18 abril, 2024

Libertadores Enfermos (II)

Próximo a cumplirse otro bicentenario dentro del proceso independentista, está la entrevista de Guayaquil de Simón Bolívar y José de San Martín. Relevante recordar hechos, diría, decisorios en cuanto a resultados originados en la misma para la ciudad y, por qué no decirlo, para la futura República del Ecuador.

Recuerdo una frase recurrente de mi señora madre: “La cuna no se improvisa”, para el caso oportuna aplicación. Bolívar, despojado por leyes naturales del afecto y protección de sus padres; creciendo en un ambiente de holgura económica carente del dulce afecto hogareño a pesar del esfuerzo de sus allegados, demostró desde infante carácter fuerte, arrojo e inteligencia. 

Tragedia que culminó con su compañera de vida. Posiblemente agotó su fortaleza espiritual dedicándose a la vida bohemia (1807), ambiente propicio para el surgimiento de enfermedades como la tuberculosis, a decir del médico José María Cordovez Moure, “la tisis comienza a roer sus pulmones”. 

Unido al tiempo de la devastadora campaña independentista, acabó por minar su endeble organismo; sin embargo, su personalidad estaba para ideales futuristas imprudentes, tal vez, aumentado por lo que veía a Bonaparte, guerrero dictatorial pretendiendo dominar al mundo occidental.  Enfermizo hizo presencia en Guayaquil.

Y, San Martín ¿Cómo estaba su salud? Leyendo su biografía, qué distinta su vida familiar, tuvo el cariño de sus padres, siguió la carrera militar en España donde vivió desde los seis años hasta su mayoría de edad. Retirándose de la milicia regresó a Argentina en 1812 a liberarla. Ideal independentista que duró por doce años, agudizando muchas dolencias al punto de consumir opio por prescripción médica para soportar los malestares que sufría, según sus médicos tratantes.

La frase antes mencionada es propicia. Ambos libertadores enfermos se entrevistaron 26-7-julio-1822. Resultado: San Martín renunció diezmado por la enfermedad, los reveses e incomprensiones peruanas y sin traumas bolivarianos. Bolívar continúo con la campaña. 

Físicamente desmejorado, acostumbrado a imponerse aun atropellando a los demás. Gran diferencia humanística. 

Guayaquil debe recordar el respeto que mereció la Gesta Octubrina-1820 a San Martín (carta 3-3-1822) reclamando a Bolívar por el golpe de estado de 13 de julio de 1822: “Siempre he creído que en tan delicado negocio el voto espontáneo de Guayaquil sería el principio que fijase la conducta de los Estados limítrofes, a ninguno de los cuales compete prevenir por la fuerza la deliberación de los pueblos. 

Bolívar contestó (carta 22-6-1822 desde Quito): “V. E. expresa el sentimiento que ha tenido al ver la intimidación que hice a la provincia de Guayaquil para que entrase en su deber. Yo no pienso como V. E. que el voto de una provincia debe ser consultado …” 

La Historia es juez. Bolívar, caudillo-guerrero. San Martín, caudillo-estadista. 

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