24 abril, 2024

¡En paz!

¿Por qué sufre el ser humano? ¡Por la incomprensión! No por la incomprensión de los demás, por la incomprensión de los amigos, porque las cosas no salen como uno quisiera, ¡el hombre sufre por la incomprensión de sí mismo! Hay un precioso verso de Amado Nervo, que se titula: “¡En Paz!” que me permito copiar:

“Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste, ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida.
Porque veo al final de mi rudo camino
que YO FUÍ EL ARQUITECTO DE MI PROPIO DESTINO,
que si extraje la hiel, o la miel de las cosas,
fue porque en ella puse hiel, o mieles sabrosas,
¡cuando planté rosales, ¡coseche siempre rosas!
¡Cierto!, a mis lozanías va a seguir el invierno,
más tú no me dijiste que mayo fuese eterno,
hallé sin duda largas las horas de mis penas,
mas no me prometiste tan sólo noches buenas,
¡y en cambio, tuve algunas santamente serenas!
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz,
¡Vida, nada me debes! ¡vida, estamos en paz!”

Cuando vinimos al mundo, vinimos desnudos, no trajimos nada, quizás vinimos con un barril de ilusiones, pero ni eso es seguro que nos hayan permitido pasar. Llegamos, y en nuestro egoísmo empezamos a acaparar todo lo que nos parecía agradable, comenzando por el cariño de nuestra madre, luego de nuestro padre y fuimos recogiendo el cariño que gentilmente nos ofrecían nuestros hermanos, abuelos, tíos y la familia, luego los amigos, el amor, y deslumbrados por las cosas materiales, fuimos poco a poco poseyendo, generalmente en forma egoísta, los juguetes y luego, otras cosas. Fuimos poseyendo, o más correctamente dicho, fuimos siendo poseídos por las cosas, por lo material, por el mundo.

¡Esta es la realidad, y aquí comienza el problema! Dependemos tanto de las posesiones, que eso mismo nos impide disfrutar de ellas. El temor a perderlas, nos impide lograr la felicidad de disfrutarlas.

Yo tuve la suerte de tener cáncer de esófago, y en un momento crucial de mi vida, cuando mi esposa sufría con las metástasis de su cáncer de seno. En primera instancia, resolví callarlo y no tratarlo. Hablo de la suerte de haber tenido cáncer, pues esa experiencia me sirvió para aprender a vivir. Me ayudó a comprender que yo era “el arquitecto de mi propio destino” y me permitió asimilar el verdadero sentido de la vida. No conozco de nadie que haya vivido eternamente, ni conozco de nadie que haya podido llevarse algo de aquí, al morir (excepto quizás, los recuerdos). ¡Desnudos vinimos y desnudos volveremos! ¡Desnudos de todo lo material! Pero no debemos olvidar que al regresar seremos juzgados, no por cuánto ganamos ni por cuánto acumulamos, sino por lo que hicimos, por cuánto y como servimos. ¡Porque vinimos al mundo no a acumular, sino a servir!

Entonces, ¿qué logramos con las posesiones? ¿La vanagloria? ¿Dejar a nuestra familia mejor posicionada? Aunque los amemos mucho, creo que debemos preocuparnos más de nosotros mismos que de nuestra familia. ¡SÍ! ¡No podemos olvidar porqué vinimos al mundo! Como lo dije anteriormente, vinimos a ¡SERVIR!

¿Y qué es servir? Desde la más antigua prehistoria, el hombre, la creación ¿perfecta? de Dios, era y es débil en relación con los otros animales, sin irnos a la época de los dinosaurios, en la época actual, muchos animales son más grandes y fuertes que el ser humano. El hombre posee inteligencia y comunicación diferente a la de los animales, lo que le permite asociarse y ayudarse mutuamente (los animales también lo hacen, pero en escala inferior), y es obligación de los seres humanos ayudarse mutuamente.

El mundo está evolucionando exactamente hacia el lado contrario. La prepotencia, el orgullo, la vanidad, el cinismo, la mentira, la desvergüenza, y todo lo que antes se consideraba negativo, es ahora lo deseable. Los abusadores son los bienvenidos y los que destacan. Se crea un ambiente en el que lo que se admira no es al hombre capaz, que lucha por mejorar, sino al que tiene más poder. Todos quieren ser como él. Ya la honradez, la honestidad, la integridad, el apellido, el buen nombre, han pasado a ser más bien un estorbo, que una virtud.

Debemos darle la vuelta a la medalla. Debemos volver al camino del bien, de la rectitud. La convivencia humana es esencial. El respeto, la reciprocidad, la tolerancia, la justicia, deben ser la base en la que se asiente nuestra sociedad.

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1 comentario

  1. Sabias palabras mi estimado doctor. ¿Cómo hacemos para que estas palabras se hagan realidad? Creo sinceramente que ésto es lo que hay que volver a enseñar en los colegios, en casa y en todas partes para revertir el desastre que hemos generado por ser tan permisivos en todo orden de cosas.

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