18 abril, 2024

El origen del pensamiento… 

El pensamiento es una función superior del cerebro.

Nace como una actividad especializada de un grupo de neuronas localizadas en el lóbulo frontal de la masa encefálica.

De los procesos integrativos de máximo nivel, el pensar constituye la mayor expresión del alcance evolutivo del ser humano como ente superior a todas las especies.

Detrás de todo lo que se ha inventado en el mundo, siempre ha existido primero una idea. La invención del carro, la construcción de una casa o la organización más compleja de cualquier sociedad, son circunstancias que estuvieron precedidas por una idea que las originó.

Como definición, el pensamiento es la aparición de una serie de ideas que se generan para resolver una tarea o un problema.

Cada ocasión que el hombre ha enfrentado cualquier situación, en su mente se elaboraron como respuesta a esa situación una serie de ideas para resolverla.

Por ejemplo… estoy con mi carro parado frente a un semáforo cuya luz está en rojo. De repente la luz roja cambia a verde y decido acelerar para continuar mi  marcha. Analicemos cerebralmente esto…el cambio al color verde del semáforo es el estímulo o la tarea. Este estímulo se integra en mí lóbulo frontal y prontamente nacen en mis neuronas una serie de ideas cuyo resultado hace que yo acelere el carro para continuar mi marcha.

A la percepción, Integración, organización y respuesta a ese estímulo, tarea o problema, las ideas que se generaron como su consecuencia, los neuropsiquiatras la denominamos el pensamiento.

Este proceso dinámico e incontenible, se forma por dos etapas que lo llevan a una finalidad.

La primera fase en su construcción se denomina la etapa del pensamiento concreto.

Esta comienza en la infancia y se caracteriza porque en su contenido solo se tienen ideas concretas que se basan en la denominación de las propiedades físicas de los objetos. Así, el niño cuando comienza a pensar dice mamá, papá, casa, perro, etc.

Este pensamiento lo que hace es concretizar las cosas y darles su significado por su nombre, pero sin analizar para qué sirven o cuál es su función. No analiza las propiedades, ni hace  asociaciones de ideas entre ellas. Solo las denomina por lo que son. Este es el pensamiento concreto o de la edad infantil.

Cuando el hombre crece y llega a evolucionar en su madurez intelectual, aparece el pensamiento abstracto, que es característico de la segunda etapa del pensar o de la edad adulta.

En este proceso el sujeto no solo piensa en las cosas por sus propiedades físicas o su nombre, sino que haciendo abstracción de ellas, las analiza y las compara. Las ideas provenientes de este análisis constituyen la capacidad de abstracción del pensamiento, que es el sinónimo de madurez intelectual o pensamiento abstracto del adulto.

Estas dos etapas del pensamiento se alternan en el cerebro humano como un juego.

Concretizar, analizar, conceptualizar y comparar. La finalidad de este complejo proceso de ideas y su análisis, es la creación de símbolos que permitan al hombre relacionarse adecuadamente con su medio ambiente para comprenderlo.

Así por ejemplo, si me dicen que la luna es un planeta del universo, lo primero que pasa por mi mente es la idea de la luna (redonda, brillante,  etc.) por sus propiedades físicas. Lo segundo es que le doy la connotación de planeta  (astro, función específica) y tercero, mi mente crea un símbolo que me permite conceptualizar a la luna, imaginándomela cómo creo que es y a qué distancia se encuentra, pero sin haber estado nunca ahí.

En este proceso usé la concretización y abstracción de mi pensamiento con la finalidad de crear un símbolo que me permitió relacionarme con mi medio circundante y entender aquello que no pude tocar.

El ser humano tiene en su pensamiento el patrimonio más grande de la creación.

El intelecto y sus ilimitados alcances hacen inimaginable el futuro del hombre y garantiza la conquista del universo.

Pensar y repensar….Ideas, pensamientos.

Los procesos intelectivos que generamos en nuestro cerebro y lo que podamos lograr con ellos, constituyen el mayor legado que se ha conferido a la raza humana.

No son el producto azaroso del desorden o la suerte fortuita de un proceso evolutivo. Son el mejor testimonio y la prueba tangible de que somos hechos a imagen y semejanza de quién nos creó.



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