23 abril, 2024

La intrascendencia de los partidos políticos

Los partidos políticos han perdido peso y espacio a nivel mundial. Las estadísticas así lo confirman y lo que ha sucedido en América Latina con los gobiernos del SSXXI dista de haber sido un mero accidente regional. Descartan ser considerados como los nuevos comunistas, se autocalifican progresistas, no rehuyen al abanderamiento antiestablishment, pero confluyen en la debacle económica.

Este proceso de conversión política en el país tomó cerca de 40 años. Los partidos políticos del pensamiento filosófico comenzaron a perder trascendencia ante el advenimiento de un populismo dotado de proclamas redentoristas, pero carente de razonamiento económico. Los presuntos liberales de avanzada dieron lugar a otras tendencias que terminaron asimiladas por la Revolución Ciudadana. Los vanguardistas conservadores, antes aupados por preceptos religiosos, también buscaron refugio en la izquierda. Al final, de los verdaderos e indoblegables liberales y conservadores de antaño, quedan ya muy pocos, y además erradamente encasillados por la izquierda revolucionaria como neoliberales.

Los movimientos políticos ecuatorianos se autoaislaron de la retórica filosófica para terminar en el gobiernismo, antes, o en la oposición, ahora, pero siempre bajo la figura de un solo líder. Lo preocupante no es la forma, sino más bien el fondo en la coyuntura del acomodo. La historia no registra un solo gobernante marxista de un ejemplar resultado económico. La sindéresis de unos pocos ministros no conseguirá que Lenín sea la excepción a la regla.

 

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