29 marzo, 2024

7.8

Aquí, allá, más allá, más aquí; a quienes viven arriba, a quienes duermen abajo y siempre abajo, a negros con sus gritos de alegría, a cholos medio ciudad y medio campo, a pelucones, a los sin peluca, a quienes temen y a los forajidos, a los temeroso de Dios y del pastor, a los desolados e indolentes, a quienes  cantan el gozo de vivir y sueñan y gritan; a todos ellos y a muchos más la tierra nos tembló. Un terremoto envuelve a todos, nadie se escapa. La naturaleza no reconoce entre ricos y pobres, chicos y grandes, melenudos y sin cabeza, nos hice temblar a todos.

Ante el terremoto yo temblé, tú temblaste, nosotros temblamos, todos. ¿Dónde esconderse? ¿Qué le respondo a la cabeza que estalla ante la certeza de morir aplastado o hundido  por la fuerza de lo imprevisto? Veo en mi memoria las imágenes de la reacción inmediatamente: tomar a mis hijos y protegerlos.  Que todo se pierda: el carro, la casa, los muebles recién lustrados, la cocina que hervía sancocho, el piso reluciente de baldosas doradas con olor a limón; que todo se pierda, pero que no pase ningún dolor con ustedes amores míos, llévate todo fuerza, pero déjame junto a mí a mis quereres, a quien amo con la energía liberada de las capas tectónicas rosadas de los dinosaurios pardos.

Déjame a quienes necesito para respirar, para cantar, a quienes me acompañan cuando estoy y en las muchas veces que no estoy. No importa el carro, la máquina de afeitar, la lavadora celeste envuelta en rosas de durazno, llévate eso, no me importan las paredes recién pintadas de colores naranjillas y zapote, llévatelas, no importa, pero no te me lleves a los míos, no te lleves a nadie, todos merecemos vivir, todos amamos, todos tenemos la esperanzas de estar vivos. La vida es fresca con ellos, yo amo, tú me amas, ellos aman, todos amamos, no hacemos otra cosa en la vida que vivir para tener una familia y convivir entre todos.

Apenas sentí el terrible y catastrófico movimiento corrí con los míos, abrazando a la una, de la mano fuerte a la otra y con la vampiresa que vela mi sueño y mi despertar, salimos a buscar refugio en la noche libre sin caballos, rodeado de luciérnagas que nos alumbraban el camino. La puerta quedó abierta, dejándolo todo, lo importante es mantener los ojos bien abiertos llenos de hambre por vivir y estar vivo, porque en ese instante la muerte saltaba en todos los lugares gritando de hambre, esparciendo dolor, destrucción. Estoy vivo, los míos están vivos. Usted que me lee está vivo, estamos vivos. El día después lloramos a Manabí, a Pedernales, la bella Manta, el gran Portoviejo, Esmeraldas. Un puente se desplomo y mató a un ciudadano, una niña en las escaleras fue agarrada por la parca.

El sufrimiento nos ha unido. El Amor es la Unidad más grande de lo grande. Piedad Señor piedad.

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4 comentarios

  1. Profundo pensamiento en medio de tanto dolor. Lo cual prueba que la prosa no solo destaca lo hermoso de la existencia, sino a veces tambien su dolor. Muchas gracias por sus reflexiones.

    1. La naturaleza marca su poder, nos manifiesta su fuerza!
      Coincido que en momentos valoramos la VIDA.
      Son esos instantes en que la vida pasa en camara rapida sobre lo vivido y lo que falta por vivir!
      En donde solo le pedimos a nuestra Fe que nos ayude a cuidar a nuestros seres queridos y poder sdalvarnos

      En psiquiatria se habla del instinto que tenemos los seres humanos por sobrevivir! Pero tambien debemos incluir anuestras mascotas!!!!

      Son en estos momentos donde uno se plantea que hay cosas en la vida que no tienen precio, que hay que disfrutar a nuestros seres queridos de la mejor manera y agradecer que la tenemos otra oportunidad.

      Fuerza!

  2. me aferre a mis hijos y también deje todo atrás, no me importo nada,¿de que sirve la riqueza si pierdo a quienes amo, adoro y dan sentido a mi vida? bella reflexión. Soy maestra se las leeré a mis alumnos en la Universidad. Gracias
    Dra- Yesenea Cedeño

  3. emotivo texto, muy real. me ha ayudado a pensar en el amor y su gran importancia en la vida. es verdad, en ese fatal momento, sólo pensé en mi familia, mi madre, hermanos, mi novia…me uno en su ruego a Dios. Sr. Rangel, sus letras me han hecho llorar. soy un joven de 20 años y esto que paso se hace inolvidable.
    Guillermo Pazmiño

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