25 abril, 2024

Eslabones y engranajes

En una entrega anterior indicaba que los eslabones de la corrupción son muchos. Que no sabríamos con exactitud cuantos tendría la cadena. Que con seguridad los últimos estarían en Carondelet y otro en la Asamblea.

La Asamblea anterior la dominaron los correitas por una década. Era conocida como la cueva de Ali Baba. El jefe de los pelafustanes, el prófugo, marcaba el paso de los rateros. Con la renovación, se depuro algo, pero las malas costumbres se heredaron.

Los actos de corrupción de asambleistas en los últimos periodos, ya les costo el puesto por lo menos tres, pero la lista de acusados por trafico de influencias y cobros de porcentaje de los sueldos a sus colaboradores, suman mas de treinta. Se descubren nuevas travesuras como las de Mendoza en Manabí, con seguridad habrá más.

En Carondelet parece que el billete se va en tránsfugas y no se dan cuenta o se hacen los ciegos. Guido Chiriboga jr., se toma el tiempo y analiza al algunas partidas. En plantas hay un gasto de 172 millones de dólares, mientras en cartografía, la bicoca de 593 millones., solo para poner unos ejemplos. Algo no huele bien.

La señora Fiscal General trajo un nuevo concepto de impartir justicia. Dijo que debería ser un engranaje: policía, fiscalía y juez. Los tres deben marchar engranados cual rueda dentada, de la misma forma que la hacia girar el dictador, dueño de todos los poderes, Rafael Vicente. Si el engranaje no se movía como el quería, lo remplazaba inmediatamente, la justicia respondía solo al dueño de la maquinaria. No hay la independencia que debe tener la justicia.

Dato suelto. El Consejo de la Judicatura, el organismo administrativo del Poder Judicial, tiene 6500 personas, sin contar el personal judicial.: Directores, Subdirectores, Vocales, chóferes, consejes, etc. Se preguntaran para que tanta gente? Ni que revidaran los procesos.!!. El grueso esta en Quito. Que barbaridad. Eso es burocracia dorada.

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Dios me ha permitido ser un hombre realizado. Afectiva, social y profesionalmente he culminado cada una de mis aspiraciones. Esto me permite no tener que adular a nadie, así como tampoco actuar bajo ningún tipo de cálculo que conlleve un beneficio personal.

Nunca he vivido en Los Ceibos y nunca lo haré.

Sin embargo, desde hace mucho tiempo se de la extraordinaria labor que el padre Federico Gagliardo ha realizado en beneficio de esa comunidad y sus sectores aledaños.

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