29 marzo, 2024

La Belleza

Si hablamos de belleza, estamos hablando de la mujer, la última creación de Dios, y la más perfecta.

La mujer fue creada para completar la obra maravillosa de la creación. Dios reunió todas las virtudes y todas las bellezas del mundo en su más grandiosa obra: LA MUJER.

La mujer fue creada para ser admirada, deseada, amada. Puso Dios en ella toda la ternura del mundo, toda la inteligencia, la fortaleza, pues ella iba a tener que luchar contra todas las adversidades y problemas del mundo, como lo hemos podido comprobar infinidad de veces.

Como Pediatra, pude comprobar infinidad de veces, la abnegación, la devoción, el sacrificio de las madres, para atender a su hijo enfermo, pasando noches y días sin dormir para cuidarlos cuando estaban enfermos.

He visto en innumerables ocasiones, cómo, con que abnegación, siguen las indicaciones para buscar la buena salud y el desarrollo de sus hijos.

¡Esto es lo maravilloso de la mujer! Desafortunadamente, el mundo en el que vivimos y sobre todo, la forma como se vive en la actualidad, con las presiones del consumismo y el materialismo imperante, ha ido cambiando el hábitat de la mujer, obligándola a colaborar con el hombre en la parte del trabajo diario, sacándola de su entorno y función como familia, ámbito en el cual ha sido incluso superior al hombre en muchísimas ocasiones.

Desgraciadamente, al perder la mujer ese encanto de la feminidad, ha perdido también mucho de su ternura y en algunas ocasiones, ha llegado a pasarse al otro lado. Con razón, Alejandro Dumas al hablar sobre atrocidades cometidas por los hombres, decía: “Cherchez la femme” (busquen a la mujer), porque una mujer puede ser mil veces más cruel que un hombre.

Es indudable que el mundo ha ganado en eficiencia con el trabajo femenino. Son incluso más capaces que el hombre para el trabajo, más cumplidas, más meticulosas. Su único problema se origina con los embarazos, que las obliga a abandonar el sitio de trabajo, por razones obvias. Pero no es menos cierto que el mundo ha perdido lo más hermoso, pues se ha perdido es el embrujo de la feminidad, de la ternura que sólo una verdadera mujer puede brindar.

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