16 abril, 2024

Las batracias (1)

¿Quienes son las batracias? ¿A quienes les dicen así? y ¿Porque les dicen así?. En el lenguaje de las chicas jóvenes (adolescentes), son aquellas que mantienen los principios éticos y morales intactos, en sus relaciones sociales con los chicos.

Me estoy refiriendo a quinceañeras que así las califican las “chéveres” (las adelantadas), las que toman hasta emborracharse. Una de estas dos adolescentes con las que conversaba, me decía: “los chicos hacen de ellas, “limpiones de piso”; sus padres, no lo saben o se desatienden. Una de ellas, con mucha personalidad y firmeza, me indicaba, que en las fiestas, donde se encuentran, cuando las califican así, ella les decía: “a mi me respetas”; “tu puedes hacer lo que quieras, yo no te juzgo, pero a mi me respetas, en mi manera de ser y de actuar”.

Esa corta “informacion”, me llevó a escribir esta carta.

Ellas, me preguntaron: “Ud, Pincho, ¿como era a esa edad”?. Les conteste, “era “batracio”. En mi época, -15 años- cuando me reunía con mis amigos, y nos íbamos de jarro, -era para celebrar el término de los exámenes trimestrales o finales- de día, pero, en esas épocas, sólo fumábamos cigarrillos y tomábamos en lugares seguros. No había la droga o la mariguana, no tuvimos que afrontar este problema actual.

De las fiestas, a casa. Máximo, a las “carretillas”, (en el Malecón), a comer los famosos aplanchados.

Eran otros tiempos. La ciudad era muy sana. De mi grupo de amigos, sólo uno tenía carro y licencia, obtenida en Babahoyo, aún cuando era menor de edad, la Ley lo permitía excepcionalmente. Utilizábamos taxi a la ida y de regreso a pie, pero en grupo, hasta la Av. 9 de Octubre, donde se los podía tomar, bien sea estacionarios (cooperativas) o ambulatorios.

Nos obligábamos a retirarnos temprano, pero, también era cierto, que las fiestas empezaban mucho más temprano que en la actualidad (7,8,9 de la noche, dependiendo de la fiesta), si era de cumpleaños u organizadas, éstas últimas tenían un costo.

En la época de mis hijos, las fiestas de quince años, eran controladas con listas, de acuerdo con las invitaciones distribuídas. Las quinceañeras, no conocían a muchos chicos, así que recurrían a las compañeras para que les den los nombres de sus hnos. y/o amigos. Esos nombres, se contrastaban a la hora de ingreso a la fiesta, por la madre o por un familiar muy cercano de la chica. Así se evitaban a los “pavos” y a los “avispados”.

Hoy, la juventud enfrenta el gravísimo problema de las drogas, en la que caen con mucha facilidad, sea por curiosidad, o por insistencia de quienes ya han caído en esta adicción.

Los padres (ambos), deben estar muy a la expectativa de esta muy seria circunstancia actual, donde la droga y el canabis, (mariguana), circula por todo el Ecuador y llega con facilidad a los chicos, incluidas a determinadas fiestas, en la que, los dañados, las llevan para proliferar su vicio.

¿Que hacer, frente a esta realidad real y actual?: 1) Control: a sus salidas; al llegar a sus casas, (en lo posible); revisar sus ropas (olerlas); 2) acercarse al grupo de amigos y amigas, con los/as que se reúnen y por supuesto; 3) Dialogar, conversar y confidenciarles determinadas metodologías, que quizás desconozcan, para evitar que caigan en el vicio. Si se reúnen a tomar, con un grupo de amigos/as, que lleven su propio trago, el que, sólo ellos lo administran.

Me enteré que los chicos/as, norteamericanos/as, (y no descarto a los latinos, en USA), a sus reuniones, llevan remedios (pastillas), para la gripe, para las alergias, para los dolores de cabeza, anticonceptivas, etc, etc, y las depositan en una tazona grande y en ella vacían los licores que cada cual lleva. Las pastillas se disuelven y no se que efectos produzcan, esas mezclas, pero, deben ser terribles y no descarto, terminarán con sus inhibiciones, y hasta la muerte, por intoxicación.

Los maestros, los padres, los abuelos, los tíos, los primos mayores, los hermanos mayores, pueden colaborar en esta acción de protección, de las/los “BATRACIAS/OS”, para que, aprendan a defenderse de tales situaciones de riesgo, como las antes indicadas, para que las rechacen energicamente y de ser necesario, abandonar la “fiesta” o reunión.

En mi época, a las avanzadas, las llamábamos “destramponas”, a las serias, enamoradas. En la época de mis hijos, a los/as sanos/as, los llamaban zanahorias, a los/as avanzados, “dañados/as”.

Una buena costumbre en el pasado, cuando mis hijos estaban en edad de fiestas, (14/15 años), tratábamos en lo posible de llevarlos a las fiestas y recogerlos. Ellos nos llamaban al llegar al lugar, a darnos el número de teléfono de la casa en la que se daba la fiesta y nos llamaban a la hora de ir a recogerlos. En ocasiones, me tocaba llevar a 2 o 3, a sus casas. Pues, muchos/as, estaban esperanzados/as a que algún amigo/a los/las lleve.

En algún momento llegamos a un acuerdo, con los padres de los amigos/as de su grupo, y nos turnábamos, en el oficio de chofer, cada uno, para cada fiesta.

En otras ocasiones, nos reuníamos en casa con nuestros amigos, para no interrumpir nuestro sueño, esperando la llamada telefónica, para salir a recogerlos, y llevar a sus casas, a sus amigos/as. Cuando mi hijo mayor aprendió a manejar bien y sin mi supervisión, a éste le correspondió la tarea de recoger a los hnos. menores, a los 17 años de edad, (en ocasiones los tres tenían fiestas en lugares distintos).

Mi hijo mayor, sabía que al menos, ese día, hasta no recoger a sus hermanos menores y llevarlos a su casa, no podía tomar, y por aquello de las “redadas” de la C.T.G; aun cuando, en alguna ocasión excepcional, antes de obtener su licencia, mi hijo llegó a la casa muy asustado, nos dijo que el patrullero estaba esperando, S/.400,oo (sucres), para no llevarlo preso. Dinero que en ese momento no lo teníamos, y le pedimos que les pregunten si aceptaban cheque, nos mandaron a decir que si, (al portador), así lo hicimos y el “problema” termino de esa manera. En ese entonces la CTG, pasaba por un mal momento, por la corrupción de ciertos elementos uniformados.

Me preocupe de enseñarles a manejar a mis tres hijos, a partir de los 13/14 años de edad. Lo hacíamos los fines de semana, en algunas ciudadelas recién terminadas o por terminar, y de dia, los llevábamos a enseñarles a conducir. Gracias a ésta práctica, mi hijo me salvó mi vehículo, que lo parqueábamos en la noche, en la acera izquierda de la calle Chimborazo, junto al almacén “Antón Hnos.”, en el que se inició un pavoroso incendio, que afectó a los inmuebles de toda la manzana, salvo uno que otro, ubicados del lado de la Calle Vélez.

Yo no estaba en casa todavía, (7 p.m.aproximadamente). Ante el gran número de unidades del B.Cuerpo de Bomberos, se asomó a la ventana del departamento donde vivíamos, (Edif. El Morro), que daba a la calle Chimborazo, le solicitó las llaves a mi esposa, que no se atrevio a moverlo, ante la magnitud del incendio, y lo llevó a un garaje, junto a la J.B.G. (Terreno donde funcionaba años atrás, el teatro Olmedo).

Cuando ya dominaban el vehículo por sí solos, los llevaba en las noches (temprano), a conducir por la ciudad, (por los principales avenidas). A los 18 años, les sacábamos la licencia de conducir, pues estaban preparados para pasar las pruebas existentes en aquellos días.

Hoy, existen las “Escuelas de manejo”, para enseñar a manejar a los chicos y mayores, que desen aprender a manejar. Vale la pena el esfuerzo económico.
(Continuará).

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