Sobre todo en política, siempre hay una filosofía que pretende justificar las tonterías que se cometen. ¿ Ha visto usted, alguna vez, que algún político confiese sus errores ? ¡ Creería haber cavado su propia tumba ! La Historia doméstica nos enseña, sin embargo, que esas tumbas están abiertas en espera de aquél que no los confesó o no los rectificó, por más que admitir una verdad constituye ejemplo de aseo mental y ético. Estamos condenados a presenciar que la acción política se asienta, básicamente, en la práctica del ocultamiento y en el embrujo de la mentira. Bien decía un filósofo moderno que los escalones que conducen al poder suelen estar llenos de mierda. Grosera expresión que, sin embargo, cobra cada vez más vigencia y objetividad. No hay duda…