19 abril, 2024

Una enfermedad social: la inseguridad

¿Qué es lo peor que puede pasarle a nuestro cerebro cuando nos enfrentamos al peligro, real o imaginado?

Pues que los sentidos le transmitan al sistema límbico el miedo y la angustia… eso va directo a una estructura que se llama AMÍGDALA cerebral que a través de una intrincada relación neuronal con numerosas vías nerviosas y de torrentes de sustancias neuroquímicas en la sangre, culmina con la producción de una respuesta de defensa o de huída… si este estímulo al sistema nervioso es reiterado y constante, se genera lo que llamamos en su forma más “simple” STRESS y en su forma más agresiva ansiedad, depresión y colapso nervioso…

Pero… ¿Qué ocurre cuando esa sensación de temor, de miedo o de peligro sucede cuando debo salir de mi casa y los asaltos en la calle están a la hora del día, o cuando envío a mis hijos al colegio con noticias últimas de secuestro y vandalismo? ¿cómo afecta al sistema nervioso de los ecuatorianos el incremento de los robos de vehículos o los asaltos a entidades bancarias por criminales cada vez más avezados?, o… ¿las noticias que recibimos por las redes sociales acerca de peligros, agresiones, asaltos y riñas intracarcelarias?, ¿cómo influye todo esto en la salud mental de los ciudadanos?

La sensación de inseguridad es fatal para el deterioro del sistema nervioso de los seres humanos y el ESTADO tiene el deber de precautelar por la seguridad social y el equilibrio de oportunidades…

LA INSEGURIDAD SOCIAL no solo es un caldo de cultivo preciso para otros y otros problemas como la drogadicción, la tenencia de armas, la violencia doméstica o la misma corrupción política, es un DECIDIDO FRENO A LA PROSPERIDAD, pues provoca que la voluntad y el ánimo de la población se detenga paralizados por el miedo y no exista productividad en grandes conglomerados humanos… que temen por sus familiares y amigos…

Una sociedad que no tiene seguridad en sus organizaciones ni en su porvenir ESTÁ SECUESTRADA POR EL FRACASO y sin opciones claras de mejorar.,.. NO ES CUESTIÓN DE TENER MÁS POLICÍAS NI DE SACAR EL EJÉRCITO A LAS CALLES, EXCLUSIVAMENTE, es un asunto de fondo que amerita soluciones de fondo en un Ecuador inequitativo e injusto en la propia distribución de sus riquezas…

Cárceles atiborradas de presos en las que se mezclan los más avezados criminales con los que deben una pensión alimenticia a sus hijos… politiquería que muestra verdaderas apologías del delito en quienes elegimos, educación de muy mala calidad para muchos y de buena calidad para pocos, sistema judicial con grandes cuestionamientos, familias destruidas por la falta de oportunidades, pérdida de control de los sistemas penitenciarios… corrupción por donde se mire… EN ESTE PANORAMA ES NECESARIO UN PACTO SOCIAL QUE CONVOQUE A LOS MEJORES CEREBROS DEL PAÍS PARA QUE DESDE NUESTRA PROPIA REALIDAD ASUMAMOS LOS ROLES QUE NOS CORRESPONDAN ORIENTADOS POR LIDERAZGOS ÉTICOS, QUE SÍ EXISTEN EN EL ECUADOR PERO QUE PERMANECEN IMPÁVIDOS ANTE TANTO LATROCINIO…

 

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La Jubilación Forzosa

Los romanos refiriéndose a la vejez señalan que esta no era una desventaja, ya que los ancianos tenían un papel importante dentro de la sociedad. La sabiduría de los mayores surgía de la experiencia, habiendo perdido “esa fiebre ambiciosa” que hace tan peligrosos a los jóvenes, motivo por el cual se les concedían peso a sus opiniones. Eran tratados con respeto, al saludarlos, al abordarlos, al cederles el paso, al ponerse de pie en su presencia, al consultarlos. El prestigio de los ancianos configuraba todo el poder del Senado, pues ellos eran por excelencia los senadores, el mismo nombre se deriva de la palabra “Senex”, es decir anciano. Estos antiguos magistrados velaban por su ciudad, y su papel era normalmente el de conciliadores.

Paradójicamente, en el Ecuador, el gobierno nacional está empeñado en jubilar a todos los funcionarios públicos, entre ellos médicos y profesores que han llegado a los 70 años de edad. A esto se suma que, la Jubilación que es una forma universal reconocida por todos los países de premiar al ciudadano que después de aportar durante muchos años, reciba una pensión que le garantice seguir viviendo, se ha convertido en un mito en nuestro país, pues se tiene la impudicia de otorgar pensiones jubilares de una irrisoria cantidad. Un ejemplo de lo que afirmo es que el 80% de los jubilados viven en la mayor pobreza y nada o casi nada se ha hecho al respecto. Muchos discursos, muchas promesas electorales, pero todo queda en aguas de borrajas.

3 comentarios

  1. Todo se relaciona, la injusticia es una sola, se manifiesta de muchas maneras pero la raíz está en la falta de presencia del Estado por la ineptitud de los gobiernos. Interesante considerar la percepción de inseguridad como un factor de salud pública por su impacto en la salud emocional.

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