23 abril, 2024

El juego de la vida

Me ha dolido ver el vídeo que se ha hecho viral en “WhatsApp” de la entrevista que le hizo la prensa al Abogado Ochoa, sobre la visita de una asambleísta correísta, a la agente confesa y presa por el intento de secuestro a Balda. Resultó tan obvio todo, que el Abogado perdió la compostura y en vez de contestar, se dedicó a insultar a los periodistas.

En las vacaciones de mi juventud, íbamos a Salinas y entre las cuatro canciones que se repetían constantemente en el Salinas Yacht Club, había una de Daniel Santos, que parece que no la ha oído el Abogado, o ya la ha olvidado. “El juego de la vida”, es el título de ese viejo éxito del artista. Yo acepto que en la profesión de abogado hay que aprender a mentir para defender la actuación de su defendido, pero también debemos aceptar que no se puede defender lo indefendible, al menos por lo que parece de acuerdo a los hechos denunciados.

La letra de la canción es clara: “En el juego de la vida, juega el grande, juega el chico, juega el blanco y juega el negro, juega el pobre y juega el rico. En el juego de la vida, nada te vale la suerte, porque al fin de la partida, gana el albur de la muerte. Juega, con tus cartas limpias en el juego de la vida, al morir nada te llevas, vive y deja que otros vivan. Cuatro puertas hay abiertas al que no tiene dinero, el Hospital y la cárcel, la Iglesia y el cementerio.”

Mucho me temo que en las Facultades de leyes, se ha perdido la enseñanza de la honestidad. Una cosa es la verdad y otra muy diferente, ganar un juicio. Querer comprar a los testigos para que cambien la verdad es actuar deshonestamente, aunque no se haga personalmente, sino por medio de influencias, asambleístas o secretarias. Por dignidad propia y por ayudar a su defendido, si éste no es culpable, debería retirarse del caso y dejar que la justicia siga su curso. Un hombre de bien, no debe por nada (peor por dinero) vender o perder su honestidad.

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La moda, es inevitable cegarse ante ella cuando es lo primero en que nos fijamos de alguien cuando conocemos. Muchas veces la manera en que nos vestimos nos identifica y clasifica, y así crear más estereotipos, como muchas veces simplemente es la comodidad de cada individuo.

También es la costumbre que nos hicimos desde el inicio de la historia de tener ciertos diferentes trajes para distintas ocasiones en las que nos podemos encontrar.

Mandar un mensaje hacia los demás sin darnos cuenta, es lo que hacemos cuando optamos por cierta vestimenta, demostrar éxito, poder, o quizás todo lo contrario. Muchas veces la forma de vestir de cada uno no tiene ningún significado especial en la persona, aunque la mayoría de veces sí influye en las personalidades.

2 comentarios

  1. Señor doctor usted, tiene toda la razón. Ahora hay que dar charlas de honestidad, principios, disciplina. Y que el pueblo se involucre para desterrar las malas prácticas.
    Saludos cordiales.

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