19 abril, 2024

La economía y la dolarización

El uso del dólar como moneda oficial del Ecuador ya tiene mayoría de edad. Los años iniciales: 2000 – 2007 por la nostalgia y los nuevos retos fueron duros, que gracias al tesón y visión de los ecuatorianos, fundamentalmente de los exportadores de la costa, fue posible la superación económica y financiera. El país creció.

Luego viene la década 2007 – 2017 favorecida por los altos precios del petróleo, bonanza miserablemente desperdiciada por una pandilla de enloquecidos por el dinero, que con despótico poder político destruyeron la economía y sueños del país. Fue una década nefasta de abusos y corrupción. Y no solo que desperdiciaron esos gigantescos ingresos petroleros sino que endeudaron al país despiadadamente.

Luego de esa década de ingrata recordación, el Ecuador conoce de cuerpo entero los actos de corruptela y sus actores, y, como consecuencia tenemos un país en terapia intensiva. Situación agravada en estos últimos días con afiebradas manifestaciones y protestas terroristas de un sector denominado indígena, que se creen patriotas y dueños de los destinos nacionales, cuando en realidad resultaron, por hechos que la sociedad ecuatoriana ha percibido, en destructores de la nación ecuatoriana. Nación que es una sola, con diversidad de comunidades. 

Ante esta realidad cabe que meditemos objetivamente sobre nuestra economía. Como dijimos al principio nuestra moneda es el dólar. Pero esa como país no la podemos acuñar. Entonces: ¿Cómo la podemos producir?

Bien, solo tenemos dos fuentes estructurales: Una pública, los ingresos por exportación de petróleo; y otra, privada, por la exportación de nuestros productos: banano, camarón, pescado, cacao, café, flores y otros manufacturados que contribuyen eficientemente al fortalecimiento de la dolarización.

Siendo estas dos fuentes las que cimientan nuestro actual sistema, es de obligación del estado como tal fortalecer el crecimiento de la oferta exportable de petróleo, y, prioritariamente, hacer cada día más grande y eficiente al sector privado – productivo, para que con su sacrificada misión nutra de dólares a nuestra economía. Entonces, como país seremos prósperos y mejores. Para ello, el estado debe a este sector dotarlo de: 1. Leyes que respalden e incentiven su crecimiento y desarrollo; 2. Creación de centros de investigación y tecnología; 3. Acciones de políticas inteligentes y valientes que eliminen las trabas burocráticas; 4. Eliminación de impuestos que gravan y encarecen la actividad productiva; 5. Eliminación y/o reducción de aranceles que afectan directamente las actividades productivas; y, 6. Ampliación de carteras de créditos para las actividades de exportación. Para esto no hay necesidad de una ley de 402 artículos reformatorios de 22 leyes, como el proyecto actual preparado por burócratas trasnochados. Es cuestión de decisión política de quien como gobernante está frente a la historia.

Además, existen dos fuentes coyunturales para la buena salud de la dolarización. La repatriación de capitales de aquellos que por la inseguridad jurídica del país se encuentra en la banca extranjera. Hecho posible con la eliminación de ese negativo impuesto a la salida de divisas.

Otra fuente de este carácter: la apertura a la inversión extranjera, sin trabas de ninguna naturaleza y con plena seguridad jurídica, y, como acción coadyuvante para facilitar su ingreso se debe, de modo urgente, implementar una ley progresista que haga posible el retorno de la banca extranjera, la que con su solvencia y nuevos y mejores productos incentiven prioritariamente el desarrollo del país. Esto contribuiría a que la banca nacional tenga una legal y legítima competencia en beneficio de todos los sectores productivos.

Como conclusión, cabe señalar que lo anterior por sí solo no mejorará la economía del país, si el estado no le hace urgente cirugía a su obesidad burocrática; paralelamente como la extirpación total de los corruptos que siguen de usufructuarios del presupuesto nacional, que además ofenden a la inteligencia del pueblo ecuatoriano.

  

 

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Me llama la atención la ingenuidad de los defensores de estas reformas, porque si no hay castigo, se fomenta el delito, que de por sí, ya está alcanzando niveles gravísimos en el país. No debe llamarles la atención los robos menores a seiscientos dólares, si ellos ganan mucho más, pero para la gente que recibe el salario mínimo vital, eso significa tres meses de no comer.

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