24 abril, 2024

Mensaje para el 2020 – 2021

Hoy aprendí que las cosas pasan cuando tienen que pasar.

Ni tarde ni temprano

Que dar todo no significa que recibirás todo.

Que una buena siembra no significa una buena cosecha.

Que los momentos son cortos y por eso hay que disfrutarlos

Que las lagrimas no las merece quien las hace llorar

Que el amor no se puede forzar y llega cuando menos lo esperas

Que puede haber amigos que son familia y familiares que son solo conocidos

En fin , aprendí que la vida solo es cuestión de vivirla con amor, honor, valores y fé a pesar de la crisis social, económica y de coronavirus

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La puerta

No hay mayor fragilidad que la de estar en medio de dos caminos y no saber cuál tomar. Estoy entre el límite de mantener mi tradicional yo, mi soledad elegida y mi adultez prematura o derribarlo todo y entregarme al amor, a escuchar a mi cuerpo, a atender a la niña interior que reclama su infancia. Estoy con un pie en lo seguro y otro en la aventura.

¿Debería intercambiar seguridad por libertad? ¿Sería una buena inversión? Estoy dividida, paralizada. Si tomo el sur, mi tierra de lluvias y silencios, mi hogar de tantos años; o si me aventuro hacia el norte, una tierra extraña, de su clima y su hospitalidad no sé nada.

Estoy en un dilema con el tiempo. Hay dos momentos muy tentadores, el pasado y el futuro. Se puede vivir eternamente en el pasado o se puede despojar de las cargas y abrir camino para el futuro. El pasado no es malo, no es bueno tampoco, pero es la única forma que conozco de vivir. Del futuro no conozco más que su incertidumbre y que podría ser mejor o peor que mi austero pasado. Parecería que la solución fuera simple: elegir lo seguro, lo conocido; no vaya a ser que si me arriesgo pierda más de lo que ya he perdido…

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