29 marzo, 2024

Entre la fuerza de Guayaquil, las epidemias y los rebrotes

Pasados los cien días de confinamiento voluntario, los ecuatorianos somos testigos, una vez más, de la “fuerza de Guayaquil”… es más, los extranjeros lo reconocen…

La Historia tiene como particularidad, entre otras cosas, el mostrarnos tal cual los comportamientos dignos de ser resaltados y aquellos que nos sirven de ejemplo para corregir y mejorar; así pues debo decirles que de plano el covid-19 no es la primera epidemia que nos golpea y me temo que no será la última…

A inicios del siglo veinte, la famosa “gripe española” que más bien se originaba en Francia asoló el mundo y se sospecha que mató a más de ochenta millones de personas, mientras tanto, Guayaquil, por esa misma época se debatía en una serie de epidemias como la de la fiebre amarilla.

Diarios de esos tiempos, hablaban de la “enfermedad del ‘vómito prieto” que mataba en una o dos semanas y que motivaba en los habitantes de nuestra ciudad el clamor a los santos católicos y hasta emular la costumbre europea de sacar las estatuas e imágenes de los templos para implorar la misericordia de Dios. En aquellos años la Fundación Rockefeller financiaba proyectos de prevención y vacunación en todo el mundo y para ello había contratado a expertos como Hideyo Noguchi. Este sabio japonés es reconocido ampliamente en su país hasta ahora y llegó a Guayaquil en julio de 1918 para una visita de varios días y terminó quedándose por algunas semanas maravillado por la posibilidad de hacer aquí sus investigaciones, en pago Guayaquil puso su nombre a una de sus calles céntricas y construyó bustos en algunos sitios para reconocer la sapiencia de este investigador que motivó también a los autóctonos como al mítico León Becerra.

Las epidemias que han asolado a Guayaquil, al Ecuador, han llegado y se han quedado de manera endémica, verbigracia, la rabia, el dengue, el cólera, el VIH –por mencionar algunas- y el covid-19 no será la excepción. Así ha sucedido en todas partes de mundo. Guayaquil –desde siempre- ha enfrentado, de inmediato o no, y ha estado dispuesta por decisión de sus hijos e hijas, con liderazgos firmes a vencer a los enemigos, sean estos invisibles –como los virus- o visibles –como los piratas y los incendios-.

Hoy, cuando la gente escucha la palabra “rebrote” la asocia a peligro, e imagina una vuelta a los mismos estadios de marzo y abril donde la muerte acechaba a una ciudad que fue tomada por sorpresa pero que se recuperó. No, no es tanto así, rebrotes hay siempre –más leves o más graves- en dependencia de cómo nuestro sistema de salud lo enfrenta y cómo la gente lo vence. Así pues, en la época lluviosa es común escuchar “rebrotes de dengue”, “rebrotes de paludismo”, “rebrotes de cólera” y seguramente “rebrotes de coronavirus”, entonces cuando escuchemos la palabra “rebrote” imaginémonos que ocurre cuando la enfermedad ya es endémica y por tanto un descuido, un ligero descuido puede exacerbarla. De allí la necesidad de contar con sistemas educativos centrados en la prevención, profesionales capacitados para decididamente hacer lo que se debe, autoridades inteligentes y abiertas a la ciencia y por supuesto un pueblo que sigue las indicaciones de quienes los lideran.

Nadie puede decirnos cuando puede darse un rebrote aquí o allá en la ciudad, o si será más grave o menos grave. Lo que sí podemos hacer es prevenir tomando las mejores decisiones que la ciencia nos provee para enfrentar –en caso de darse- un foco infeccioso en algún lugar de la ciudad, y definitivamente, adelantarnos al virus tomando todas las medidas posibles como hasta el momento lo hacen las autoridades locales, ojo, las autoridades de Guayaquil, quienes han entendido y aprendido a tomarle el pulso a la endemia. Al momento de escribir este artículo puedo enterarme que el Municipio de Guayaquil, solidario con nuestros hermanos quiteños, envía, financiando totalmente, a más de veinte profesionales en salud, voluntarios, a la capital para colaborar en los locales adecuados en el sitio capitalino llamado “Parque del Bicentenario” con insumos, medicinas y vituallas suficientes para seguir. Es menester decir también que estos profesionales estarán allá por quince días y que ellos se han manejado en la primera línea contra el covid-19 en el nuevo Hospital Bicentenario de nuestra ciudad. Luego regresarán para que otros profesionales de la salud voluntarios y respaldados por el Municipio, puedan ir a ayudar –a manera de recambio- a nuestros compatriotas en Quito.

Guayaquil, por siempre y desde hace algunos siglos cumpliendo con la aseveración que ha marcado la historia de nuestra ciudad… “Guayaquil por la Patria”… Felicitaciones a la Alcaldesa y a su equipo… esto es Guayaquil, nuestra ciudad, nuestra “casa grande”.

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1 comentario

  1. Confinamiento voluntario hubiera sido si las autoridades hubieran permitido a los ciudadanos salir y asumir el riesgo de enfermarse, pero no fué así, fué y sigue siendo obligatorio, por razones que todavía no están claras.
    El tiempo nos dirá si el confinamiento producirá mas muertes que el hambre.

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