cumplir con el sagrado deber de conservar
las vidas, y de proteger las propiedades de los ciudadanos”. A casi dos siglos
de cuando fue escrito este pensamiento, ahora, las cosas están peor. Ni siquiera
las fuerzas armadas sirven, con todo el “profesionalismo” que ostentan, para
salvaguardar los intereses, el bienestar, la tranquilidad pública… Simplemente, es la
delincuencia la que ordena en el país!

Las dictaduras de siempre

¿Para siempre? “Ahí está el detalle”, tal cual decía Cantinflas. Aunque, por la patología del
poder, todas las dictaduras aspiran a sobrevivir decenios, centurias y las más desvergonzadas
hasta milenios. Sin embargo, a mayor cantidad de años de pretensión, menores resultan las
probabilidades de lograrlo y las caídas son, en general, cuando no escandalosas de opereta y
burla. Toda dictadura, del color y de la ideología que sea, busca, antes que nada, la concentración
del mando y la centralización de decisiones. Claro que esta concentración y centralización es
dable con el apoyo definido de las fuerzas armadas. Por promoción beligerante o guardando
silencio y dejar hacer… Ambas posiciones devienen de una intervención encubierta. Margina,
en verdad, su cumplimiento constitucional de proteger, contra la violencia social, a la ciudadanía.
Es que, toda connivencia entre la centralización y concentración del poder aúna, en su gestión,
la arbitrariedad política. Y la arbitrariedad política es sinónimo social del autoritarismo por la
violencia. El cuadro dictatorial queda completo al eliminar la libertad de expresión, encarcelar
la justicia y penalizar el reclamo y la resistencia por el bloqueo a los derechos humanos.
Derechos sociales e individuales.

¿Qué mismo sucede en Paraguay?

Como que el triunfo de la candidatura del ex obispo Lugo fue, sorpresa para unos y ciertas
luces de esperanza, para otros. ¿Por qué? La respuesta quizás va de la mano con toda
la estructura social, económica y cultural del país. Su historia y sus proyecciones. Y, por
cierto, cada cosa supeditada y/o protegida por la instancia política. Política no sólo de
posicionismo. Mas bien de imposición. Intransigente y autoritaria. Es que 35 años bajo
la égida y la depredación moral de una sola visión ideológica generan una condición
humana de miseria! ¿Cómo calificar de otra manera la dictadura del militar Alfredo
Stroessner, acobijado en la bandera del partido único Colorado, y ganando elecciones
continuas sin competidores válidos? ¿Cómo calificar de otra manera la dictadura del
militar Alfredo Stroessner que repartió Paraguay (tierras, producción y dineros), a su
gusto y manera, entre sus familiares y coidearios?. Sin la venia de este poder centralizado
en las manos del ejecutivo, nada podía realizarse más allá de los límites neonazis del
poder establecido. Pero cayó Stroessner, el 8 veces presidente electo, por traición de
su consuegro. ¿Sucedió algo más que los consabidos cambios de gabinete? Sin juicio por
las tantas y tantas malversaciones económicas, sin juicio por los tantos y tantos crímenes
de estado ordenados a su voluntad, sin juicio por las tantas y tantas aberraciones sociales
en contra de los desposeídos… Después de 17 años de exilio voluntario y consentido por
el gobierno de entonces, fallece en Brasil, donde recibió asilo para escapar, así, a la
justicia.

¿Hay que esperar más crímenes en Siria?

Han transcurrido algunos meses desde cuando preguntamos, en uno de nuestros comentarios,
¿“Hasta cuándo la matanza en Siria”?. Al parecer si los asesinatos no pasan de cien, como que
eso que aun se mantiene con el apodo de justicia, llama la atención y crea cierta expectativa.
Pero al sobrepasar las cantidades de 1.000 y acercarse a los 10.000 o seguir más allá,
comienzan las cosas a perder sentido. ¿Cómo entender tanta gente desentrañada de la vida?
De repente, los grandes números superan los valores morales hasta hace poco dispuestos
a ser defendidos. Dejan de tener significancia los hijos arrancados del seno materno para
ser liquidados, los ancianos son un peso social que, en buena hora, pueden ser destruidos
sin reclamos, la juventud y las personas adultas deben tomar partido para matar o morir,
marginando su destino en construcción… La vida… ¿Qué queda de la vida? Sólo el recuerdo de la
posibilidad de haber querido ser y haberse esfumado sin respuesta. ¿Subjetivismo? ¿Estupidez?
¿O intento torpe de racionalizar la irracionalidad de una existencia absurda?

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