28 marzo, 2024

Olmedo enfrenta a Bolívar

Olmedo y Bolívar tuvieron una relación muy difícil de explicar; hubo momentos de sublime admiración en cartas y Canto a Junín, así mismo cartas en que Olmedo lo enfrentó y cuestionó sus decisiones. Unas para reclamar los intereses de su provincia y otras para llamarle la atención por no estar de acuerdo con él. El enorme aprecio que tenía a Bolívar fue disminuyendo con el paso de los años y al final, Olmedo se dio cuenta de que Bolívar lo había usado a su conveniencia. Sus desencuentros comenzaron antes que él llegara a Guayaquil para tomarse la provincia a la fuerza. No estaba de acuerdo de la manera como quería anexarla. Posteriormente su carta del 29 de julio cuando abandonó Guayaquil para auto-exilarse en Perú. Cumpliendo responsabilidades asignadas por Bolívar, envió misivas a él o a su representante, desde Lima, Londres y París. En junio de 1826 se encontraba en Londres cumpliendo funciones de Ministro Plenipotenciario de Perú, cuando se enteró de que Colombia buscaba una tregua de 10 a 20 años con España, y que Gran Bretaña y Francia estaban dispuestos a apoyarla, pues al negarse España a reconocer las independencias sudamericanas, los colocaba en una situación delicada.La iniciativa de Colombia se debía al desangramiento que había ocurrido durante 15 años de luchas, los habitantes estaban cansados de los estragos de las guerras y la miseria, sólo querían  cultivar los campos y poner en movimiento los grandes recursos de aquel suelo, lo que no podía verificarse mientras subsistiera el temor de nueva guerra.

El 28 de ese mes, escribió alarmando a Hipólito Unanue, Ministro de Relaciones Exteriores de Perú, consideraba que era un despropósito: “…parece extraño que se haya adoptado por una República que ha proclamado la primera esos principios, los ha consignado en su código y los ha sellado con su sangre. Todas las razones que la mueven a ese paso se debilitan con una sola reflexión, y es que, en el tiempo de la tregua, se debe vivir como en el de guerra. De consiguiente, ni los soldados volverán a sus hogares, ni cesarán los gastos del Erario, ni serán menores los embarazos de la hacienda para atender a su crédito, ni el régimen militar y su prepotencia se extinguirán”. Olmedo opinaba que era absurdo hacer esa propuesta cuando España se encontraba cuesta abajo: “¿Será posible que, cuando España ha llegado al último grado de miseria y abatimiento, cuando está despedazada por la furia de los partidos y por la codicia y fanatismo del clero, desacreditada por la imbecilidad y crueldad de su Rey; degradada por la inepcia de ministros estúpidos y obscuros, destituida de todos los elementos de vida, sin erario, sin crédito, sin comercio, sin ejército, sin marina; vilipendiada, mofada por todos los pueblos, será posible que se escoja este momento para proponerle una tregua cuando ella está en situación de pedirnos la paz?”. Para Olmedo no era el momento si todo el continente “está libre de enemigos” y las independencias reconocidas por las principales potencias, sobre todo existiendo la Doctrina Monroe que se oponía al colonialismo europeo en las tres Américas. Estados Unidos pasó a convertirse en protector de las nuevas repúblicas.

En opinión de Olmedo, la tregua no convenía porque fortalecería a España y debilitaría a las nuevas repúblicas: “…la tregua abrirá necesariamente el tráfico y comercio español con nuestros países; y no es fácil calcular todas las ventajas que puede sacar España de esta libertad, si aun ahora en que todo español inspira desconfianza, si ahora en que la vigilancia de los Gobiernos es mayor sobre su conducta, si ahora en que hay tanta precaución para admitir uno que otro en el país, se ven cada día ejemplares de tentativas y conspiraciones contra el sistema, … ¿qué será entonces cuando, a favor de la tregua y con pretexto de comercio, remita España colonias de agentes secretos, espías y emisarios que vayan sordamente trastornando las cosas y pervirtiendo la opinión, y preparando la misma para que haga a su debido tiempo la explosión?”

 Bolívar había logrado aprobar la Constitución Boliviana que lo convertía en Presidente Vitalicio. ¿Qué tenía en mente? ¿Por el armisticio podría gobernar una década o más sin sobresaltos? Para esa fecha, de acuerdo a la esperanza de vida de la época, ya estaría muerto.  La respuesta de Olmedo frente a la posible tregua es sin duda alguna, una de las más fuertes en su tormentosa relación con Bolívar. Aparece un Olmedo diferente, expresando abiertamente su forma de pensar. Protesta altivamente contra lo que Bolívar quería hacer, no entendía cómo podía ignorar los enormes esfuerzos económicos y humanos hechos para dejar a los pueblos en libertad.

 

Artículos relacionados

Olmedo en Londres

Extraña coincidencia que los dos guayaquileños más importantes de la primera mitad del siglo XIX, Vicente Rocafuerte y José Joaquín Olmedo, representaran en Londres a dos países no suyos. El primero fue […]

4 comentarios

  1. Olmedo fue un hombre muy sabio! Fue el Idolo del pueblo, el Padre de la Patria, quien poseyó todos los talentos, y practicó todas las virtudes. Un jurista a Carta cabal. Siempre de Honor. Amó todo lo que era amable, ayudó a quienes mas necesitaban.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×