28 marzo, 2024

El presidente asesino

Es un caradura que con cinismo y alegría baila sobre los ochenta y nueve cadáveres que han sucumbido por su “patriótica e inofensiva táctica de echar agüita y unos gasecitos lacrimógenos”, para silenciar a la oposición.

Presidente asesino; presidente criminal, es lo que millones de hermanos Venezolanos le gritan a un maduro que todavía no se cae del adictivo árbol de la dictadura.

Este prepotente dictador que no tiene alma ni sentimientos; abusa del poder que le otorga el control totalitario de las armas, el ejército, las instituciones y las leyes, para aferrarse a un cargo que solo defiende los intereses de los esbirros que manejan el poder y que para hacerlo con ropaje democrático, lo ejercen bajo el control de las más corruptas instituciones del estado, que son por ellos mismos controladas.

Ochenta y nueve muertos; más de tres mil quinientos presos políticos y diez y seis mil judicializaciones a los opositores, son algunas de las muchas violaciones constitucionales de un tirano que constitucionalmente está obligado a defender la seguridad de todos los venezolanos y que por el contrario, se ha convertido en un asesino constitucional, que pretende seguir abusando del poder.

¿De dónde nace todo este poder?…! De la astucia de Castro y la avaricia de Chávez!.

Después del abandono económico de la entonces Rusia a la isla, Castro trató de exportar su revolución a diversas partes del mundo.

Trató de hacerlo en Angola y Sudamérica, concretamente en Bolivia.

Para ese entonces, el mundo había cambiado.

Los pueblos se revolucionaban de acuerdo a sus intereses económicos.

Con el bloqueo económico de USA a Cuba y el retiro del mecenazgo de Rusia; la isla sucumbía.

Cuba era un estado totalitario que controlaba todo.

Castro abolió a los partidos políticos para que bajo una falsa democracia, se pudiera legitimar todo lo ilegítimo que se había cometido.

En las escuelas solo se enseñaban los logros de la maravillosa revolución y todo estaba encaminado a venerar la omnímoda imagen del dios caudillo.

Hoy después de cincuenta años de lavado cerebral, han pasado diez generaciones de cubanos que fueron educados y lavados cerebralmente, para hacerlos creer que lo que vivían era lo mejor del planeta y lo creían porque no han podido vivir la alternativa de poder elegir.

Los cubanos que nacieron hace cincuenta años, igual que los que nacieron la semana pasada, solo conocen lo que el régimen totalitario les ha permitido conocer.

En medio de esa impuesta forma esclava de vivir, aparece el militar de un país que nadaba en petrodólares y que era un ambicioso cuya ambición no tiene límites.

Hugo Chávez se convierte en el nuevo mecenas de la isla, a cambio de las infalibles enseñanzas  de quién era el gran maestro en el arte de retener el poder, mediante la legitimación de todo lo ilegítimo.

De esa coyuntura fortuita, nace la simbiosis parasitaria del hambre con la necesidad.

Chávez hace todo lo que Castro le dice que haga, a cambio de la retribución económica de miles de millones de dólares que son producto del elevado precio internacional del crudo.

Lo hace sin dar explicaciones a nadie y lo logra con el despilfarro a manos llenas, del dinero proveniente de los bolsillos del pueblo Venezolano.

Así, mientras Castro consolida la bonanza de sus arcas, Chávez consolida la ambición de su poder.

Los principios básicos de la revolución Chavista son los mismos principios que los de la revolución Castrista.

1) Suprimir la libertad de prensa 2) tener el control de toda la información ciudadana 3) Hablar todos los días por todos los medios del éxito nunca antes logrado de la revolución 4) magnificar y endiosar la imagen del tirano. 5) dividir a la población entre los que están a favor y los que están en contra de la revolución. 6) utilizar a las agencias recaudadoras de rentas e impuestos, para doblegar a quién osara opinar contra el poder. 7) Imponer el miedo como instrumento para callar a la oposición. 8) Lograr el control absoluto de todas las instituciones del estado, para hacer que el abuso sea la norma de conducta del estado. 9) Hacer que los partidarios del gobierno sean una casta de “nuevos ricos” a costa del poder que les confiere el gobierno y que está encaminado a fomentar la corrupción mediante la impunidad que les garantiza el control de las mismas funciones del estado que debía controlarlos.

10) Formar una asamblea constituyente para hacer leyes que les sirvan para su propio beneficio.

11) Inventar el enunciado mágico del socialismo del siglo XXI, para que a su nombre se pueda llevar a cabo todas las triquiñuelas anteriores.

Con estas normas básicas para ejercer perpetuamente una dictadura, Chávez se vuelve cada día más fuerte y se perpetúa en el ejercicio autoritario del poder.

Sin embargo, todos sus planes se ven truncados por el cáncer que lo aniquila.

La sucesión de Maduro ya estaba negociada, meses antes de que este falleciera.

Incluso hay suposiciones de que el militar había perecido algunas semanas antes y se preparó todo para que Maduro continuara en el abuso del poder.

Aquí suceden tres cosas con las que no contaban.

La primera está dada por el precario nivel de inteligencia que tiene Maduro.

Pero paradójicamente; en los regímenes controlados por los dictadores, a veces la inteligencia no es tan necesaria.

Han existido dictadores muy brutos y manejados; este podría ser un buen ejemplo de ello.

El verdadero problema es que Maduro no es Chávez.

No tiene el carisma, la inteligencia y peor la astucia que tenía el militar.

La segunda es que el precio del petróleo ha caído y ya no existen los millonarios recursos que el dictador tenía para ejercer el despilfarro que ocultaba el pésimo manejo económico hecho desde el poder.

Y la tercera es que el pueblo Venezolano se cansó de la tiranía y salió a las calles para enfrentar al tirano.

Hoy nuestra hermana nación vive uno de sus peores momentos anti democráticos.

El mutismo de la comunidad internacional es un cómplice silencioso que no ha enfrentado solidariamente a la tiranía vivida por nuestros hermanos como se debe.

El mundo permanece callado frente a la cínica atrocidad que mata a nuestro hermano país.

A veces; el enunciado libertario de la no intervención a la soberanía, es el que solapa los abusos cometidos por los dictadores.

Siempre he dicho que el alimento del tirano es el silencio del cobarde.

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