19 abril, 2024

Amarás a Dios sobre todas las cosas

¿Y si uno fuera ateo? Parece haber una aceptación general acerca de que los Diez Mandamientos prohíban robar, matar, mentir, etcétera. Pero hay muchos que manifiestan no encontrar un sentido a los tres primeros Mandamientos. Principalmente se trata de quienes se identifican como ateos y de personas que por razones ideológicas se oponen al pensamiento judeo-cristiano. Un análisis superficial (al mejor estilo postmodernista) nos diría que mientras los creyentes y no creyentes reciben con agrado los Mandamientos a partir del Cuarto para aplicarlos como reglas generales para mantener relaciones saludables en la sociedad, los tres primeros parecerían tener valor exclusivamente para personas religiosas. Si fuera así, ¿para qué le servirían a un ateo los tres primeros Mandamientos? A continuación procuramos dar una respuesta más profunda desde una postura no teológica ni sobrenatural, sino puramente psicológica y humana.

Llevemos el Primer Mandamiento a términos terrenales. Amar algo quiere decir que lo valoras a tal punto que estableces un vínculo emocional con ello, y que tus conductas reflejan lo mejor posible esa valoración y vínculo. Entonces, recibes el mandamiento de amar algo sobre todas las cosas, pudiendo descubrir que antes de recibir la orden ya lo estabas haciendo. Fíjate bien. Honestamente, no amas igual a los 7 mil millones de seres humanos del planeta. Hay personas a las que amas más que otras. La gran mayoría de desconocidos recibe menos de tu aprecio que los cientos de persona a las que sí conoces. Y entre tus conocidos, amas más a unos que a otros, según una variedad de cualidades individuales que cada uno posee y que tú valoras. Los niveles más altos de amor están reservados por  lo general para algunos familiares y amigos especiales, y apenas un puñado con características muy significativas son los que más amas, por encima de todas las demás personas. Lo mismo pasa con tu valoración de las cosas, sean concretas o abstractas. Esto quiere decir que tienes inevitablemente una escala de valores y que de acuerdo con la jerarquía que estableciste en ella, hay cosas que amas más que otras. El Primer Mandamiento da por sentado que tienes esa escala de valores y te dice que, si pones atención, vas a descubrir que hay algo o alguien que valoras y amas por encima de todo lo demás. Siendo así, debes escoger sabia y voluntariamente qué es aquello que amas sobre todas las cosas, porque para ti, si eres ateo, es el equivalente a Dios.

El Segundo Mandamiento dice No tomarás el Nombre de Dios en vano. Ya estableciste que tienes una jerarquía de valores, y que en lo más alto de ella se encuentra lo que más amas. Ahora bien, la siguiente instrucción de vida es que debes relacionarte con aquello que amas y valoras dándole la seriedad y el respeto que merece. No debes tener un trato irreverente con lo que amas ni con lo que lo representa. Digamos que amas a tu pareja, pero hablas de ella como si no te importara. Lo que estarías haciendo es desvalorizarla ante cualquiera que te escuche y ante ti mismo. El segundo Mandamiento te requiere congruencia entre tu jerarquía de valores y lo que haces o dices al respecto.

El Tercer Mandamiento dice Santificarás las fiestas. Este requiere de un poco de explicación previa. La tradición judía estableció desde tiempos antiguos que el día sábado no se debía trabajar, sino dedicarlo a Dios, a su adoración y su estudio. La tradición cristiana pasó el día de culto al domingo, que coincide con la resurrección del Salvador, y ambas tienen otras festividades de culto o adoración que celebran en comunidad. Para el análisis superficial del cristiano común, este mandamiento significa que tiene que ir a misa los domingos. Pero en un nivel profundo el tercer mandamiento te pide, seas creyente o no, que te programes periódicamente para tener un tiempo en el que te dediques a meditar acerca de lo que has ubicado en lo más alto de tu jerarquía de valores. De esta manera estarás en mejores condiciones para conocerlo y apreciarlo, así como para comprender las cosas que se relacionan con ello de forma más o menos directa. 

Entonces, si sacamos los tres primeros mandamientos de su dimensión sobrenatural, nos encontramos con que son muy buenos lineamientos para tu vida, seas creyente o no:

  1. Reconoce que tienes una jerarquía de valores, e identifica lo que se encuentra en el nivel más alto, porque eso es lo que más amas.
  2. Trata con la debida consideración aquello que más amas. No lo banalices ni lo irrespetes.
  3. Destina un tiempo cada semana para conocer y apreciar mejor lo que consideras que es lo más valioso para ti.

Los valores de la tradición judeo-cristiana son fundamentales en la estructura de la sociedad occidental en maneras que no son evidentes para la mayoría. El análisis superficial tiende a limitarlos a creencias religiosas, y descartarlos en caso de no comulgar con ellas. Sin embargo, la aplicación de los principios de vida que ofrecen los Diez Mandamientos puede continuar sosteniendo por siglos a la cultura más próspera de la historia de la humanidad, para el beneficio de todos, sean creyentes o ateos.

 

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