29 marzo, 2024

Corruptelas palaciegas

El más reciente escándalo financiero deja en evidencia el atraco perpetrado por intermedio de la banca nacional a cuentacorrentistas que declinaron recibir servicios ofrecidos a través de llamadas efectuadas por call centers. Por mínima que haya sido la cuantía del robo, o minoritaria la participación accionaria en la empresa desfalcadora, está claro que la responsabilidad pecuniaria tiene un límite, pero los daños a la fe pública, ya lesionadas en demasía durante once años, tienen un alcance incalculable.

Un presidente honesto hubiera inmediatamente dimitido a quién dejara siquiera entrever intereses personales dentro de su gabinete. Retirarse de un cargo, cuando menos por vergüenza ante sus conciudadanos, hace tiempo dejó de ser un comportamiento de rigor en el país. Quienquiera que desee vender conceptos de competitividad dentro de una administración pública en estado “desordenado y sin transparencia” y pretenda acometer con un “cambio casa adentro” debería, antes que nada, ser ejemplo de todo lo que predica.

La huida de Alvarado y el ascenso de Merizalde son parte intrínseca de una corrupción que dejó de ser un riesgo para convertirse en la realidad más fehaciente dentro de la cual se desarrolla el Estado en complicidad con unos pocos y ante una sociedad domesticada al rigor del socialismo. La parodia de la inminente inversión extranjera directa y la gran generación de empleos continuará mientras la falta de asepsia en las esferas gubernamentales continúe siendo la norma y no la excepción. Caso cerrado.

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Momentos Peligrosos

“Los perros ladran, es señal que estamos andando” frase del Quijote que expresa que se esta avanzando en medio de situaciones difíciles en las que se tiene oposición malsana o perversa. Estos días he recibido varios ataques. Cobardes y anónimos. A mi correo que no es secreto, a mi teléfono que tampoco lo es, usando el servicio de comentarios de esta pagina. Eso significa que estoy incomodando intereses. Quieren que calle. No lo van a lograr, seguiré denunciando, comentando sin apasionamiento lo que esta mal, de lado y lado.

Silencio cómplice

Cada vez son menos los que se atreven a denunciar los hechos de corrupción, enriquecimiento ilícito, robo, sicariato o simple agresión. El silencio que genera el miedo es cada vez más usual. Existe el temor a la represalia. Desde las altas esferas del gobierno emana un tufo de antipatía que fomenta las diferencias sociales convirtiéndose en el caldo de cultivo para que se generen dichos actos.

Nadie denuncia la descomposición en funcionarios públicos de alto nivel. Desde la oposición se comenta la compra de grandes propiedades, costosos vehículos, yates, etc; pero nada más, solo comentarios. Los jueces dictan sentencias de acuerdo al monto solicitado. Los sicarios actúan a vista y paciencia de todo el mundo y los narcos hacen de las suyas ante la miseria existente.

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