18 abril, 2024

La prensa rosa

Me preocupa mucho lo que está sucediendo en el país, y casi me atrevería a decir que en todo el mundo. Ya se han roto las barreras de la decencia. Lo único que vale es lo que escandaliza, lo demás no tiene valor. Ahora usted no vale por lo que usted es, su valor está puesto por la cantidad de escándalo que puede producir. El tango cambalache, escrito en 1934 por Enrique Santos Discépolo, ha pasado a convertirse en una realidad, tal como lo fue hace casi 100 años. Este reclamo por la honestidad, vuelve a estar en la palestra, pero ahora con algunos agravantes que es necesario estudiar.

Hemos visto cómo han aparecido algunas denuncias de corrupción. El Gobierno ha puesto también denuncias, buscando culpables. Se ha pedido extradición de algunos ex funcionarios, pero por diferentes motivos no se los ha hecho regresar al Ecuador.

Ahora, esos acusados empiezan a su vez acusar al Gobierno y al Presidente, y presentan evidencia no concluyente aún, pero grave de las “irregularidades” cometidas por otros, mientras ellos ocupaban cargos públicos.

La prensa rosa se fascina con estos “culebrones” y tiene a todos los ecuatorianos al pie de los noticieros y de los celulares para estar enterados de cómo se van desarrollando estas denuncias. Esto creo que debemos analizarlo con pinzas:

¿Qué credibilidad le puedo dar a la denuncia de un delincuente? ¡Cierto, todo el mundo es inocente mientras no se pruebe lo contrario!, pero al hablar de los robos, ellos mismos se declaran culpables, al menos de omisión. ¿Qué puedo creerles? Lo más probable, por lo que parece, es que ha habido un mal reparto, o que la cuerda se rompe por el lado más débil y que a lo mejor, lo gordo del robo está más arriba. Asustan las declaraciones del Señor Fiscal de la nación, que muchas veces parece que le toma el pelo a la ciudadanía y cuya labor de investigación, casi no existe. La forma de actuar del Gobierno permite que se piense que las cosas no han andado bien desde hace bastante tiempo. No hay ningún tipo de fiscalización, lo único que hace la Asamblea es estudiar y aprobar los nuevos decretos que manda el ejecutivo, de fiscalización, bien gracias. El Señor Contralor de la nación tampoco chequea nada, y como sólo hay una cabeza, me temo que van a terminar decapitando y culpando de todo al Señor Presidente de la República, y que los demás angelitos, van a quedar absueltos.

¿Es que se desea que la gente vea estos aparentes actos de corrupción como algo normal? ¿Están todos, los actuales y los defenestrados del mismo bando? La falta de respuesta a las acusaciones de Fabricio, Capaya y Delgado, nos dejan mudos. ¿Qué está ocurriendo? Son muy fuertes las acusaciones del General Castro y otros militares, sobre la posibilidad de un fraude electoral. Las de la corrupción, presentan datos que aparentemente son difíciles de desmentir, o al menos, sólo se insulta y no se prueba que son falsas. El gobierno anuncia que las clases en la costa van a iniciarse a mediados de Abril, pese a que estamos viendo que el invierno está causando muchos estragos y parece que piensa prolongarse. Esto tendrá ocupada a la ciudadanía en la adquisición de los útiles escolares. ¿Es una maniobra más? ¿Cuál es la necesidad de comenzar el año antes de mayo?

Yo creo que el pueblo ecuatoriano necesita respuestas que den tranquilidad. El no dar pruebas de descargo, sino acusar a los contrarios, hace pensar que puede haber mucho más oculto. ¿Es que se quiere solamente hacer ruido para luego poder decir que estos robos (perdón, no encuentro palabra menos acusadora), son normales y promover que este tipo de corrupción se considere legal? La decencia exige una rectificación y un castigo a esta corrupción, sea cual sea el lado donde esté la misma, y si es en ambos lados, igual.

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Califico el tema como sencillo. No hay cabal conocimiento de lo que se hace. Por ejemplo, hay quienes tienen doble titulación, eso no garantiza ni una ni otra profesión. El ejercicio de las labores para las que capacito la universidad es lo que hace al profesional.

Conozco a distinguidos practicantes del oficio de periodista, que lo hacen mejor que muchos que tienen titulo, en ese caso ha funcionado la premisa de que el periodista no se hace sino que nace. Es cierto que es necesario darle un mínimo de formación académica a la persona para que aprenda la utilización de una serie de recursos técnicos y de los lineamientos que requiere la profesión, pero también es cierto que no son imprescindibles.

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