24 abril, 2024

Buenas noticias: La solidaridad nos salva

Hace un mes  y varios días que pasó el terrible terremoto que azotó a más de dos provincias de nuestro país, una de ellas, la más afectada, Manabí. Las frases, los hechos, sobre todo los gestos del ser manabita han surgido con la claridad que nos da el sol, además de luz,  fuego y  calor que implica cualquier acción que se van dando, nos muestran garra, lucha, ánimo, fuerza. Pero hay algo que solo la experiencia humana del dolor, de la miseria o de la pobreza hace surgir la verdad de una sociedad: Mientras haya gente que sufre no podremos ser felices, es responsabilidad nuestra saber dar una respuesta, no será muchas veces la correcta, pero es la posible, y es la que hoy revela el verdadero ser de los ecuatorianos.
Somos muchos más que dos, por eso TE QUIERO MANABITA, TE QUIERO JOVEN ECUATORIANO, que das tu tiempo, no solo tu plata para levantar al caído, para dar esperanza, te quiero mujer y hombre creyente porque sabes que a Dios solo se lo puede reconocer y amar en las relaciones humanas, pero sobre todo en donde él nos dijo y nos enseñó con quien más le gusta estar: con el pobre, con el que sufre, con las víctimas. Hoy cuando veo y leo noticias sobre cómo se está pensando la reconstrucción de las zonas destrozadas en aquel día fatídico, surge gratitud al ver tantas iniciativas que hacen sentir que en este mundo no estamos solos y cuando veo a la gente organizarse, luchar por sus derechos, recuperar su dignidad, el alma vuela y reconoce la fuerza del espíritu, no solo es resilencia, la capacidad de superar un sufrimiento, una pena, un dolor sino algo más, es el anhelo de justicia que solo se calma con el sentimiento del deber cumplido, de luchar por algo más. Por ello con Mario Benedetti podemos cantar:  ¨Tus manos son mi caricia/   mis acordes cotidianos/ te quiero porque tus manos/  trabajan por la justicia.
Si te quiero es porque sos/ mi amor mi cómplice y todo/ y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos¨.
Una joven me escribía el otro día que fue como voluntaria a ayudar a armar una casa que unos jóvenes con sus padres y colaboradores de un colegio católico habían reunido para construir veinte y seis casas y apoyar a nuestros hermanos, cerca de Portoviejo: ¨Fabricio, le pido un favor, yo sé que usted va por Manabí muy seguido, el otro día fuimos con varios amigos voluntarios a ayudar a armar las casas Hogar de Cristo, y quedó linda la casita, la señora beneficiaria, muy pobre, se emocionó, pero yo no me sentí feliz, pues le hicimos la casa, pero estaba vacía, no tenía nada. Al regresar a mi casa lo primero que hice fue conseguir una cama y un mueble. Le ruego que se los lleve en unos de sus viajes¨. Esto es ser más que dos, es luchar por la justicia.
Otro exalumno de las primeras promociones vino a visitarme. Fabricio, deseo ayudarlo, sé la campaña que están haciendo por la gente de Manabí, con mi familia hemos reunido mil seiscientos dólares, se lo damos para construir una casa de caña. Le dije, gracias, muy amable, se lo acepté. Pero le di el valor real, la casa que estamos haciendo no es de caña sino de mdp, madera prensada, vale un poco más. Ah no, yo le reúno la diferencia. Vino cinco días después, con el valor total. Aquí podemos ayudar un poco más y eso es lo que estamos haciendo, son los valores que me enseñaron en el colegio donde la solidaridad no es un deber ni una obligación es una virtud, el poder sentir el dolor de un hermano y darle la mano. Gracias por permitirnos ayudar, fueron sus palabras. ¡No es una maravilla!
A los jóvenes que comenzaron el año escolar, en pleno año de la MISERICORDIA, les recordaba: ¿QUÉ PIDE LA IGLESIA EN EL AÑO DE LA MISERICORDIA? La respuesta es obvia, misericordear, ultrajando el lenguaje, es decir, practicar la misericordia. Uds jóvenes, les decía, no es el momento de la acción, por ahora, sino de la reflexión, con sus estudios deben ver bien las casusas de los males del mundo. Los desastres naturales no son solo naturales, tienen que ver con la forma con la que estamos explotando sus recursos. Uds jóvenes aprovechen el tiempo para buscar soluciones a un nueva forma de relacionarnos con la naturaleza y encontrar un Desarrollo Sostenible, que combine el respeto ecológico y el desarrollo ético, espiritual y no solo económico. Sus estudios ayudarán para ello. Bendecido año.

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