28 marzo, 2024

El FMI y sus criterios draconianos

Considero que en el Fondo Monetario Internacional (FMI) laboran grandes profesionales.  Aclaración que hago por tener amigos que trabajaron y se jubilaron en esa noble institución; sin embargo, creo que sus recetas de equilibrio fiscal se pueden lograr con sacrificios del sector público permitiendo que el sector privado se mueva dinamizando la economía.  Los problemas los crea el estado y es el mismo estado que los debe solucionar.  

Los consumidores, que somos todos los ciudadanos, demandamos bienes y servicios que permitan que el sector privado los produzca en libertad sin obstrucción del estado.  Si el Estado interfiere con más impuestos recaudatorios para equilibrar las cuentas fiscales caemos en un círculo vicioso de estancamiento y alargamos el problema de desempleo porque cada año se incorpora alrededor de 150.000 jóvenes a nivel nacional a la demanda de nuevos empleos.  

Como ejemplo de la afectación de los impuestos a la actividad económica, vamos a suponer que cada ciudadano de un país solo consume dos bienes de la economía: cigarrillos y caramelos de menta; asumimos también que cada ciudadano solamente recibe $1 diario de salario para su consumo.  Al ciudadano del ejemplo consumir un cigarrillo le cuesta 90 centavos y con los 10 centavos sobrantes se compra dos caramelos de menta de 5 centavos cada uno.  Es decir, el ciudadano con el dólar fuma un cigarrillo y come dos caramelos de menta diariamente.  

Ahora bien, el estado decidió instaurar un impuesto de 5,5% sobre el cigarrillo elevando el costo del cigarrillo a 95 centavos creando un problema grave para el productor de caramelo que antes vendía 2 caramelos diarios y ahora solamente venderá uno porque al ciudadano solamente le quedan 5 centavos para gastar dado que el estado se está llevando 5 centavos vía impuesto.  Es poco probable que el ciudadano deje de fumar por consumir los dos caramelos diarios.  Concluyendo el ejemplo, tenemos que el dólar diario que posee el ciudadano ahora se distribuye de la siguiente manera: 95 centavos para la compra del cigarrillo (5 centavos de impuesto para el estado) más 5 centavos para la compra de un caramelo.  

Lo anterior es un ejemplo de la afectación de los impuestos a la economía.  El ciudadano bajó su estándar de viva al caer su consumo de caramelos a la mitad y el fabricante de caramelo vende también la mitad a consecuencia del impuesto que retiró de las transacciones, 5 centavos.  Sin embargo, un economista seguidor de la escuela keynesiano de la economía podría argumentar que la G (Gobierno – gasto público) es parte de la Demanda Agregada(DA) = C (Consumo) + I (Inversión) + G + (X (Exportaciones) – M (Importaciones)) y por ende aporta al crecimiento de la economía, distribuye la riqueza y a la larga el ciudadano pudiera recuperar el hábito de consumir dos caramelos diarios en lugar de uno, porque el estado trasladaría los 5 centavos de la recaudación de impuestos al ciudadano;  sin embargo, lo que está en papel y este planteamiento teórico no refleja lo que acontece en la práctica. Lo vivido en el Ecuador durante el periodo presidencial de Rafael Correa Delgado, cuando el gasto público fue excesivo y su utilización está ocasionando un análisis profundo con conclusiones que nos llevan a determinar que quienes nos gobernaron fueron o más pillos o negligentes que gobiernos anteriores. Expertos del BID y periodistas de investigación calculan despilfarros en la contratación pública de alrededor de $70 mil millones de dólares ($70.000’000.000) como resultado del excesivo gasto público.  Lo gastado durante del periodo de Correa apenas influye en el crecimiento promedio anual del 3,42% del PIB (Demanda Agregada) al comparar con los países de mayor crecimiento mundial (India, China, Panamá, Vietnam, otros países del Asia oriental y del Pacifico) que sobre pasan el 6% de crecimiento anual sostenidamente. Nunca en la historia del Ecuador se tuvo tanto dinero en manos de un solo gobernante. Fruto de la pillería y negligencia del periodo del presidente Correa los ecuatorianos estamos condenados al estancamiento económico por los próximos tres años si aceptamos las condiciones de negociación del FMI de incrementar los impuestos indirectos.  

El FMI no debe preocuparse de la existencia del dólar en nuestra economía o si somos competitivos o no, ese es problema de cada empresario.  Lo que necesita el empresario es que se libere la economía para que bajen los costos de producción que encareció el periodo presidencial de Rafael Correa con todas sus reformas tributarias que incrementaron el gasto público.  

El dólar nunca fue un problema de competitividad.  O sino hágase la pregunta: ¿Qué prefiere el empresario, administrar un negocio con una moneda estable o con una moneda que se devalúa? Además, si se considera que la devaluación hace más competitivo al productor, entonces: ¿por qué todos los países del mundo no entran en una guerra devaluatoria? Contesto de la manera más sencilla: la devaluación de la moneda nacional disminuye el poder de compra de los ciudadanos, los mismos que a la larga terminan regalando los bienes producidos al exterior y desmejorando su estándar de vida, porque con esa moneda devaluada obtendrían menos bienes y servicios importados y nacionales, ya que la devaluación viene acompañada del alza general de los precios: inflación. La misma pregunta se la hago al lector: ¿Prefiere tener dólares o una nueva moneda nacional?  

La idea de usar el 10% como impuesto plano, mencionado en un artículo anterior, es por simplicidad en el cobro de los tributos, simplicidad que ayuda formalizar más ciudadanos contribuyentes.  Esto implica reducir el IVA en 2%, eliminar el ISD, el anticipo al Impuesto a la Renta y refinanciar la deuda pública que se está haciendo impagable por sus altos intereses. Después de cumplirse las medidas económicas de reactivación recomendadas liberando la economía, el país estaría listo para aceptar, simultáneamente, la eliminación de los subsidios a los combustibles y recortes presupuestarios.  El FMI debe entender que no queremos que sea nuestro mecánico de la economía al pretender reparar el carro con el motor apagado, paralizando la actividad económica del país, sino que esperamos que nos recete para la cura de nuestros males económicos tratándonos como hace el doctor con su paciente grave: curar con el corazón funcionando y con pintas de sangre (dinero) entrando al cuerpo (país).

 

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