29 marzo, 2024

La modernización de las religiones

Las religiones son filosofías de vida que controlan la conducta de quienes las profesan. A través de la historia hemos visto cómo han incidido en forma determinante en el destino de los pueblos. Tenemos ejemplo de ello en todas las sociedades.

Así, los caballeros templarios constituyeron una orden poderosa que gobernó política, económica y doctrinariamente a Europa.

El brahmanismo controla costumbres y la vida de los habitantes de la India. Los seguidores de Alá viven bajo la rígida metodología contenida en el Corán. Cualquier precio es poco, incluyendo la vida, para demostrar la fiel obediencia a los dogmas y preceptos de su fe.

En los budistas el control de la población es integral. Marx dijo que la religión es el opio de los pueblos y con eso expresó el omnímodo poder que los credos ejercen sobre las personas.

Los aztecas con su adoración al dios sol, hicieron sangrientos sacrificios humanos especialmente de vírgenes y niños.

La misma biblia nos narra pasajes del intento de sacrificio de Isaac a sus hijos. 

La religión católica no es la más populosa del mundo, sino la quinta más importante por su número de fieles. Ha sobrevivido a través del tiempo y en su nombre se han cometido los más despiadados crímenes contra distintas sociedades. 

Las conquistas hechas por los cruzados en Europa, muestra claramente cómo a nombre de Dios se mató, se incendió aldeas y violó a mujeres inocentes.

La santa inquisición y los execrables asesinatos ejecutados al quemar vivos en la hoguera a los enemigos de la iglesia en nombre de dios, son pruebas de las bárbaras crueldades efectuadas en nombre de la fe. La misma conquista de nuestra raza por los españoles fue una imposición de la religión católica, a costa de la sangre de nuestros indígenas. Esta imposición no elegida ni deseada por los indígenas, destruyó nuestras creencias, dioses y valores propios de nuestros antepasados.

La religión es un poder.

Su dominio se basa en la fe y las necesidades de la gente. E

l control ideológico de las masas a través de sus vacios y carencias con la subsecuente promesa de llenarlos, es la oferta de todas las doctrinas existentes. Las religiones que siguen vigentes a través de la historia son aquellas que se modernizaron.

Las ortodoxas que permanecen cerradas al cambio que exigen las nuevas demandas de los feligreses, se harán obsoletas y morirán.

En la actualidad la aparición de religiones alternativas más modernas en su concepción de la fe, hacen que la hegemonía de las religiones tradicionales se vea seriamente amenazada. 

La religión católica está rezagada en las demandas de la sociedad moderna.

El hecho de que los sacerdotes sean exclusivamente hombres, es un machismo disfrazado por el cuerpo que gobierna a la iglesia. La imposibilidad de contraer matrimonio de los clérigos, los margina del núcleo central de la sociedad que es la familia. El estar contra el uso de los anticonceptivos y sin embargo ser accionistas de los laboratorios donde se producen, es la prueba de lo arcaico de su pensamiento. La condena al divorcio y el impedimento para que los divorciados comulguen, son muestras de un ritualismo arcaico que no va con las demandas de una población del siglo XXI, que tiene nuevos problemas y exige nuevas soluciones. La solemnidad monótona de sus rituales, marcan una preocupante deserción de sus fieles.

Hay una angustiosa carestía de nuevos sacerdotes y monjas. No es atractivo para nadie dedicar su vida a preceptos obsoletos de un esquema que no responde a las actuales demandas de la humanidad.

Por el eso el actual interés del Vaticano al volver sus ojos hacia los sacerdotes latinoamericanos. Recién hoy se les están dando su real importancia. De ahí la actual preocupación para con los pobres de los pueblos subdesarrollados.

A falta de bienes materiales, la mísera población del tercer mundo necesita de la fe para sobrevivir.

Los países Nórdicos que han logrado cubrir las necesidades del ser humano desde su nacimiento hasta su muerte, no necesitan la promesa de una mejor vida por vivir en una buena vida. Países altamente desarrollados con conquistas materiales y sociales, estabilidad económica y sobretodo cobertura integral de las atenciones básicas para sus ciudadanos, no son  susceptibles a la seducción de las promesas para una mejor vida, ya que ellos viven en la tierra su mejor vida. En esos países, es mejor la vida del más acá que la del más allá.

Miseria, Pobreza, carestía y hambre son los terrenos ideales por donde germina la esperanza para que la fe supla las privaciones materiales.

La religión católica necesita profundas reformas en su doctrina.

Durante décadas en la misa nos hicieron rezar por las almas del purgatorio. Antes había cielo, infierno y purgatorio. Ahora mediante un decreto ejecutivo se abolió el purgatorio.

¿Qué pasó con los que nos hicieron creer? ¿Hubo alguna vez purgatorio?

Esto es un juego con las creencias que ellos mismos nos obligaron a creer.

Mi patrimonio intelectual no acepta que a nombre de la fe, yo ya no deba creer lo que me hicieron creer y por lo que en la misa me obligaron a rezar. La iglesia debe adaptar sus planteamientos a la informática actual de sus fieles.

Sólo las doctrinas que enfrenten los problemas sociales del habitante del siglo XXI serán las que persistan.

Debo y tengo el derecho de cuestionar mi fe.

Mi aceptación sumisa de las cosas que no son lógicas y solo corresponden a la rescisión de unos pocos, me volvería cómplice de las posturas burguesas que van contra lo que nuestro maestro predicó. Austeridad, sencillez y amor al prójimo, parecen ser metas lejanas de la iglesia de hoy.

¿Porqué la iglesia no vende todas sus posesiones (bancos, inmobiliarias, negocios, templos, joyas y bienes) para que con el producto de su venta se haga un fideicomiso internacional cuyo dinero sirva para alimentar y curar a los desposeídos del mundo?  

Cubiertas estas metas, Los sacerdotes deberían volver a la humildad y su vida austera. En la actualidad se han aburguesado y disfrutan de un inmenso bienestar económico. Ser un cardenal por ejemplo, es disfrutar de una envidiable posición económica que muchos banqueros no se la pueden dar. El lujo, la burocracia y la pompa, no se conduele con las carestías sociales contemporáneas.

Necesitamos una iglesia sencilla y humilde.

Una iglesia como la que trajo Cristo cuando los sacerdotes andaban en sandalias, sin dinero y conviviendo pobremente junto a los desposeídos que pretendían representar.

 

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