24 abril, 2024

¿Que dirección quieres darle a tu vida? (Proyecto de vida 2)

Controla tu destino o alguien lo hará por ti. Es una de las reglas de la vida. Por ello hay que saber qué dirección queremos darle a la vida. Que no nos pase como Alicia en el país de las maravillas: ¨¿Podría decirme cómo salir de aquí? –Eso depende mucho de a dónde quieras ir- respondió el gato. –No importa a dónde- dijo Alicia. Entonces, no importa a dónde vayas- repuso el gato¨.

¿De verdad no importa a dónde vayas? Entonces, ¿para qué estudias? No solo eso, que sería superficial, sino ¿para qué vives? El responder a esta pregunta es una de las claves del éxito en la vida, de lo que llamamos felicidad, plenitud. Es haber encontrado el sentido de la vida, una razón para vivir. Por ello, armar un proyecto de vida es una de las claves para conseguir esa felicidad y plenitud a la que estamos llamados.

¿Cómo armar un proyecto de vida? ¿Cómo se arma un rompecabezas? Lo primero es tratar de ver el todo, ¿cuál es la figura que tengo que armar? para comenzar pieza por pieza. Piensa en tu propia vida y tus mil piezas, querido Joven. ¿Tienes un fin en la mente? ¿Tienes clara la imagen de lo que quieres ser en un año, dentro de cinco, dentro de veinte? ¿O, caminas a ciegas en la vida? ¿simplemente repites esquemas o modelos caducos del pasado? ¿No has marcado la diferencia ni deseas aportar algo diferente a lo que nos han dejado los antiguos, los mayores?

Para amar un proyecto de vida, se comienza con el despertar de los deseos, comenzar a clarificarlos, pero no se hará sin pensar en el futuro, si responde no tanto a lo que quieres ser, pues muchos adultos aún no lo tienen claro. No se trata de decidir cada detalle en la vida. La vida es una aventura y en esa aventura hay muchas sorpresas que acoger e integrar (amigos, trabajos, espacios…) No se trata de elegir carrera o saber con quién te vas a casar. Se trata de pensar más allá del día de hoy y de decidir qué dirección dar a tu vida, para que cada paso que des esté en la dirección correcta.

Al clarificar los deseos, debo tener claro que soy yo, eres tú, el conductor de vida. No otro, no el destino, ni el mismísimo Dios, ya que lo más grande que hizo Dios fue darnos inteligencia y libertad, ¨Hoy pongo ante ti, los dos caminos, la bendición o la maldición…Tú eliges que camino seguir¨(Deut. 11:26). Al ser el conductor de mi vida debo tener o hacer un mapa de a dónde quiero llegar. O si me gusta más construir, para hacer una casa, un edificio debo tener un plano.

Esto es lo que hizo Jesús de Nazaret, para cumplir su misión divina: construyó su proyecto de vida, acudió a su historia, la historia de su pueblo, vivía el presente y compartía con sus hermanos y coterráneos el culto, acudiendo a la sinagoga, como era su costumbre. Pero armó un proyecto de vida diferente, pensó en el futuro, quiso ser fiel a Dios potenciando la libertad y la creatividad. Por ello, acudió al profeta Isaías, (61:1-2) y programa su vida en un enunciado de misión: ¨El Espíritu del Señor está sobre mí, y me ha ungido y enviado para dar La Buena Noticia a los pobres y la libertad a los oprimidos…Hoy se cumple esta escritura¨ (Lc. 4: 18-20).

Cómo ves, pasado y futuro solo se consolidan y construyen en el presente, Hoy se cumple lo que deseas ser, lo que quieres hacer. En Jesús está claro que su proyecto no es cultual, ni religioso. Su preocupación fue y es la necesidades de la gente, no los que pecan. ¿Activista social más que hombre de Dios? Ese no es el dilema de la misión de Jesús. Lo que ocurre es que Jesús vio que, para encontrar a Dios, el camino es humanizar este mundo, acabando con fronteras y separaciones. Que lo más importante para un ser humano es la salud y la libertad, sin ello no hay proyecto de vida, pero para ello debe tener clara la meta, el fin de la vida, la razón de nuestra existencia, lo que me levanta cada día con ilusión y ternura, para vivir con sentido y realismo, sabiendo que esto tiene un costo, a Jesús, sus paisanos quisieron matarlo, él se abrió paso entre ellos y se alejó (Lc4: 30). La ingenuidad no ayuda a un futuro, menos el miedo, sino la confianza en que puedo ser mejor si lo deseo y me atrevo a ser diferente.

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