La política exterior de los EU ha tenido grandes éxitos y rotundos fracasos también. El abandono de Kennedy en Bahía de Cochinos (1961) a los cubanos entrenados por la CIA marcó el comunismo en América Latina y el establecimiento de nuevos paradigmas dogmáticos entre libertad y totalitarismo. Un espíritu de derrota y desasosiego igualmente se sintió en el mundo libre con la caída de Saigón (1975). La libertad, representada por Nixon, había de nuevo sucumbido ante Moscú. El altísimo sacrificio del personal militar y el no menos importante aporte de los contribuyentes dejaron su huella.
Los emblemáticos conflictos entre potencias, más allá de sus aspectos geopolíticos, tienen una profunda raíz de libertad económica, muchísimo más marcada hoy que en el siglo pasado. A pesar del notorio avance militar ruso y el surgimiento de nuevas fuerzas supraregionales (China, Norcorea, Irán), la significativa superioridad tecnológica y económica de los Estados Unidos representan la nueva frontera de un détente moderno sin aparente objetivo final.
Venezuela se ha convertido en la más reciente prenda territorial del nuevo comunismo, representado por las criminales mafias del narcotráfico. Las antagónicas fuerzas contrarias a la hegemonía del mercado se han apoderado de todo un Estado gracias a una letárgica Casa Blanca, su interminable retórica de guiños diplomáticos y reticencia al intervencionismo, y el indescifrable costo político de una acción militar no contemplada por los electores estadounidenses. ¿Cuánto vale Caracas?