19 abril, 2024

¡El mundo está loco!

Allá, por 1960, por la locura en este mundo, en el caso específico en el Reino Unido, se discutió y se aprobó una ley en la que se declaraba que la homosexualidad era legal. Un Inglés, envió una carta en la que indicaba que él, renunciaba a la ciudadanía inglesa. La carta, traducida, decía: “En mi niñez, la homosexualidad era combatida, en mi juventud, era tolerada, ahora ustedes la legalizan, yo renuncio a la ciudadanía antes que la declaren obligatoria”.

Después de muchos estudios, se declaró que la homosexualidad no era una aberración, sino una preferencia sexual y se sacó del capítulo de enfermedades psiquiátricas.

Desafortunadamente, esto provocó una ola de reclamos, ya que los grupos GLBTIXXX piensan que, como la homosexualidad ya no es una patología mental, tampoco deben serlo las demás y ya quieren que incluso la pedofilia se pueda considerar como “preferencia sexual”.

¡Creo que estamos llegando al fin de la época de la moral! A la gente parece no importarle llegar a los extremos. Si no se pone un tope a los extremos, dentro de poco vamos a llegar a la eutanasia, como una forma de alivio a los problemas de la senectud.

Un punto que me preocupa y mucho, es el ver cómo, con todo el descaro y el cinismo, la ONU quiere fomentar el asesinato de los niños no nacidos e incluso presionar a los Gobiernos, para legalizar el asesinato de los no nacidos, es decir el aborto.

¿Se han puesto a pensar que entre esos niños que están matando sin piedad, puede estar el científico que pueda descubrir la cura del cáncer o del COVID-19? Nadie sobra en este mundo. Es cierto que hay gente que no debería vivir, porque son nocivas a la sociedad, pero no es problema de nosotros el decidir quién debe y quien no debe vivir. Para eso están las leyes y SÍ es un deber moral de nosotros escoger bien quien es la persona que debe gobernar, para buscar el bien común.

¡El mundo está loco! Estamos acercándonos peligrosamente a un extremo en el que, por querer solucionar el problema de la pobreza, queramos matar a la mitad de la población. ¡La solución no es matar! La solución no es el egoísmo, es la generosidad, es el darnos la mano, cooperar, ser cada día mejores, servir y ayudar. ¡Para eso estamos en el mundo!

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¿Quién ha sido la mal llamada oligarquía guayaquileña? Nada menos que la fuente del progreso ecuatoriano desde que nos constituimos en república. Su contribución ha sido a través de diferentes formas. Una de ellas, por medio de préstamos a los gobiernos para cumplir con sus proyectos. Un ejemplo fue el préstamo del Banco de Ecuador a García Moreno para financiar los primeros trabajos de la construcción del ferrocarril de Guayaquil a Quito.

Los informes anuales del Ministro de Hacienda desde 1830 incluyen el número, monto y finalidad de los préstamos de los empresarios guayaquileños. Estas líneas de crédito se dieron hasta 1925. Pero antes de constituirnos en república, los empresarios guayaquileños fueron proveedores de enormes recursos económicos para lograr la Independencia de Ecuador. Sin la “oligarquía” guayaquileña, Ecuador no hubiera logrado su Independencia así como el progreso material de su pueblo o se hubiese demorado más tiempo en conseguirlo. Se estima que Guayaquil aportó con aproximadamente dos millones de pesos a la Independencia, cifra similar a tres veces el presupuesto del Gobierno de Juan José Flores en 1830. Otra forma de aportar al progreso material de los ecuatorianos ha sido introduciendo al país la modernidad en bienes del hogar, trabajo, salud, diversión, etc. Entre ellos se encuentran: luz eléctrica, vehículo motorizado (autos y camiones), gasolina, emisora de radio, aviación, línea blanca, estación de televisión, cemento, tractor e implemento agrícola, internet, transporte de servicio público, etc. Estos comentarios no deben desmerecer el aporte de otras ciudades del país.

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