25 abril, 2024

Entre mentira y verdad

Este gobierno es el que más libros de historia ha publicado; es un festín para historiadores quiteños y de otras ciudades andinas, se mantienen muy ocupados. Si fueran ajustados a la verdad histórica y libres de carga ideológica se felicitaría a autores y patrocinadores, pero igual que otros libros de historia antes del 2006, escriben verdades a medias, señalan lo malo y no destacan lo bueno de instituciones y sector privado guayaquileños.  Son historiadores que asisten a congresos internacionales de historia, donde seguramente deben conocer a historiadores de mentalidad objetiva, la que deberían emular. Disfrutan escribiendo sobre oligarquía, monopolios, explotación y demás temas favoritos de los izquierdistas. Lo lamentable es que muchos líderes guayaquileños desconocen esta distorsión histórica. Entre leer libros de historia de Winston Churchill y novelas históricas de Charles Dickens, no dudo en preferir los primeros. Dickens se dedicó a escribir sólo de la pobreza y condiciones de trabajo de los obreros en fábricas, sin mencionar la importancia de la Revolución Industrial para la humanidad.

En uno de esos libros, el autor en lugar de describir lo que hizo la empresa privada en favor de Ecuador entre 1895 y 1925 – salvo un par de párrafos positivos- usa espacio para lo hecho por trabajadores protegiéndose de los “explotadores”: creación de organizaciones obreras, primeras huelgas, congresos obreros, crecimiento del anarquismo y surgimiento de periódicos obreros condenando el capitalismo y a sus explotadores. No reconoce el esfuerzo del sector privado guayaquileño en generar divisas, mano de obra y modernidad. ¿Qué hubiera sido de los miles de indígenas y blancos que bajaron a la costa en busca de trabajo? El mismo autor sostiene que tierras despojadas a la Iglesia por Alfaro “pasaron a manos incluso de liberales de ´alto vuelo´ tierras que les convirtieron en nuevos hacendados”. Sería bueno conocer los nombres de esos productores. Los grandes y exportadores en época de Alfaro eran tercera generación, sus ancestros habían iniciado sus cultivos con pequeñas huertas.

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