Nube selectivamente costosa

La institución hace mucho tiempo dejó de tener el fuste, la altura y los patrióticos principios que la forjaron en el tercer decenio del siglo pasado. En tiempos recientes pasó a ser apenas un órgano represivo al servicio político de un dictadorzuelo, jefe directo de su máxima figura. Sus informes, cotizados según la falta de rigor con la que sus dictámenes debían producirse, constituyeron un coimero instrumento que enriqueció a su principal autoridad y a determinados lugartenientes, algunos aún en cargos hasta nuestros días. 

Su actual titular fue abiertamente abordado, bajo el amparo de cámaras de vigilancia e inclusive testigos presenciales, con información específica sobre casos de corrupción. Los meses han trascurrido sin que su promesa de contacto se haya efectuado. Es factible concluir que su compromiso por investigar las denuncias haya sido apenas un defensivo pronunciamiento realizado al sinsabor de un desayuno estropeado por lo inesperado e incómodo del encuentro. 

Un gran espaldarazo político, gubernamental y de oposición, sirvió para mantenerse en el cargo. Las viejas prácticas no son fáciles de erradicar, más aún cuando la impunidad se mantiene transversalmente vigente en el país. Ciertos documentos físicos, manipulados y tamizados a razón de primas de libre mercado según el bolsillo de la parte interesada, podrían haberse camuflado en una negra nube. En el mundo de las argucias demás estaría pensar que sus versiones digitales jamás sentarán jurisprudencia alguna en un país éticamente desahuciado.