29 marzo, 2024

Arresto domiciliario

¡Me temo que el Ecuador está patas arriba! ¡Ahora somos modernos! Los presidiarios tienen arrestos domiciliarios. Creo que nos están dejando las cárceles como el último refugio para defendernos de la delincuencia. Como parece que ya se desbordó la delincuencia (en el diario indican que las dos bandas de ladrones y asesinos con miembros encarcelados en Esmeraldas están cerca o superan ya, los 1000 mafiosos activos), los pillos, ladrones y asesinos son mayoría y a nosotros no nos va a quedar más que las cárceles como sitio de refugio.

Al menos, es lo que quiere decirnos el Gobierno, al dar arresto domiciliario a los asesinos, delincuentes, estafadores y más alimañas de nuestro zoológico delincuencial.

En el mundo en el que vivíamos, los delincuentes iban a la cárcel y nosotros estábamos en nuestras casas. Ahora es al revés. Los jueces, ya sea por miedo, amenazas, pagos, complicidad, o por lo que sea, cambian la prisión por arresto domiciliario. Varias veces se ha capturado en delitos a gente que guarda prisión domiciliaria y que andan libres por la calle, como si fueran asambleístas o miembros del Gobierno, delinquiendo, por este contubernio entre jueces y delincuentes.

Otro punto grave, es la selección de la guardia penitenciaria. Cada vez que hay una requisa de armas en las cárceles, se encuentra dentro de la cárcel, drogas, armas blancas, armas de fuego, celulares y miles de cosas prohibidas más. ¡Cómo entraron? Eso no importa, nadie investiga. ¿Tienen algo que ver los directivos de las cárceles? ¿Quién selecciona a los guardias? ¡La impunidad es la regla! Sacristán que vende cera y no tiene cerería, ¿de dónde peccata mea, sino de la sacristía?

El oficio de guardia penitenciario es muy lucrativo, no por el sueldo, sino por las ventajas. Muchas veces este debe ser el sitio de reclutamiento de nuevos miembros de las bandas.

Estamos secuestrados por bandas de delincuentes, gracias a la Justicia ecuatoriana, que protege, prepara y organiza las bandas delincuenciales. Estamos próximos a ser la segunda Colombia, donde la gente sencilla tiene que huir para poder sobrevivir.

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