28 marzo, 2024

El mejor hombre del mundo

¿Cuáles son las virtudes que aspiramos encontrar en un hombre de bien?
Que sea honesto, sincero, sencillo, amable, trabajador, decidido, determinado, fuerte, prudente, respetuoso …

No diré que ese hombre está representado por Jesucristo, porque sería injusto, ya que Él es un hombre-Dios. Tampoco diré que está representado por San José, porque ese hombre no puede irritarse jamás ni ponerse violento, ni dejar de ser amable o respetuoso, si su hijo es Dios y su esposa la Virgen María. Tampoco podría hablar de santos, monjes o “maestros realizados”, ya que obviamente han tenido una vida fuera del contexto normal de la que tiene que vivir el hombre común.

Hay un hombre, casi un mito, un personaje que fue divinizado por su pueblo, y es quien viene a ocupar hoy el lugar, que le daré en mi columna, al mejor hombre del mundo.
No es el más bello, no es perfecto y no es real, ya que pertenece a las historias de la mitología griega, aun así, es el mejor: Héctor de Troya, el hijo mayor del rey Príamo y de Hécuba; hermano de París y Casandra. Esposo de Andrómaca, hija del rey Tebas de Cilicia, con quien tuvo un único hijo: Astianacte.

Héctor de Troya es el príncipe con el que sueñan muchas mujeres, el defensor de su ciudad, el valiente. Se caracterizaba por ser un hombre noble, respetuoso y hogareño, lo que para su época significó tener un perfil novedoso y diferente.

La Ilíada nos habla de este personaje y algunas versiones para el cine y la televisión lo han representado así.

Según lo cuenta Homero en la Ilíada, debido al rapto de Helena de Grecia, esposa de Menelao, se arma la guerra de los griegos contra Troya, aunque ya existían antecedentes de conflictos entre griegos y troyanos. Paris también llamado Alejandro, hermano de Héctor, fue enviado por su padre el rey Príamo, en una misión diplomática a Grecia, y termina enamorándose de la esposa de su anfitrión griego, y raptándola. Helena era conocida por ser la mujer más bella del mundo, pero era infeliz en su matrimonio con Menelao, hermano del rey Agamenón. Menelao, dolido y ofendido, desata una guerra contra los troyanos, en la que participan antiguos y famosos héroes.

Héctor de Troya no era un hombre belicoso, cada vez que tenía la oportunidad de acabar la guerra y evitar mayores sufrimientos a su pueblo, él iba tras esas oportunidades. Él quería terminar la guerra. Ya que el conflicto era entre París y Menelao, los dos se enfrentan y París pierde, pero la diosa Afrodita lo ayuda y le salva la vida, ella era su diosa guardiana. Es por esto que el conflicto no se soluciona y la guerra continua.

Aquiles, uno de los principales héroes, e invencible guerrero, solo vulnerable en su talón (de ahí el dicho: “el talón de Aquiles”), estaba disgustado con el rey griego Agamenón, hermano de Menelao, y no participa en la guerra. Es por esto que Héctor realiza un ataque sorpresivo a los griegos, a donde vence en batalla al compañero de guerra e íntimo amigo del invencible Aquiles, Patroclo. Entonces Aquiles, siente ira despiadada, jura vengarse de Héctor y va a la guerra.

Aquiles y Héctor son los mejores guerreros de Grecia y Troya, de personalidades distintas y maneras diferentes de ver y vivir la vida. Aquiles era un guerrero que disfrutaba del combate, intentando establecer justicia según sus intereses.
Héctor es un personaje muy humano, sufre y se conduele. Siente miedo y se indigna ante la injusticia; es el líder de Troya y un firme y valeroso soldado, lo que no le impide ser un esposo ejemplar, un hijo devoto y un responsable jefe de familia.

Héctor es un general y un guerrero, pero prefiere la paz a la guerra y participa en ella por la responsabilidad con su patria, más no por razones personales, que saben le corresponden a su hermano Paris, por la afrenta causada a los griegos al raptar a su reina.

Durante la guerra de Troya, el combate de Aquiles y Héctor marcó el fin de la rivalidad entre estos dos héroes, cuando Aquiles clava su lanza en el cuello de Héctor y lo hiere mortalmente. Todo esto ocurre con la ayuda de los dioses, quienes ya tienen marcado el destino de Héctor, de Aquiles y toda la humanidad.
Para culminar su venganza, Aquiles ató el cuerpo de Héctor a su carro y lo arrastró por el campo de batalla. Aquiles iba a abandonar el cuerpo de Héctor para que las aves y las bestias se alimenten con él. Pero Príamo, rey valiente y padre dolido, va en busca de Aquiles y le suplica, por los dioses, que le devuelva el cuerpo de su hijo para celebrar los ritos fúnebres y enterrarlo, el griego apiadado ante el dolor del viejo padre, se lo devuelve.

Héctor, el domador de caballos, el más importante de los héroes troyanos, apodado el de tremolante casco; tomaba las decisiones en las asambleas, era el comandante en la guerra, pero sobre todas las cosas, era apreciado y respetado por el pueblo. Obtuvo muchas victorias durante la guerra de Troya, quizá la más importante fue la de su propia vida. Murió con honor luchando contra el “casi -dios”, Aquiles, dando un ejemplo de dignidad a todos aquellos que lo amaban.

Si leemos historias como la Ilíada, la Odisea, si leemos la historia, nos daremos cuenta, de la inmensidad de lecciones que nos dejan y de las que tanto deberíamos aprender.
No cualquiera es un buen hombre y no cualquiera es un caudillo.

Al contrario de Héctor, está Paris, su hermano, conocido por su belleza e intrepidez, por su eficaz manejo del arco y la flecha, pero también por su codicia.

De la tragedia de Troya, aprendemos el mal tan grande que es la codicia, el desear aquello que no te pertenece; y el daño moral y mortal que ejerce la traición, pudiendo acabar con toda una familia, con toda una sociedad, con toda una nación.

Historia épica que bien puede ser la historia del más común de los mortales, que simplemente decidió invadir la privacidad de otros, no respetar a nada ni a nadie y tomar para sí lo que no le pertenece. Héctor es el caudillo recto y sabio, el representante de las cualidades humanas más positivas. Y como para que trascienda las épocas y las galaxias hay un asteroide que lleva su nombre: asteroide (624) Héctor.

Y por si queda alguna duda, todos tenemos un punto vulnerable cual Aquiles. Paris acabó con su vida, tras un acertado disparo con su lanza que le atravezó el talón y lo hirió de muerte.
Mejor es, no ir a la guerra, vivir en paz.

 

 

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3 comentarios

  1. Muy bueno sería interesante tener un caudillo como Héctor con honor sabiduría y ser desinteresado para representarnos en la república

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