25 abril, 2024

QEPD Unasur

La Unión de Naciones Suramericanas, más conocida por sus siglas Unasur, no existe más. Esta organización que nació en la etapa de las “roboluciones” que se tomaron en su momento América del Sur, está en sus últimos estertores. Ya mantiene a muy pocos miembros, quedando reducida a un pequeño club o camarilla que acolita las andanzas de la dictadura de Venezuela.

No sé qué espera nuestro país para separarse de una institución tan desprestigiada. No basta únicamente con despojarla de la sede faraónica que le construyó el desgobierno correísta, también debe darse un paso al costado, revelando las razones por las cuales nos separamos.

Lastimosamente, arruinaron el concepto. No era mala la idea de tener un organismo que aglutine y consolide las necesidades y objetivos de los países del sur de nuestro continente; sin embargo, desde su nacimiento la marcaron con el sello del fracaso. Los gobiernos que promovieron su formación lo hicieron con agendas de intereses particulares, tratando de tener un poder disuasivo que les diese contrapeso regional contra el gran país del norte. Al final del día, lo que estos malos gobiernos buscaban era tener un reducto donde guarecerse en el caso de que sus fechorías fuesen expuestas a la luz pública.

Las intenciones solapadas de algunos de los presidentes de la época fueron las de convertir a la Unasur en una contradictora natural de la Organización de Estados Americanos.

¡Cuántas veces no escuchamos a muchos de estos dictadorzuelos amenazar con retirarse de la OEA frente a las críticas que recibían por las barbaridades que cometían en sus países! Esa cantaleta no va más, la Unasur ya no tiene, ni siquiera, el número mínimo de países miembros activos que se requerían para su formación. Ya no es más que la tribuna y club de quejas de los gobiernos de Venezuela y Bolivia. Ningún país serio, debería permanecer en ella. En lugar de mantenerla con respiración asistida, habría que provocar su desintegración formal, para en su lugar volcarse a trabajar en el fortalecimiento de la OEA.

 

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Nos despertamos con las campanadas o sonidos de relojes de procedencia de uno de estos países, éstos nos marcan las horas, días y meses; desayunamos con vajillas, cubiertos, preparamos y conservamos los alimentos en refrigeradoras, cocinas, batidoras, hornos y diversos pequeños electrodomésticos, originarios de dichos países.

Las noticias y programas de las radios y televisión, así como la música nos llegan por medio de equipos de los citados países. Las celebraciones de cumpleaños, bodas y otras llevan los sellos japonés o chino en los órganos, pianos e instrumentos musicales, para culminar en las fotografías del recuerdo tomadas con cámaras de dichas procedencias.

2 comentarios

  1. Felicitaciones por su contundente opinión. Necesitamos muchas más de este tipo de opiniones claras y decididas para que vayan entrando en las mentes obtusas de los borregos que aún siguen balando.

  2. Excelente artículo, la felicito. Así deben ir desapareciendo todas estas agrupaciones que no sirvieron para nada, sólo para dar pávulo a las pretensiones de una camarilla. Siga adelante.

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