29 marzo, 2024

El poder

“Ganarás el pan, con el sudor de tu frente” dice el Génesis que fue la orden que dio Dios a Adán, cuando lo expulsó del Paraíso. Luego vinieron las épocas de las conquistas. El vencedor, el más fuerte, se quedaba con lo del más débil y el mundo siguió avanzando. Con muchas prerrogativas, luego, en las diferentes sociedades, basadas en general en las monarquías, los que estaban arriba, siempre eran los favorecidos y los de abajo sufrían la escasez, el hambre… Vinieron las revoluciones, como la francesa, y el pueblo se levantó contra la oligarquía. Se guillotinó a la realeza y luego vino el ansia del poder y unos mataron a los de arriba, y así. El mismo Dr. Guillotín, inventor de la guillotina, murió guillotinado.

Entrando al siglo XX, en la revolución bolchevique, con el recuerdo de la francesa, el grupo que llegó al poder, comenzando por Lenín y siguiendo con Stalin y demás, no permitieron que eso vuelva pasar. Se restringió la libertad y si alguien reclamaba, era eliminado y luego, en el mundo entero, la ambición de los que llegaban al poder era tal, que muchos querían quedarse en el poder y enriquecerse a costa de éste. Vino por ejemplo en Cuba, el gobierno de Batista, la corrupción y el robo era tan descarados que cuando apareció Fidel Castro en Sierra maestra, el pueblo cubano lo miró como un salvador. Luego empezó la aplicación del sistema comunista y el paredón evitó cualquier insurrección.
Otra modalidad empezó pocos años después al descubrir el nuevo mundo de las drogas. Los narcos empezaron, en forma similar a las mafias en los Estados Unidos en la época del alcohol, a sembrar y procesar droga, un proceso muy lucrativo y para defenderlo se crearon las guerrillas, que empezaron a luchar con las autoridades para mantener el negocio. Algunas autoridades por debajo, ayudaban y este negocio ha prosperado tanto, que en realidad, junto con la corrupción gubernamental, son los dos negocios más importantes del Siglo XXI.

La corrupción gubernamental viene por la ambición del ser humano. Cada uno quiere ser más que los otros y poco a poco se fue perdiendo el respeto, la decencia y el espíritu de justicia, pues si respeto las normas, puedo perder, además el otro va a emplear esos mismos métodos para poder ganar. El Gobierno tiene poder y el que llega al poder quiere vivir bien y ayudar a sus amigos y a quienes lo apoyan. No es ético, pero ocurre. Es decir, hay un grupo favorecido por el Gobierno. La honestidad depende de la persona. .

La teoría socialista, atrae por el significado de justicia social inherente a ella. En teoría es ideal. A ella se opone el afán competitivo natural del ser humano y el espíritu de superación que le es innato. Para contrarrestar ese espíritu, se tiene que luchar contra la individualidad de la persona y eso significa coartar su libertad. Tratar a los seres humanos con igualdad es imposible en la práctica, y en lo que deriva es en que haya un grupo reducido de élite, que tiene todas las comodidades y la gran mayoría reducida a la igualdad, pero hacia abajo, es decir, en la miseria.

La teoría capitalista considera importante el desarrollo y la competitividad del ser humano, valora el emprendimiento, la creación e innovación. La creatividad hace crecer al hombre. Lógicamente el más creativo, el más apto, llegará más arriba.

¿Cuál principio es mejor? Ambos tienen sus defectos y ambos tienen sus virtudes. Lo que en verdad debe importarnos es quien va a gobernar honestamente. Quien va a respetar al ser humano y su libertad, respetar las leyes y la verdadera justicia, quien no va a enceguecerse con el poder y quien dirigirá con mejor sabiduría el país.

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La Consulta y la institucionalidad

CONSULTA POPULAR

Reiteradamente he sostenido que la única manera de lograr una patria grande y prospera es respetando la ley. El respeto a la Ley, que es la máxima manifestación del compromiso adquirido en el contrato social, debe de ser irrestricto, y no me refiero al conductor que incumple la ley de transito o al contraventor que bota basura a la calle en contra de la ordenanza de Aseo dictada por el municipio. Me refiero a la totalidad del entono. Esos infractores lo son porque sienten que es posible el irrespeto, porque hay seguridad de impunidad.

Nadie está por encima de la ley, ni hay fin supremo superior a la ley. No se justifica de modo alguno el quebrantamiento de ella, y más bien cuando dicho quebrantamiento se origina en las más altas esferas del poder administrativo, se debe volver perentorio el castigo o sanción para quien lo hace, considerando incluso la posibilidad de que dicho incumplimiento sea el resultado de una acción directa de los mas insignes funcionarios del estado, para quienes debe pesar con mas fuerza la sanción por incumplimiento de la ley.

¡Arranca choclos y mete al saco!

Se nos preguntó a los ecuatorianos si considerábamos que se debía proponer una nueva estructura de ley madre Constitución y votamos afirmativamente condicionando nuestro voto a que se nos presente un proyecto y entonces decidiríamos si lo aceptábamos o no.

Yo, en muchas ocasiones he escrito artículos en que afirmaba la necesidad de cambios que nos llevasen a una mayor justicia social y brinde igual oportunidades a todos.

Empero, asevere que por los plazos que se daban y las mociones de un incongruente señor Heinz Dieterich que tenía una propuesta de un “Socialismo Siglo XXI” que el mismo no sabía explicar y que justificaba que después se vería… demostraban claramente que a lo que iban es a una Carta Magna ya redactada y compendio de mil fracasos. Esa posición es inaceptable hasta para botar la basura.

Pronto vimos que ese señor Rafael Correa que logró fusionar mucha empatía con los votantes, no era el mismo que había ganado las elecciones. Salieron a brotar sus complejos, sarcasmos, sentido de inferioridad tratando de encubrirlo con una superioridad inexistente, indeciso, misógino, busca pleitos, insultador. Su forma de tratar a sus colaboradores y amigos, ¡no hablemos del pueblo!, no correspondían a la de un funcionario ni de cuarta categoría; mucho menos a un mandatario…

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