29 marzo, 2024

El mejor oficio del mundo

Indiscutiblemente, a nuestra edad, nuestras nietos/as nos ofrecen una variada oportunidad de emociones y oficios, que sólo ellos nos lo hacen sentir y ejecutar.

Mientras más pequeñitos, más nos deleitan y así, en la medida que crecen, con sus travesuras, sus caricias, sus preguntas, sus habilidades y hasta con sus preocupaciones, respecto de nosotros.

En mi caso, mi nieto Gabrielito, (7 años), es muy preocupado conmigo, porque fumo .

Abuelo, ¿fumaste? me pregunta. Le contesto que sí. No fumes abuelo, -casi una rogativa- me hace una seña, con el dedo sobre su cuellito, como indicándome, te vas a morir si sigues fumando. Le prometo dejar el cigarrillo, pero no le cumplo. Este es el último, le respondo, ok, me contesta.

Cuando van creciendo, nos deleitan, con sus habilidades, bien sea con la tablet, o con la computadora, o con sus destrezas deportivas, en la escuela o en las academias. Tengo dos nietas, que son excelentes en Gimnasia Olímpica.

Compiten en su Colegio, y en interprovinciales, en Quito. La última ocasión, trajeron varias medallas de Oro, de Plata y de Bronce.

Pero, hay un oficio que nos caracteriza a los abuelos. -en mi caso, me encanta-, el de Chofer.

Las llevo al Colegio, al gimnasio o al dentista, etc. Cuando sus padres por razón de sus trabajos, no lo pueden hacer. En ocasiones, me descuadran, mis actividades, porque para ellos es vital llegar puntuales.

Oportunidad, que me ofrecen para conversar; por supuesto, el que pregunta soy yo, ellos/as, responden con sinceridad e ingenuidad, propia de la edad de cada uno/a de ellos. Por supuesto, jamás les pregunto algo relacionado con sus papás, máximo, sobre la escuela y sobre sus calificaciones. En las que por fortuna, no han tenido problemas con sus profesores, en sus respectivos colegios, y el mayor de ellos, en la Universidad.

No soy el único, en el camino y en ciertos lugares comunes, me topo con amigos contemporáneos, que hacen el mismo oficio.

Es, en realidad, un oficio maravilloso y un alivio para mis hijos/a, sobre todo, en ocasiones, en las noche, excepcionalmente, para retirarlos de alguna fiesta. Sólo les pido que me lo comuniquen, con cierta anticipación, para adaptar mi horario al de ellos y por supuesto que me lo recuerden. Y, funciona.

Me encanta como se dirigen hacia mi, Abuelito, o simplemente Abuelo; sólo una, la menor, me decía “viejo loco” y me daba una nalgada, cuando era más pequeña.

Nunca se lo observe, -aunque sus padres si-. Lo pasaba desapercibido, en la medida que van creciendo, se les olvida y se vuelven más cariñosos.

Tengo la bendición de tener OCHO NIETOS y no pierdo la esperanza de tener una nieta más. Que Dios oiga mis deseos y lo realice, que también es el deseo de mi hijo y de mi nuera.

Invito a los abuelos, a hacer este ejercicio y “sacrificio”, tiene sus recompensas.

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