19 abril, 2024

Cabello y El Aissami detienen a Maduro

Los ciudadanos quieren prosperidad económica, pero no a cambio de una guerra. La batalla comercial con China sobre acceso a mercados, la disputa con Corea del Norte sobre armas de destrucción masiva, el enfrentamiento geopolítico con Irán sobre acceso nuclear, la confrontación estratégica con Rusia sobre materias primas, son los conflictos modernos que los estadounidenses no quieren ver traducidos en enfrentamientos bélicos. Los intereses económicos son parte intrínseca de una globalización política que afecta la producción de commodities, el acceso que consumidores tienen a los productos manufacturados y los costos financieros relacionados a la distribución de los mismos.

Venezuela es la versión moderna de la crisis cubana de los 60. Maduro no es Castro y los intereses no son los de la realpolitik de entonces. Las presiones políticas y económicas impuestas hasta ahora no producen el efecto deseado, pero la situación de aparente indefinición tampoco podrá mantenerse como un de facto status quo. La mafia del narcotráfico ha demostrado su extraordinario alcance, pero el mismo es insignificante al enfrentar el poderío de los Estados Unidos. Maduro vale ya tan poco que no es sujeto de negociación, no así Cabello y El Aissami, para quienes el dictador es tan valioso que preservarlo en el poder se ha vuelto trascendental. Los tiempos se acortan rápidamente y la solución tienes visos extraterritoriales para evitar el uso de contingente estadounidense y cumplir con la máxima de precautelarlos salvo inminente peligro.

 

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Cuando la libertad de expresión transgrede principios elementales de convivencia y viola los fundamentos morales y éticos que deben regir a cualquier actividad del ser humano, necesariamente involucra a las leyes que serán las responsables de imponer los límites en los que esa libertad puede y debe transitar.

Cuando el poco sentido común, las pasiones negativas, la visceralidad política, el rumor morboso, la simple duda que no se puede demostrar, y el lucro económico prevalecen sobre la moral, la ética, la verdad y el respeto al derecho al buen nombre de los seres humanos, se cae en terrenos antinaturales, de energías perversas, que solamente pueden provocar un incalculable daño a la colectividad. No se hiere solamente a la democracia, se enferma y se castiga al mismo tiempo a la sociedad.

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