25 abril, 2024

Dos interesantes personajes

Encontrándome en mi “club privado”, donde escribo mis entregas, se me acercó un interesante personaje. Me pregunto si era el Ab. Sucre Calderón, sí le dije, soy el Ab. Sucre Calderón Calderón. Me dijo, yo lo leo en El Universo -cartas de opinión- y me gusta lo que escribe. Le agradecí. Me dijo, quiero pedirle, que escriba, sobre el Sistema de Salud ecuatoriano, que es “un desastre y se presta para picardías,-me dijo- no es cuestión de cambiar de Ministros, es el Sistema que es corrupto, desde hace 60 años”…

En mis años de profesional, -continuó-, solo han habido 4 excelentes Ministros de Salud, son: el Dr. Sarrazin, El Dr. Fierro, el sabio Naranjo y el actual Ministro, Dr. Zeballos.

Le conté que desde que el Dr. Sarrazin, fue Ministro de Salud, del Ab. Jaime Roldos Aguilera, no tomo leche, porque declaró públicamente que “la leche (de vaca), en el país, no era apta para el consumo humano”. Le hice caso.

El personaje de mi referencia, es un Ingeniero, graduado en Química y Farmacia, en la Universidad de Guayaquil, después obtuvo un Masterado, en algo relacionado, con ciertos medicamentos para controlar ciertas enfermedades catastróficas contagiosas en el pasado. Me refiero a algunos medicamentos, difíciles de recordar para mi.

Luego, me indico, hice un Doctorado en Israel, a cuyos maestros reconocía como los más sabios del mundo. No en vano, -le dije- tienen ocho o nueve Premios Nóbel en Medicina y otras ciencias afines.

Mal que le diga, me dijo, pero mis maestros israelitas, reconocieron mis conocimientos durante mis estudios. Vivía en los “Kibutz” y hacía vida comunitaria, me dijo. Me pregunto, ¿Sabe cuál es mi gran pero?. No lo sé le contestó, me dijo a continuación, “es NO hablar Inglés”.

Ese ha sido el gran pero en mi vida. Luego se despidió, su hija que pacientemente lo operaba en otra mesa, al despedirse, me dijo:

Disculpe, que mi papá le haya hecho perder tanto tiempo. De ninguna manera le conteste. Con estas conversaciones con gente como su padre yo aprendo y lo transmito en mis cartas, para mis familiares, amigos y lectores. Se despidieron y nunca más lo he vuelto a ver, aun cuando prometió traerme sus recortes de prensa sobre la charla, que por espacio de una hora sostuvimos.

El otro personaje interesante, fue una dama, a quien me la tope en la CAJA de mi Club. Ahí estaba delante mio con 4 niñas de entre 9 a 15 años de edad, alta, guapísima, elegantemente vestida y muy agradable.

Soy curioso, y me llamo la situación que una mujer, tan guapa y estilizada, tenga 4 niñas. Le dije, mujeres como Ud., están obligadas a tener, mínimo 6 niños.

No, me dijo, con 4 es más que suficiente.

Al volver de la caja, ella y las 4 niñas, estaban sentadas en una mesa interior -área con un acondiconado- Me acerqué y le pregunté el nombre. La más pequeña contestó: Carolina Jaume. La mire y en algo se parecía. Ella se sonreía y me dijo, soy Soledad Diab.

Si volviera a ser candidata a Reina de Guayaquil, seguro que ganaría. Lástima que ya no hay un concurso, que se llamaba “Señora bonita”, ¿recuerdan?, ganaría.

Le pregunte como asi tenia 4 niñas, en estos tiempos que las mamás, no quieren tener, sino uno. Me contestó; las dos más pequeñas son mis hijas, las otras dos, son mis hijas adoptivas, con una bellísima sonrisa. me indicó, inmediatamente, que “son las mejores amigas de mis hijas”.

Nos vamos a la playa al mediodía. Le pregunté cuál es su balneario preferido. Me dijo ………….,. Lo conozco, le dije, y me he bañado ahí en alguna ocasión, en ese lugar el mar es correntoso y la playa es empinada. Lo sé, me contestó, pero nosotros no nos bañamos ahí. Posiblemente tienen una casa de playa con piscina, me dije para mi mismo.

Para que Soledad no me considere impertinente, le indiqué, soy buen amigo de su tío Jorge, aun cuando no lo he vuelto a ver desde el inicio de la Pandemia, adicione. Me contestó, mi tío, es una lindisima persona.

Me despedí y ellas siguieron sirviéndose las bebidas y comida que habían solicitado al restaurante.

Así es como hago amigos, -al azar-, pero me ilustran y me llenan el alma con sus historias. Como estas que las acabo de referir.

No siempre es bueno hablar con extraños, mi esposa y mis hijos me lo prohibieron, hace tiempo, pero la experiencia de los años, me han enseñado con quien y con quien no, puedo establecer un diálogo abierto.

Me disculparan, si acaso, mis encuentros casuales, no les parecieron tan interesantes.

A mí sí, por eso se los transcribo.

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