HabÃa una vez un hombre sabio.
VivÃa preocupado por las cosas complejas y los problemas fundamentales.
La economÃa, las matemáticas y la polÃtica eran su mundo. Siempre solÃa ir a  la playa para pensar.
TenÃa la costumbre de caminar por ella antes de comenzar su trabajo.
Un dÃa mientras lo hacÃa vio una figura humana en la playa que se movÃa como un bailarÃn.
Se sonrió al pensar que alguien bailaba para celebrar el dÃa.
Apresuró el paso y al acercarse vio que se trataba de un joven y que este no bailaba, sino que se agachaba a recoger algo y suavemente lanzarlo al mar.
A medida que se le acercaba lo saludó:
– ¡Buenos dÃas! ¿Qué estás haciendo?
El joven hizo una pausa y dándose la vuelta respondió:
-Arrojo caracoles al océano-. – ¿Supongo que deberÃa preguntar por qué arrojas caracoles al océano?
– Hay sol y la marea está bajando. Si no los arrojo al mar morirán-. – Pero joven, -dijo el sabio- no te das cuenta que hay miles de millas de playa y millones de caracoles de mar.
¿Realmente piensas que tu esfuerzo tiene sentido?
El joven lo escuchó respetuosamente, luego se agachó, recogió otro caracol del mar y lo arrojó al agua más allá de las olas.
– ! Para este; tuvo sentido!
La respuesta impactó al sabio.
Se sintió molesto, no sabiendo qué contestar, por eso, dio media vuelta y regresó a su casa a pensar.
Durante todo el dÃa mientras pensaba, la imagen del joven lo perseguÃa.  Intentó ignorarlo pero la figura persistÃa.
Finalmente al caer la tarde se dio cuenta de que a pesar de ser tan sabio, se le habÃa escapado lo esencial de la acción del joven.
Se dio cuenta de que éste habÃa escogido no ser un mero observador del universo,  sino que elegÃa participar activamente y dejar su huella en él.
Se sintió avergonzado. Esa noche casi no pudo dormir.
A la mañana siguiente se despertó  preocupado: se levantó, se vistió, fue a la playa y encontrando al joven, pasó junto a él durante el dÃa arrojando caracoles al océano.
La vida no está llena de hechos complejos o muy importantes. Nuestra existencia no es de grandes eventos o cosas trascendentales.
Nuestra interacción con el universo está llena de pequeños momentos que son las diminutas, pero hermosas cosas que nos tiene deparada la vida.