19 abril, 2024

Transhumanismo

Vivimos una época de cambios o un cambio de época, tal vez ambas cosas. En apariencia el cambio se muestra constante, múltiple, reiterado y holístico, tanto que casi ni nos damos cuenta. La Filosofía, las Ciencias Biológicas, la Química, la Física, la Robótica, la Telemática, en fin, todo aquello que hemos construido a partir de la Filosofía primero y luego a partir de la Ciencia se ve estremecida desde sus cimientos con la llamada “Transhumanización”, por ejemplo.

Si, por supuesto, ese movimiento científico, cultural e intelectual que considera un deber ético el transformar la condición humana mejorando sus capacidades tanto física, psicológica e intelectualmente. El desarrollo de tales conceptos ha sido tan insensible el avance para el gran denominador de los mortales que no podemos saber exactamente cuándo se inició ni tampoco su probable fecha de destino. Estamos aquí y ahora.

Si hemos de buscar orígenes, la Filosofía y la Historia de la Ciencias Médicas nos dice que los egipcios hacían trepanaciones para mejorar la condición humana en cuanto a la salud, así ya utilizaban inmovilizadores de fracturas, hacían circuncisiones y operaban cataratas. Griegos como Hipócrates tenían clarísimo que era el cerebro el sitio desde el cual se desarrollaba la inteligencia, las emociones, el bien y el mal, en contraposición con la idea aristotélica de que era el corazón el órgano de la inteligencia. Descartes sabía que eso que llamamos “alma” estaba en el cerebro, pero pensaba que su ubicación era la glándula pineal, pequeño error que bien vale la disculpa por tratarse del padre del “pienso, luego existo”. Y así podemos hacer una revisión de cómo el hombre siempre ha tratado de encontrar solución a los males. Sin embargo, nunca había llegado hasta ahora en la idea transhumanista de la inmortalidad.

Como puede observarse, la lucha por mejorar la calidad de vida del ser humano no es nueva, sin embargo nunca ha estado tan disociada de los valores y de los principios más elementales, escondidos desde la creencia que lo único valioso es aquello que busque la supervivencia del hombre como especie a cualquier costo, inclusive de la manipulación como es el caso de las ciencias performativas como la genética, la neurociencia, la inmunología, la robótica, la telemática, entre otras. Ciencias que buscan agregarle siempre algo a lo ya conocido con el fin de lograr avances que garanticen la “calidad de vida”, la “salud eterna”, la “supervivencia en las mejores condiciones posibles”.

Las consideraciones éticas siempre son fruto del razonamiento. Se convierten en creencias poderosas capaces de movilizar las conciencias de uno o de muchos, de muchísimos cuando se comparte como una necesidad a un desajuste que se considera fundamental en la vida. Así pues, nuestra sociedad se plantea desde diferentes aristas cosas como: “ya no hay valores”, “los valores han cambiado”, “existen transgresiones axiológicas”, “ética y moral son vocablos sinónimos”, “los valores abstractos requieren de actitudes concretas”, entre otras tantas aseveraciones que muestran la angustia social, la pérdida del rumbo, la incapacidad para observar los objetivos, entre otras cosas. ¿Cómo hacer frente a esta desenfrenada carrera? Los valores humanos son, a mi entender una salida y por tanto hay que debatir sobre ellos y su inmenso poder como mediadores del desarrollo humano. ¿Verdad?. Sigo pues mis reflexiones…

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