19 abril, 2024

Perdiendo la libertad

Alguna vez el lector se ha preguntado: “¿qué tan libres somos?, ¿somos felices dentro de las normas y reglamentos que nos gobiernan?, ¿podemos hacer lo que queramos?, ¿qué nos lleva al estado de rebeldía y rechazo?, ¿por qué sentimos que algo nos falta para ser felices? Y otras preguntas cuyas repuestas estarán siempre dentro de la magnificencia del significado de la palabra “libre” que el hombre lleva dentro de su ADN desde que el homo sapiens apareció en la tierra por primera vez.  

Hace más de 10.000 años, cansado de ir tras su alimentación por el mundo, el homo sapiens encontró la necesidad de colaborar en sociedad con asentamientos para dar inicio a la actividad agrícola, la misma que, desde sus inicios contó con granos y animales domesticables que le proporcionaría bienestar, sobrevivencia, intercambio cultural y comercial entre sus semejantes.  

En la actualidad, los asentamientos hacia la comodidad y facilismo que proporciona las ciudades es una realidad inevitable que dejaron atrás las tribus nómadas que fueron desapareciendo con la evolución del hombre.   Lo que antes éramos, hoy por hoy, el homo sapiens en estado de movilidad no llega al 1% de la población mundial debido al crecimiento de la civilización, conflictos armados y disputas de tierras de gente extraña a las tribus nómadas de la actualidad, remanentes en el planeta Tierra.

El homo sapiens moderno es menos libre de lo que fue en el pasado.  La democracia tiende a resolver los conflictos de vivir en comunidad; sin embargo, el dogmatismo de nuestros gobernantes con sus actos nos quita cada día más nuestras libertades con leyes y reglamentos que nadie las entienden, condenándonos a la obediencia a actos que hoy nos prohíben y que antes sonaban tan lógicos.

Ante la pretendida ordenanza del Concejo Cantonal de la ciudad de Guayaquil de prohibir la fabricación y expendio de plásticos de un solo uso, me pregunto: ¿Qué es lo lógico para Guayaquil? Diríamos el hecho que se haya desarrollado la industria de plástico que da trabajo y negocios colaterales a muchas familias cuyos productos son utilizados en el hogar, en la industria de alimentos rápidos, restaurantes y otros usos industriales donde se requiera productos plásticos de un solo uso tales como envases de aceites, fundas de embalajes, sunchos de seguridad, botellas, tapas, envolturas, tuberías y cintas adhesivas, frente a lo planteado por el municipio de Guayaquil de prohibir el uso de plásticos de un solo uso.  Definitivamente lo lógico es la generación de empleo a través de la competencia del mercado donde el consumidor satisface sus necesidades de uso de los múltiples productos que ofrece la industria de plástico en el Ecuador y no una resolución municipal que discrimina el empleo y crea opciones caras para el ciudadano en caso de que exista alternativas a la multiplicidad de productos que ofrece la industria plástica.

Ordenanzas como la pretendida por la Municipalidad de Guayaquil crean inseguridad jurídica en el país.  Mientras el Gobierno Nacional promociona la inversión extranjera en sectores estratégicos como la industria petroquímica (El Aromo), la municipalidad de Guayaquil impulsa una ordenanza que prohíbe el uso de productos de plásticos que dependen de poliolefinas, materia prima para la fabricación de plásticos, que a su vez son fabricadas por petroquímicas.

Indistintamente que el Ecuador tenga uno de los promedios más bajos del uso de plástico (20 kg per cápita al año frente 31 kg promedio de la región, 148 kg y 136 kg de EE. UU. y Unión Europea, respectivamente) sigue siendo importante la orientación del ciudadano con respecto al trato hacia el medio ambiente.  La educación del homo sapiens es importante para la toma de decisiones en su supervivencia a igual que la convivencia medio ambiental. ¿Qué se ha hecho para educar al ciudadano para que respete al prójimo y se respete así mismo con el cuidado del medio ambiente? Si se teme por la suerte de nuestros mares y su cuidado, ¿Cuántas veces se ha verificado que las embarcaciones artesanales o de gran calado que regresan a puerto traigan sus desperdicios a puerto?  Posiblemente que nunca. Es muy probable que las tarrinas, botellas y fundas plásticas nuestros pescadores las descarguen en altamar. En este caso muy cierto, pregunto nuevamente: ¿Es culpable el fabricante de los productos plásticos de la contaminación de los mares o el pescador que fallamos en educar?

Igualmente, podemos decir que el reciclaje siempre ha sido una alternativa viable para el tratamiento de los desperdicios provenientes del consumo humano.  El municipio de Guayaquil tiene la decisión monopólica en la asignación de la recolección de basura, tiene el poder para direccionar el destino de la basura y promover el reciclaje de los desechos.  Además, el municipio de Guayaquil puede destinar importantes recursos a la educación del ciudadano con respecto al cuidado de la ciudad y su entorno. El no hacerlo es un fracaso que cabe achacar a lo que hoy se quejan por daños ecológicos al pretenderse una ordenanza que prohíba el consumo de plásticos de un solo uso, mientras nos quitan las libertades a elegir en un ambiente de competencia con el consumo de productos de bajos costos frente una alternativa de consumir productos biodegradables que aún no existe su fabricación en el país.  Lo pretendido por el concejo cantonal no es economía social de mercado sino socialismo puro.

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“Hay que luchar contra estas nuevas leyes ecuatorianas que irrespetan la voluntad de Dios atacando la dignidad del hombre. ¿Hasta dónde debemos llegar en la lucha?: Hasta el martirio de ser necesario” Padre Pedro Barriga, S.J.

La respuesta es preparándonos académica y éticamente y haciendo que esta instrucción se nos convierta en un hábito. Una casa construida sobre el monte más alto no puede ocultarse. Levantemos nuestras expectativas y nuestros corazones e implementemos con firmeza la justicia, pero la de adentro, la interna, la que nace de la espiritualidad y se exterioriza a la sociedad. No al revés, no esperemos que la justicia venga de fuera, creémosla nosotros mismos en nuestro interior y veremos que al contagiar a los demás de valores reduciremos automáticamente los índices delincuenciales del país. Nadie se cura a sí mismo por el hecho de herir a otro, hay que sanar a los demás sanándonos primero nosotros mismos, con ayuda de Dios, no con los vendedores de salvación.

5 comentarios

  1. El reciclaje ,parece ser en algunos países, la respuesta. Por que no crear toda una industria de reciclaje que muy bien le vendría, no solo a la ciudad , sino también al país? El plástico que no sea biodegradable es un problema, pero solo lo es si en vez de enfrentar el problema con medidas creativas( reciclaje sería una) tan solo se lo prohíbe. Aquello de los remedios radicales, casi siempre traen problemas nuevos y pocas veces el remedio va en proporción con el problema. Eso de que se note , casi siempre va con la idea de las fotos o las obras en la superficie. Años atrás le pregunté a un ex ministro de obras públicas del por qué de la falta de alcantarillado y agua? Respuesta:”Ah, por que son obras que no son como los puentes, los hospitales o las escuelas, están bajo tierra, no se ven”…

  2. Exelente análisis. El municipio rehuye su responsabilidad en este tema. Ellos deben proporcionar a la ciudadanía un sistema de recolección diferenciada de basura. Pero lo fácil y demagógico es prohibir.

  3. De acuerdo, y la municipalidad de Guayaquil nos adeuda mucho en este tema. Se puede optar por termofusión para el manejo de los deshechos y conseguir así elementos biodegradables y energía, y adicionar planes sociales para los recicladores, pero, no hay voluntad ni personal, ni política.

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