El hombre que conocía el poder

León Febres Cordero fue un liberal de conciencia que posicionó al PSC como un importante baluarte de la libertad económica desde su férrea postura contra Roldós- Hurtado en el 78. Jaime Nebot no era su heredero natural, pero acabó siéndolo, sin llegar a reconquistar Carondelet a lo largo de 28 años desde su derrota ante Sixto y luego Abdalá, contra quien mereció mejor suerte. Su trascendencia política se consolidó más a través del resurgimiento de Guayaquil que por el peso específico de sus ideas. Nebot construyó su poder y lo mantuvo sin pisar Palacio. Con su cerebral negativa de nuevamente terciar por la presidencia, los socialcristianos pierden a su único abanderado y último líder. 

Nebot parecía ser un sobreviviente de la RC, pero sus mediciones y coyunturas electoreras acabaron consumiendo un impresionante capital político. En el 2015 convocó al pueblo de Guayaquil para comunicar su apoyo a que Correa termine su mandato constitucional. El papa Francisco llegó 10 días después y se disipó la corriente que pretendía acabar con la dictadura. No fue candidato presidencial en 2017, pero tampoco hubiera permitido que un correligionario político, sea de partido o tendencia, consiguiera algo que era esquivo para él. Apoyó a Lenín hasta que le fue útil, luego se desmarcó y su grupo parlamentario votó con Correa. Impulsó a Cynthia hacia la alcaldía e impuso a Morales en la prefectura, ambos de cara factura. Termina así un monumental liderazgo, sin recambio, con una ciudad agradecida y un país peor que hace 42 años.