23 abril, 2024

El cuerpo consular de Guayaquil

Si existe alguna característica en el mundo actual, ésta es el acercamiento que se ha efectuado entre los distintos pueblos merced al adelanto casi prodigioso de las comunicaciones, a tal punto que por lejanos físicamente que se encuentren uno del otro, casi automáticamente se conocen, se comprenden, se comunican.

Esta proximidad, pese a la distancia, ha ido creando poco a poco una idea de mancomunidad mundial, y así, nos entristece y llena de agobio las catástrofes que se suceden en algún punto del orbe; y se ensancha nuestro espíritu el conocer los avances científicos, descubrimientos y obras efectuadas a favor de otros pueblos. Más, las imágenes reproducidas o las palabras transmitidas, no siempre pueden ser comprendidas en su cabalidad, ya sea por deficiencias técnicas de la transmisión ó por el simple hecho de no abarcar todo espectro humano.

Entonces, para una mejor comprensión de lo que está ocurriendo en alguna latitud del mundo, se hace necesario la intervención humana mediante la cual se podrá entender mejor las causas y los motivos que producen el fenómeno. Esa, labor importantísima por cierto, la desempeñan Los Diplomáticos y los Cónsules, verdaderos conductores a través de los cuales fluye la información.

En el caso específico de Guayaquil y refiriéndonos al Honorable Cuerpo Consular, todo conocedor de la historia de nuestra ciudad no puede desconocer la enorme importancia que esta agrupación ha tenido para la vida del Ecuador y la ciudad. Por otro lado, desde los albores mismos de la República desempeño un papel de vital importancia para los destinos de Guayaquil y del Ecuador entero, pues si recordamos el agitado siglo XIX y las discordias civiles, muchas veces convertidas en contiendas bélicas veremos que gracias a la atinada intervención de los Cónsules mitigaron su rigor o consiguieron acuerdos amistosos. Basta solo recordar por ejemplo que en el enfrentamiento militar entre los seguidores del 6 de marzo y los partidarios de Flores, fue la intervención directa y atinada de los Cónsules la que contribuyó poderosamente al convenio de Virginia, o, para citar otros ejemplos cuando las fuerzas restauradoras  tomaban Guayaquil en poder del General Veintimilla o, en fin cuando años más tarde la mediación de los Cónsules trató de salvar a Eloy Alfaro y sus tenientes, lo consiguió en el papel que signaron ambas fuerzas y que lamentablemente después no supo o no pudo cumplir el Gobierno Central. Igualmente en el 28 de mayo cuando una revolución atacó los cuarteles de los carabineros, nuevamente la intervención consular mitigó rigores. Gracias a las democracia que ascendía y a la mayor institucionalización nacional han desaparecido de nuestra historia los encuentros armados, la guerra fratricida, el enfrentamiento entre hermanos, pero eso, no ha significado que la actividad del Cuerpo Consular haya cesado, simplemente cambio de rumbo dedicándose como lo hace desde muchísimo tiempo atrás en brindar cooperación, en enfrentar problemas sociales y volcarse por entero en la ayuda a la comunidad: dispensarios médicos, programas de asistencias, programas culturales y una serie de actividades que demuestran las supervivencia generosa en ser parte del tejido social de la ciudad y el país.

Esta semana es un aniversario más de esta Institución dirigida por su Decano Xavier Simon Isaías que por sus brillantes ejecutorias ha sido reelecto varias ocasiones.

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Riqueza y Pobreza

La riqueza y la pobreza, son los dos extremos de la existencia de cualquier ser humano. La riqueza todos la desean, pero no todos realizan el esfuerzo para lograrla, desde luego una riqueza lograda con esfuerzo y trabajo, para sentirse orgulloso de haberla alcanzado.

La riqueza y la pobreza son condiciones de vida que se viven o que se heredan en algunos especiales casos, la primera debe disfrutársela con la satisfacción de haberla logrado y la segunda, no debe dar pena ni resignación, debe realizarse todo el esfuerzo necesario para superarla, para vencerla y decir con satisfacción, no con envidia ni amargura, porque “Es rico, dejar de ser pobre.”

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